Apps de seguimiento de contactos, también dentro de las oficinas y en tiendas
Las empresas y cadenas comerciales podrían lanzar sus propias apps de seguimiento de contagios con localización en el interior de sus instalaciones, al margen de las propuestas oficiales
20 mayo, 2020 16:00Desde el inicio de la pandemia de la COVID-19, muchas miras han estado puestas en cómo la tecnología podía ayudar a frenar la expansión del virus y, una vez se constató su virulencia, si serviría para ayudarnos en la vuelta a la nueva nueva normalidad. Un terreno donde pronto las aplicaciones de seguimiento de contactos se destaparon como las grandes protagonistas.
Estas apps, ya usadas en Corea del Sur o China con éxito (y en Singapur con un sonoro fracaso de adopción), permiten monitorizar las personas que han estado cerca de nosotros en los últimos días para que, en caso de que alguna resulte infectada por el coronavirus, recibamos una alerta para tomar las medidas pertinentes. Una forma de frenar los contagios en pleno desconfinamiento que emplea bien el geoposicionamiento del teléfono (GPS), bien la tecnología bluetooth.
Entre ambas alternativas, las soluciones basadas en la geolocalización compartida (GPS) "carecen de suficiente precisión", como han denunciado numerosos expertos, al mismo tiempo que representan un desafío a la privacidad en tanto que los datos son enviados a un servidor central. El bluetooth, sin embargo, resulta mucho más exacto y, además, posibilita modelos descentralizados y más respetuosos con la protección de nuestra intimidad, tal y como se está planteando en la futura app común europea (API común de Apple y Google de por medio).
Pero estas propuestas desde el lado institucional presentan obvias limitaciones tanto técnicas como legales. Vacío que algunas empresas privadas ya están buscando cubrir con aplicaciones complementarias que vayan más allá de lo que las aplicaciones oficiales van a ofrecernos.
"Ese paso más allá es la localización. Porque la app europea va a ser muy buena para hacer el seguimiento de los contactos de una persona, tanto en exteriores como en interiores, pero ese individuo puede que no haya estado cerca de un contagiado pero sí unos minutos después en el mismo lugar", explica Pedro Martínez Busto, responsable de desarrollo de negocio en Aruba.
Pone como ejemplo las oficinas o los establecimientos comerciales: "Un infectado puede haber estado en una sala de reuniones o en la misma tienda en la que luego vamos a estar nosotros. Con el seguimiento de contactos por bluetooth no se va a detectar ninguna alarma, pero si contamos con geolocalización dentro del mapa de un edificio o centro comercial podemos tener ambos históricos y combinar esa información para obtener un baremo de riesgo mucho más preciso".
Esta clase de iniciativas serían muy interesantes desde el punto de vista sanitario pero despiertan una duda inmediata: ¿Hasta qué punto puede una empresa o una tienda obligar a sus usuarios a aceptar esta intromisión adicional en su privacidad? "No hay que obligar ni forzar a nada. Es una tarea de concienciación y responsabilidad colectiva, de entender que es bueno para prevenir la transmisión de la enfermedad", argumenta Martínez Busto. "Es cierto que significa renunciar a cierta parcela de nuestra privacidad y que haya gente que no quiera que su empresa tenga esos datos. Por tanto sí, la tecnología es el menor de los problemas: el principal es ese ejercicio de hacernos a todos partícipes y que haya una difusión amplia de estas apps".
Más allá de estas aplicaciones podríamos decir "extendidas" para el seguimiento de contactos, los proveedores de tecnología como Aruba también están alentando al uso de otra herramienta mucho más básica para reducir las probabilidades de seguir dando coba a la COVID-19: nuestras redes WiFi.
"Con las redes WiFi podemos tener un control agregado del número de personas en una determinada zona o espacio, de modo que podemos evitar aglomeraciones", detalla el ejecutivo de la firma. "En caso de que se detecte que hay muchos usuarios conectados en un mismo punto, saltaría una alarma que impediría que las personas se acercaran y mantener, así, el distanciamiento social".