Junto a la red y las líneas que marcan el juego, un elemento perenne en las pistas de tenis y pádel son las pelotas, aunque no estén sobre la cancha. Su llamativo color amarillo hace que resalten en cualquier rincón. Consiguen así el propósito de la Federación Internacional de Tenis (ITF, por sus siglas en inglés), que en 1972 lo eligió, junto al blanco, como tonalidad oficial para que fueran más visibles en las retransmisiones televisivas.
La profusión de este color también llamó la atención de Emilio Bello y Manel Risa, jugadores de pádel amateur, cuando vieron que se acumulaban en los contenedores de desechos de los centros deportivos o quedaban abandonadas en sus instalaciones. La razón es que tras tres o cuatro partidos estas bolas reducen su presión y ya no sirven. Su vida útil es muy corta.
“Llevábamos tiempo estudiando cómo aplicar nuestra experiencia en el mundo del marketing a proyectos con impacto positivo. Después de barajar varias alternativas, empezamos a investigar qué se estaba haciendo con las pelotas de tenis y pádel usadas e identificamos una oportunidad de mercado”, cuenta Bello a D+I.
Así fue como en agosto de 2020 nació SecondSet. Su objetivo es potenciar el modelo de economía circular en el sector del deporte transformando un residuo –en este caso pelotas de tenis y pádel– en un recurso para fabricar nuevos productos.
Para sacar adelante el proyecto se unió poco después Ricard Martorell, como experto en materiales, para liderar la investigación junto al equipo de Eurecat, el Centro Tecnológico de Cataluña.
Un nuevo material más resistente y flexible
La producción mundial de pelotas de pádel y tenis anual es de, aproximadamente, 325 millones y sólo en Cataluña se consumen tres millones de este producto deportivo. Esto se traduce en 200 toneladas de residuo al año, según Eurecat.
Están fabricadas, principalmente, con caucho reticulado y fieltro de poliamida o nailon. Ambos materiales difíciles de reciclar y cuya descomposición en vertedero llevaría más de 100 años. Tampoco es aconsejable la incineración. Su reutilización se presenta así como la alternativa más sostenible.
“El fieltro, debido a su naturaleza termoplástica, es posible calentarlo hasta su temperatura de fusión para obtener de nuevo el material en forma de granza o pellet. De este se obtiene hilo para fabricar más fieltro u otro tipo de tejidos”, explica María Eugenia Rodríguez, directora de la Unidad de Composites de Eurecat, a D+I.
“En el caso del caucho, al ser un material reticulado, cuando se le aplica calor no funde, lo que hace más complicado utilizarlo para volver a fabricar pelotas a partir del residuo. Sin embargo, sí se puede emplear como carga dentro de un plástico para conferirle propiedades mejoradas”. En ambos casos, Rodríguez señala que también es posible su uso para fabricar piezas inyectadas o extruidas.
En SecondSet están trabajando a partir del caucho recuperado. Estudian varias formulaciones donde se ha ido variando la cantidad en su mezcla con plástico y, aunque las propiedades resultantes son diferentes, han observado una tendencia a la mejora de la flexibilidad y resistencia al impacto. “Esta nueva gama de materiales podrá ser utilizada para fabricar diferentes tipologías de piezas donde uno de los principales objetivos sea reducir la rigidez”, aclara Rodríguez.
Gracias a la versatilidad y a las propiedades del material, sería posible utilizarlo en diversos sectores. Sin embargo, Bello apunta a que “el objetivo principal de SecondSet es reintroducir los materiales en el sector deporte y comenzar con el tenis y el pádel”. Y así cerrar el círculo.
“Los primeros resultados nos dan una orientación de qué tipos de aplicaciones se pueden estudiar en función de la geometría de la pieza, su funcionalidad y costes objetivos”, concluye la directiva de Eurecat. Actualmente, el proyecto está en fase de desarrollo.