Que va a haber un mundo antes y después del coronavirus es algo que nadie pone en duda hoy. La crisis sanitaria en la que estamos inmersos dará paso (lo está haciendo ya) a una hecatombe económica a escala global que igualaría o superaría la que ya nos tocó vivir en 2008. Un escenario convulso en el que el rol de las grandes multinacionales será clave, tanto como tractores del tejido productivo como en su función de prescriptores de nuevos nichos de negocio.
Si a todo lo que conlleva el COVID-19 le unimos el auge más que probable del proteccionismo (siguiendo la estela ya existente con Donald Trump o Boris Johnson) al calor de la necesidad de reponer la producción local frente a la globalización, el panorama se vislumbra particularmente complejo. Y en medio tanto de la problemática de salud pública como de la guerra comercial, hay un nombre que sobresale entre la masa: Huawei.
La empresa china, foco de los ataques proteccionistas de Donald Trump durante todo 2019, ha presentado sus resultados financieros correspondientes al pasado ejercicio. Un período en el que, pese a todas las trabas encontradas por parte del gobierno norteamericano, ha logrado crecer en términos de facturación un 19,1% interanual, hasta los 858.000 millones de yuanes, equivalentes a 109.990 millones de euros.
Se trata de un dato sobresaliente, a pesar de encontrarse por debajo de la tasa agregada de crecimiento de los últimos cinco años, que ronda el 21%. Misma situación se replica al tratar los beneficios netos de la multinacional con base en Shenzhen: Huawei anota un incremento del 5,6% respecto a 2018, lo que representa 62.700 millones de yuanes (o 8.040 millones de euros), frente a la tasa agregada del 14% desde 2015.
Más paradigmático si cabe es que, pese al pánico que cundió entre la opinión pública ante el veto de Trump a los productos de Huawei, la unidad de consumo sigue siendo el principal motor de la firma. Y no sólo eso: también es la parcela que más crece. En concreto, este negocio representa alrededor del 54% de todo el músculo de la multinacional, creciendo un 34% anual; muy por encima del 34,5% que suponen los tratos con operadores de telecomunicaciones (crecimiento del 3,8% entre 2018 y 2019) y del segmento B2B (10,4% del total y un ascenso anual del 8,6%).
Un 2020 incierto
Hasta ahí la lectura del pasado, pero lo que nos depara 2020 es incierto cuanto menos. Durante la presentación virtual de los resultados financieros, Eric Xu -presidente rotatorio de Huawei- ha reconocido que "el mundo nunca había mas próspero y había estado más conectado, pero al mismo tiempo es cuando nos enfrentamos a los desafíos sociales más grandes de la historia, como la actual crisis del coronavirus".
De hecho, desde Huawei ya se muestran precavidos de cara a potenciales interrupciones de su producción a causa del COVID-19: "Si algunos de nuestros proveedores se ven incapaces de ofrecer suministros a Huawei, esto creará un desafío a largo plazo para nosotros en tanto que podríamos vernos incapaces de ofrecer nuestros productos. Definitivamente es un escenario que no queremos ver".
Para el directivo, la clave está en no parar el modelo de innovación y desarrollo económico. Y alerta del posible impacto de que el globo se sume al refuerzo del Estado-Nación y del proteccionismo sin justificación: "Sin un motor económico fuerte y sostenible, los problemas serán mucho más complicados de solventar. Y sin desarrollo nunca va a haber soluciones. Precisamente, la actual crisis de coronavirus nos demuestra que los grandes problemas solo pueden resolverse mediante la cooperación".
Un desarrollo que vendrá sustentado, como defiende Xu, en la tecnología, especialmente la de telecomunicaciones como sustento del resto. "Hay un gran lack en la conectividad en el mundo, que es un pilar fundamental para el desarrollo. Estamos haciendo un esfuerzo conjunto y global para establecer nuevas políticas que rediseñen las infrestructuras TIC".