Más allá del H2020: Europa busca un nuevo marco para la innovación
Analizamos el papel de España en el gran instrumento de financiación de la UE y los cambios que vendrán com el próximo Horizonte Europa
29 enero, 2019 07:00No es que sea algo tan reconocido como el efecto 2000, pero para quienes están metidos en el mundo de la investigación, la tecnología y la innovación, el año 2020 ha sido y será, sin duda, un gran punto de referencia. "Habrá tantos objetos conectados en 2020", "esta tecnología se expandirá en 2020", y un largo etcétera de futuribles con deadline el próximo año al que se suma un poderoso concepto: el Horizonte 2020 o H2020.
Pues bien, con los pies ya plantados en 2019, el ambicioso H2020, un instrumento europeo dotado con 80.000 millones de euros para financiar a fondo perdido proyectos de ciencia e innovación, toca a su fin. ¿Y qué pasará después de que llegue a su meta? Que el llamado Horizonte Europa (con su límite en 2027) espera para coger el relevo. La Comisión Europea ya presentó su propuesta en junio con un presupuesto de récord: casi 100.000 millones de euros para financiar nuevos proyectos que la mayoría celebra y a los que algunos piden un poco más. El documento es todavía un borrador abierto a alegaciones y modificaciones y hasta finales de este año no estará listo el programa definitivo, pero los agentes implicados hacen ya balance y propuestas de cómo debe ser el marco que ajuste al gran espaldarazo económico de la innovación en Europa.
El rol de España
"España está desempeñando un papel muy activo en términos de participación en el Horizonte 2020", reconocen fuentes de la Comisión Europea. Tanto, que según los datos del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), el organismo gestor de la mayoría de estas ayudas en nuestro país, España representa el 10% de las convocatorias competitivas concedidas entre los 28 países miembro. "Para nuestras capacidades lo hacemos bastante bien", dice Javier García Serrano, jefe del departamento de liderazgo industrial. ¿A qué se refiere? A que ese 10% es una gran cifra si la comparamos con la aportación de nuestro país al PIB de la UE (7,6%) o al gasto medio en I+D (4,4%). Tanto, que casi pisamos el podio de los países más innovadores, al ser superados solo por Alemania, Reino Unido y Francia.
Y nuestra gran arma para recibir cada año de media unos 800 millones de euros dedicados a la investigación y la innovación son las empresas. Un 38% de los proyectos están liderados por ellas y un 20% por universidades, lo que prueba que, con sus dificultades, hay toda una apuesta de la empresa española por subirse al carro de la innovación. "España es uno de los puntos calientes en materia de compañías emergentes, ya que en los últimos años se han creado muchas pequeñas organizaciones muy ágiles, que disfrutan de los beneficios de una buena red interna de apoyo, como incubadoras o aceleradoras", explican fuentes de la Comisión Europea. Lideramos, de hecho, el instrumento Pyme dentro de las ayudas de la UE. Pero desde el CDTI lamentan que esa agilidad debido al pequeño tamaño es también, a veces, un lastre.
"El problema precisamente es que en España las empresas son muy pequeñas y por eso les cuesta dar el salto a la internacionalización", dice García Serrano. Sin embargo, reconoce que este es un mal "endémico de Europa", por lo que desde su institución reclaman que los nuevos planes para el fomento de la innovación y, por tanto, del tejido empresarial, deben facilitar la creación de sistemas de innovación para que las empresas crezcan. "Ahora no hay incentivos para que lo hagan", lamenta, y por eso apenas hay unicornios tecnológicos (empresas valoradas en más de 1.000 millones) en Europa. "Están casi todos en Asia y Estados Unidos", apunta.
Más allá del dinero
"Estamos financiando el beneficio económico de otros países", denuncia en el mismo sentido Áureo Díaz-Carrasco, director general de Fedit, la federación que aglutina a los institutos tecnológicos en nuestro país, responsables en muchos casos de acompañar a las empresas que solicitan formar parte del H2020. El problema, señala, se encuentra en la falta de continuidad, en la rotura de la cadena que se produce una vez se presentan los resultados de la investigación. "La evaluación de las propuestas debe tener más en cuenta el impacto en el mercado de los proyectos desde el principio", asegura. "Si no queremos que los resultados se queden en un cajón, que lleguen al mercado, tenemos que tener mucho más en cuenta esa vertiente", explica.
En el caso de H2020, y según parece también en el Horizonte Europa, las empresas presentan los resultados del proyecto, una vez finalizados, junto con un programa de explotación. Sin embargo, no hay ningún compromiso de continuidad. "Luego llegan firmas de China y Estados Unidos y licencian el producto en sus mercados, así que estamos financiando su beneficio", apunta. A su juicio, faltan otros agentes, como por ejemplo los fondos de capital riesgo, que permitan "compartir la financiación para llegar finalmente al mercado".
"Necesitamos que la regulación y la inversión estén alineadas", señala en la misma dirección el investigador Javier García, miembro del consejo de tecnologías emergentes del Foro Económico Mundial y director del laboratorio de nanotecnología molecular de la Universidad de Alicante. Que los fondos pasen de 80.000 millones a 100.000 es una buena noticia, pero no vale de nada por sí sola . "Tenemos que mirarlo de una forma más completa y alinear estos instrumentos con las regulaciones de Europa para que hagan más atractiva la inversión, que permita atraer talento y hacer crecer a las empresas".
Para García, se pone mucho dinero para favorecer los nuevos descubrimientos, "pero el desarrollo se ve limitado por una regulación que no le favorece". Hay que preguntarse qué papel quiere jugar Europa en el liderazgo tecnológico mundial, apunta, antes de hacer estos planes para que estos descubrimientos despeguen hacia nuevas empresas. Porque, asegura, "la brecha entre desarrollar la tecnología y comercializarla va más allá del dinero". Hoy somos líderes en ciencia frontera, la que empuja los límites del conocimiento, pero en un contexto internacional tan complejo, "hay que preocuparse porque esos esfuerzos en ciencia se conviertan en generación de riqueza". "Hablamos de innovación y no de ciencia, porque la innovación es ciencia más IVA. Y ese IVA hay que facturarlo", dice.
Y esta idea es especialmente importante ahora que se mira con lupa el Horizonte Europa, porque esta es la primera vez que la Comisión introduce en su programa marco el concepto de la innovación empresarial. "Esto supone un cambio de paradigma", reivindica el responsable del CDTI. "Los mensajes de futuro son razonables porque se apuesta mucho más por el desarrollo tecnológico de la innovación. Lo que ocurre es que, como en todas las políticas públicas de I+D, esto tiene que ir acompañado de medidas que concreten las palabras y eso no lo vemos tan claro", dice el responsable de Fedit. "El momento de pelear por los cambios es ahora, no se puede esperar a 2020", reclama.