‘Beautytech’, la nueva proporción áurea de lo bello
Las grandes firmas del sector de la belleza, como L’Oréal, se están reinventando digitalmente en todos los niveles de su cadena de valor
28 mayo, 2019 07:00Los matemáticos griegos, ya en el siglo III a.C., empezaron a investigar una regla que sería el estandarte de la belleza, la forma óptica y más placentera de representar no solo a personas, sino también edificios y cualquier cosa digna de ser admirada. Era la proporción áurea, una máxima ya olvidada en nuestros tiempos, pero que durante años y años supuso una auténtica revolución y un espejo donde los artistas de la época podían mirarse para establecer el canon de belleza perfecto.
Los tiempos han cambiado mucho, efectivamente, pero esa búsqueda incansable de la belleza no ha perdido ni un ápice de su urgencia. Ahora, esas reglas matemáticas han dejado paso a la ciencia de la cosmética y los grandes laboratorios que a ello se dedican. Pero incluso esa investigación basada en cremas, maquillajes y demás inventos está buscando un nuevo compañero de viaje para afrontar el sempiterno reto de la belleza ideal. Y, casualmente, esa compañera de fatigas no es otra que la transformación digital.
Pasamos así de la proporción áurea a la tecnología digital y surge un nuevo concepto a tener en cuenta: el beautytech. Innovación de base digital aplicada a nuestro rostro, cabello o piel en general que se manifiesta tanto de puertas hacia dentro de las empresas que operan en estas lides como en la experiencia que nos ofrecen a nosotros, los consumidores finales. "Las TIC están reinventando toda la cadena de valor de la empresa", reconoce Lubomira Rochet, Chief Digital Officer de L’Oréal. "Ahora podemos conocer mucho mejor a nuestros clientes y, a su vez, ello nos obliga a hacer cada vez productos más personalizados".
Para ello, lo primero es asegurarse de que esto sea físicamente posible. En el caso de la multinacional gala, se ha apostado por un nuevo enfoque de fabricación "más versátil, con líneas multiproducto", la omnicanalidad como máxima y grandes esfuerzos para integrar la impresión 3D en su oferta de productos, sin ir más lejos, a la hora de personalizar los envases de algunas de sus fragancias más emblemáticas o de realizar prototipos de nuevos productos que aún no han salido al mercado. También, por supuesto, por algo tan elemental como impulsar sus ventas digitales, "que ya representan el 12% de la facturación de L’Oréal", afirma.
Esa es la belleza digital que no se ve pero que resulta imprescindible para que la que está de cara al exterior pueda triunfar. En este último sentido, L’Oréal hizo una puesta de largo de multitud de innovación durante la reciente feria VivaTech, la más grande de Europa sobre asuntos digitales, incluyendo, por ejemplo, espejos virtuales dotados de inteligencia artificial y realidad aumentada para simular distintos colores de pelo o de pintalabios antes de que nos tengamos que arrepentir por una mala elección. El 50% de las mujeres no acierta con su tonalidad de maquillaje", defiende Rochet.
En ambos casos, L’Oréal se ha apoyado en la tecnología que heredó de Modiface, una compañía canadiense de IA que, en marzo del pasado año, se convirtió en la primera adquisición de la histórica enseña de cosmética que no tenía que no fabricaba ningún producto de belleza. Lo que sí fabricaban era parte de ese futuro de las beautytech: más de 200 publicaciones científicas y más de 30 patentes.
También sobre estos cimientos, L’Oréal está trabajando en aplicaciones móviles que permitan hacer análisis de piel, tanto para diagnosticar signos de envejecimiento (manchas, líneas de expresión, etc.) como de la protección ultravioleta necesaria para cada sujeto. Para lograrlo, el sistema compara en tiempo real las imágenes tomadas de la persona con una base de 10.000 instantáneas previamente procesadas.
Hasta aquí lo que L’Oréal está haciendo en su batalla particular. Pero como no hay un sólo tipo de belleza, tampoco se puede pretender abordar la ‘beautytech’ con un único actor del mercado. Por ello la cocreación y la innovación abierta son también elementos clave en la estrategia de firmas como L’Oréal, que cuenta en Station F (el icono de la innovación parisina) con una incubadora de proyectos tan dispares como Kadalys (que fabrica productos cosméticos basados en plátanos de productores locales) o Sillages (que fabrica perfumes que son diseñados a medida en función de los deseos del cliente en su página web).