El World Economic Forum premia la ‘diplomacia científica’ de esta española... y beca a Inés Arrimadas
La científica Marga Gual ha sido distinguida como una de las nuevas Young Global Leader por “repensar el futuro del liderazgo” a través de la llamada ‘diplomacia científica’ para “ayudar a generar consensos y afrontar desafíos compartidos”. El WEF también ha becado a la nueva presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas
11 marzo, 2020 07:00Un nuevo modelo de liderazgo global basado en la colaboración, la inclusión y el pensamiento a largo plazo y con la ciencia como nexo de unión. Esta es la idea que defiende la científica española Marga Gual, que acaba de ser seleccionada por el World Economic Forum (WEF) para su programa de Young Global Leaders. La nueva presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, también ha sido becada este año por este organismo internacional.
Cada año el World Economic Forum nombra a 20 líderes menores de 40 años de edad en Europa y 100 en todo el mundo. Marga Gual ha sido seleccionada este año por sus “esfuerzos en repensar el futuro del liderazgo”, a través de su participación en el programa australiano Homeward Bound en la Antártida, y en impulsar la diplomacia científica.
Hace tan solo unos meses, el pasado noviembre, Marga Gual participó en la mayor expedición de mujeres a la Antártida para promover este nuevo modelo de liderazgo. “La crisis climática no se puede reducir a un problema ambiental. El verdadero problema es una crisis de liderazgo a todos los niveles y en todos los sectores de la sociedad”, puntualiza Gual en una entrevista a INNOVADORES.
“La mayoría de los líderes mundiales toman decisiones sobre problemas que se originan a miles de kilómetros de distancia que nunca han experimentado o visto de cerca”, lamenta la española.
Precisamente, el programa Young Global Leaders del WEF promueve “este nuevo modelo de liderazgo inclusivo, colaborativo y responsable hacia el desarrollo sostenible”. En concreto, ofrece formación en las mejores universidades del mundo y oportunidades de establecer redes de colaboración y proyectos de alto impacto con líderes de todos los sectores para avanzar hacia un futuro sostenible. “Es una comunidad que busca el impacto colectivo a través de un enfoque multidisciplinario y multicultural”, lo que permitirá a Gual “continuar promoviendo el papel de la ciencia en el sistema y elevar los desafíos ambientales y tecnológicos a la cima de la agenda global”.
“La agenda y los actores están cambiando, y la importancia de la diplomacia científica solo crecerá a medida que los desafíos globales se vuelven más interconectados y multifacéticos”, asegura esta joven científica española.
Los valores de la ciencia
Gual, que subraya que “la ciencia es un lenguaje universal”, destaca precisamente los valores científicos de transparencia, racionalidad y universalidad, porque son los que “ayudan a generar consensos y afrontar desafíos compartidos”. Sin embargo, lamenta esta científica reconvertida en ‘diplomática’, “las palabras ‘ciencia’ y ‘diplomacia’ rara vez se pronuncian juntas” y es extraño que en las encorsetadas estructuras de la política exterior de los países se integren la ciencia, la tecnología y la innovación.
De hecho, aún resulta chocante pasar de la ciencia a la acción política. “En Australia, donde estudié un doctorado biología molecular vi el impacto del cambio climático en la Gran Barrera de Coral y descubrí que para hacer frente a cualquier desafío global solo era posible mediante acción política basada en la ciencia y coordinada entre todos los países”, recuerda. Para ello, incide, “el conocimiento científico no es suficiente. Hay que trasladarlo a la acción”.
Así, fue consciente de “la profunda división que existe entre la comunidad científica y la esfera política internacional” y decidió cambiar su laboratorio por las Naciones Unidas en Nueva York. En este organismo internacional descubrió “el potencial de la ciencia como herramienta diplomática para abordar desafíos transfronterizos que ningún país puede abordar por sí mismo”, entre ellos, algunos tan dispares como la crisis climática o la gobernanza de la inteligencia artificial, sin olvidar la epidemia del coronavirus, que requieren “mecanismos de diplomacia científica, tecnológica, ambiental y de salud, que van más allá de los instrumentos tradicionales de política exterior”.
La diplomacia científica, explica Gual, es “una herramienta de poder blando para suavizar tensiones políticas entre países cuando pasan por relaciones delicadas”. Ahora, esta joven científica española trabaja en todo el mundo para “elevar el papel de la ciencia en la diplomacia, entrenar a la próxima generación de líderes para abordar los desafíos globales y ayudar a acercar la ciencia a la sociedad”.
¿Qué es la diplomacia científica?
Este concepto y sus aplicaciones prácticas han ido ganando fuerza desde de que la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS por sus siglas en inglés) y la Royal Society de Londres publicara su primera definición y un marco teórico en 2010. Desde entonces, los ministerios de asuntos exteriores, los servicios diplomáticos, las organizaciones internacionales y las universidades comenzaron a usar el término y la diplomacia científica surgió como un nuevo campo profesional y de investigación.
rnGracias al empuje en Europa, España participa a través de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) en uno de los proyectos dedicados al estudio y fomento de la diplomacia científica. “Pero todavía falta mucho por hacer”, asegura Marga Gual. “Hay pocos países que promuevan las relaciones científico-tecnológicas y de innovación de la misma forma que las relaciones culturales, por ejemplo. Es un espacio de oportunidad: cada vez más países están formando profesionales para fortalecer los vínculos entre ciencia, tecnología e innovación y la política exterior”.