Pau García-Milà: “En España hay un punto de adversión hacia la innovación”
Telefónica compró la empresa que fundó con 17 años, Buenafuente y Cristina Garmendia invirtieron en la segunda, el MIT le premió y los reyes le distinguieron con 22 años. Charlamos con el mediático emprendedor Pau Garcia-Milà
31 mayo, 2018 06:00Cuando el jovencísimo (y hasta entonces desconocidísimo) Pau García-Milà saltó a la fama en 2009, la onda expansiva generada por sus ideas, su agilidad y el modelo de un joven de 22 años que había logrado ser un ejemplo de éxito y emprendimiento llegó a todas partes. Él era consciente y así nació el matrimonio entre su saber hacer y contar en conferencias, charlas y platós de televisión de todo color.
Tanto es así, que en su haber figura el título de Innovador del Año en 2011 otorgado por la publicación del MIT TR-35. Antes, en 2010, fue ganador del premio Fundación Príncipe de Girona en la categoría de empresa otorgado por los hoy Reyes de España. El propio príncipe firmaba el prólogo de su primer libro, Está todo por hacer, mientras el expresidente del Gobierno Felipe González se encargaba del epílogo. En 2012 fundó su segunda empresa, Bananity, en la que invirtieron nada menos que Andreu Buenafuente y la exministra Cristina Garmendia. En 2015 bajó la persiana. En 2014 Telefónica compró EyeOs, la empresa que fundó con 17 años y que en 2016 echaría el cierre. Y además, ha sido presentador de programas de televisión y radio en Cataluña.
En 2018 el niño se ha convertido en un adulto de 30 años. Casado y con hijos, vive en la sombra mediática con una mezcla de orgullo y sorna. Se le aduló y se le sepultó y por eso ahora con su consultora Ideafoster prefiere centrarse en el trabajo menos visible, ayudando a grandes empresas a emprender sus procesos de transformación digital. “Es divertido porque Ideafoster (su proyecto actual) es la empresa menos mediática en la que he estado y la que mejor ha ido”.
Charlamos con él en Bogotá, antes de que pronuncie una conferencia sobre la importancia de la innovación rápida en el Customer Experience Summit - Congreso Andino de Contact Centers y CRM 2018. Una charla, por cierto, que empieza con dos fotos: una de su pueblo y la otra de Felipe de Borbón y Letizia Ortiz entregándole el premio antes mencionado para ganarse a su público. Antes de subir, no obstante, nos aclara que “en España hay un punto de adeversión hacia la innovación”.
“Durante los años de EyeOS, con 21-22 años, mi madre bromeaba diciendo que los martes y los jueves su hijo era un genio y los lunes y los miércoles un fracaso que no servía para nada; un vende humos y un vende motos”. El doble filo de la exposición mediática ha dejado tocado a este joven de ideas claras. “A los 13 años empecé a crear proyectos. He creado proyectos más y menos mediáticos”. Y en todos ellos hay un factor común: el fracaso inherente a la innovación. “Hay una tasa de fracaso del 80% en la innovación disruptiva. Hay cuatro proyectos que fracasan por cada uno que triunfa. Y personalmente lo puedo confirmar”, reconoce.
Por eso, y porque ahora trabaja con sede en Cataluña también para Estados Unidos y algunos países de América Latina, relata la enorme diferencia a la hora de abordar la innovación y el emprendimiento que él ve entre ambos lados del Atlántico. "En América no hay tanta expectativa. Si te va bien, felicidades. Si te va mal, ok, haz otra cosa. Tenemos mucho que aprender porque en España un fracaso te transforma en fracasado, con lo cual yo soy un fracasado desde hace muchos años". Y por eso reclama la capacidad de entender que el fracaso es parte de un proceso.
"En España hay este punto de adversión hacia la innovación", sentencia. "Si alguien empieza a montar proyectos y triunfa en todos es más afortunado que innovador". Y lamenta que en el caso de nuestro país "es más duro para bien y para mal" , "más llevado al extremo". Cuando va bien, todo el mundo aplaude. Cuando va mal, todo el mundo dice "yo ya lo dije...".
Sobre el ecosistema emprendedor, reconoce su crecimiento exponencial aunque con dudas sobre sus fines. "En 2005 éramos 30 en España y siempre nos encontrábamos los mismos. Era como ir a un congreso de anime en los 70". Ahora vivimos en un boom en el que mucho ha tenido que ver a su juicio la crisis. "Provocó la peor rama del emprendimiento: emprender por necesidad. Y por eso también hay esa adversión al mundo del emprendedor", sentencia. A su juicio, en nuestro país tenemos ecosistema, tenemos hubs y tenemos inversores, pero "estamos volviendo a los errores del pasado. Hay gente que consigue inversión con un power point, con una idea. Es lo que pasa con las criptomonedas".
Tanto es así que en su empresa, Ideafoster, empezaron trabajando también con startups para ayudarles a crecer. "Dejemaos de hacerlo hace dos años porque la petición que recibíamos era: ayúdame a montar un poryecto y venderlo. Y pensábamos: si el objetivo es venderlo el proyecto tienen un problema por defecto porque no tomas decisiones pensando en qué es lo mejor para tus usuarios, sino lo mejor para que vendas tu empresa. Con lo cual, vas en contra del usuario".
Con la experiencia a sus espaldas, ya no tiene inversiones ni ventas en mente. "Vengo de pasar diez años montando proyectos que dependían de inversión o de encontrar un plan o morir. Ahora no debemos nada anadie, no hay inversiones, no hay créditos. Vivimos de lo que hay". Y esa, parece ser la auténtica receta del éxito, que ha llegado casi una década después de tantos premios y reconocimientos.