Es lo más parecido a flotar. A 300 metros de altura, una sola persona tiene el control absoluto. Desde allí arriba, domina las operaciones de la grúa. Pero este sueño pronto puede convertirse en pesadilla. Trabajar en un habitáculo cerrado durante horas a temperaturas por debajo de los 20º o por encima de los 40º no es plato de buen gusto para nadie. La navarra Comansa quería mejorar las condiciones de los operarios. Y lo ha conseguido con ayuda del estudio de diseño industrial BigD de Pamplona. Su nueva cabina ya ha sido reconocida con los prestigiosos IF Design Award y German Design Award.
La española Comansa es uno de los fabricantes de grúas líderes del mercado. Sus máquinas han ayudado a levantar megaestructuras por todo el mundo, como la torre MahaNakhon de Tailandia (la más alta del país con 300 metros), el nuevo estadio Maracaná de Brasil o la presa de Cambambe en Angola. Pero el modelo actual de su cabina, el "centro neurálgico" del vehículo, se había diseñado hace una década y no daba respuesta a las nuevas necesidades de los operarios. Buscaron al mejor socio posible y resultó que prácticamente eran vecinos. Así nació la alianza con BigD.
"Como diseñadores, nuestra prioridad siempre es el usuario", comenta el CEO de BigD, Adrián Larripa, a INNOVADORES. Y precisamente esa ha sido una de las claves de la nueva cabina Cube. Para adaptarse a las necesidades reales, el estudio de diseño industrial creó entrevistas y sesiones creativas no sólo con los operarios de grúas y montadores, sino con los distintos departamentos de Comansa (desde el comercial hasta el de ingeniería).
"Nos metimos en la piel del gruista para que el nuevo diseño, aparte de satisfacer las necesidades funcionales, incluyese una escena bastante más emocional", afirma. "Hasta ahora, las cabinas han sido grises, frías, industriales… El reto es que el usuario se sienta cómodo en su ámbito de trabajo, una tendencia que se aplica en otros sectores, pero no tanto en la construcción".
Parece que lo han conseguido. La cabina Cube se divide en dos partes visualmente diferenciadas: una acristalada (que es donde la persona desempeña su trabajo) y una opaca (que sirve como almacenamiento). "Hasta ahora, en las cabinas los perfiles se fijaban los cristales", explica Larripa. Sin embargo, su diseño refleja una forma constructiva diferente que permite adaptarse a las necesidades técnicas y del operario, ocultando los perfiles bajo los cristales. "A nivel de visibilidad es una pasada", indica. "Estás como flotando en el aire".
El diseño transparente no responde únicamente a cuestiones estéticas, también funcionales. Al eliminar los perfiles, esta "perfecta" visión de la obra y del área de trabajo aporta al operador mayor control sobre las operaciones y el entorno. En definitiva, gana eficiencia y seguridad. Su forma de cubo tampoco responde al azar, sino que busca un máximo aprovechamiento del espacio, "que no se consigue con frontales curvos o cristales inclinados". Así, BigD ha aportado espacio y ergonomía para la persona.
Además, la nueva arquitectura de producto permite que, cambiando la longitud de los perfiles estructurales, con modficiaciones "mínimas" de los componentes externos e internos, se pueda obtener distintas dimensiones de la cabina. Esta disruptiva propuesta, que Comansa ya ha sacado al mercado, se ha visto reconocido con dos de los premios de diseño más prestigiosos del mundo, el IF y el German Design Award.