En España se recogieron 22,7 millones de toneladas de residuos urbanos durante 2018. Lo que supone un 0,8% más que el año anterior, según los últimos datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). De todos ellos, 18,3 millones corresponden a residuos mezclados y tan solo 4,4 millones a recogida separada. Solo estos últimos son susceptibles de ser tratados para otros usos.
Reducir la generación de desechos mediante actividades de prevención, reducción, reciclado y reutilización es una de las metas del número 12 de los 18 Objetivos de Desarrollo de Sostenible (ODS) promovidos por la ONU. Según su agenda, en 2030 se acaba el plazo para alcanzar, entre otros propósitos, un crecimiento económico apoyado en el consumo y la producción responsable.
Esto implica reducir el uso de recursos naturales –si seguimos como hasta ahora, en 2050 se necesitaría el equivalente a tres planetas para mantener el estilo de vida actual– y que los residuos que se generan se reciclen de manera adecuada para minimizar sus impactos negativos.
Entre las acciones que han de promover empresas y administraciones para favorecer un consumo más sostenible, se contemplan iniciativas que acercan esta problemática a los consumidores y les hacen partícipes de la solución.
Entidades de gestión de residuos como Recyclia y Ecoembes ya han puesto en marcha proyectos piloto para el paso de un modelo de reciclaje convencional a otro por incentivos. Es decir, se recompensa a los ciudadanos por depositar los productos que han finalizado su vida útil en el contenedor adecuado. En este caso, aparatos electrónicos y plásticos, respectivamente.
La eficacia y efectividad de ambas propuestas reside en gran parte en lo que ya se ha bautizado como contenedores inteligentes.
Se trata de máquinas de reciclaje que permiten registrar mediante un código quién está depositando un residuo y de qué tipo es. Así, es posible compensar al usuario por su acción al mismo tiempo que se gestiona el desecho de forma correcta.
Aparatos eléctricos y electrónicos
Getxo ha sido la localidad elegida por Recyclia para su experiencia piloto que, a su vez, se enmarca dentro del proyecto europeo CIRC4Life. El objetivo es estudiar la viabilidad de nuevos modelos de negocio basados en la economía circular y, por tanto, en la optimización de los recursos.
Para ello se ha diseñado una plataforma tecnológica que “recoge la información necesaria y ofrece herramientas que facilitan las siguientes acciones: consumo sostenible, reutilización y reciclaje colaborativos, trazabilidad de la sostenibilidad del producto a lo largo de la cadena de valor y cooperación de los actores en términos de economía circular”, explica Daizhong Su, coordinador del proyecto CIRC4Life y profesor en el Centro de Ingeniería de Diseño y Fabricación Avanzada de la Universidad de Nottingham Trent (NTU), a D+I.
En este centro de investigación han desarrollado la infraestructura de software. Lo que incluye, por un lado, la aplicación móvil para mostrar a los consumidores el coste ecológico –el impacto ambiental de sus compras– y los ‘eco-créditos’ –recompensa al consumidor–; junto el sistema informático para el reciclaje de RAEE (residuos de aparatos eléctricos y electrónicos), que maneja los datos del contenedor inteligente y los conecta el módulo de trazabilidad; además de los sistemas de incentivos, que facilitan a los consumidores intercambiar los ‘eco-créditos’ por descuentos en las tiendas participantes o donarlos para la plantación de árboles.
“Con este control de los datos en la gestión de los desechos con trazabilidad 100% se podrán frenar las acciones ilegales en el tráfico de residuos. Gracias a la tecnología big data, se obtendrá información de hábitos de consumo para justificar el ecodiseño y mejorar la imagen de la gestión de los residuos con una mayor implicación de los principales actores, los usuarios”, asevera José Antonio Alonso, director comercial de Recicla y Gana, a D+I.
Esta startup, dedicada desde 2012 al desarrollo de contenedores de “pago por generación”, da soporte a Recyclia en este proyecto. La tecnología que incorporan sus máquinas permite seleccionar si el producto electrónico desechado por el consumidor funciona o no. De esta forma, el residuo se entrega en el contenedor adecuado para proceder a su reutilización o reciclado.
En 2019, se pusieron en el mercado español 900.000 toneladas de este tipo de aparatos y se recogieron 430.000 toneladas de RAEE, según el ‘Informe Anual sobre tendencias en la industria del reciclaje de residuos electrónicos y pilas en España’. Con el incremento de la digitalización, se prevé que estas cifras vayan en aumento.
Gestión de residuos plásticos
En el caso de los envases, durante 2019 se reciclaron en nuestro país un total de 1.505.661 toneladas, que evitaron la emisión de 1,67 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera. Un dato positivo, pero que todavía no es suficiente.
Con el objetivo de mejorarlo desde Ecoembes lanzaron hace dos años Reciclos, con el que buscan nuevas fórmulas para incentivar la colaboración de los ciudadanos a través de acciones que impacten directamente en su entorno.
A partir de técnicas de blockchain, inteligencia artificial y reconocimiento de imagen las máquinas, instaladas en lugares de alta afluencia como estaciones de autobús o universidades, “son capaces de reconocer, clasificar y almacenar latas y botellas de plástico (PET) y aluminio, permitiendo la identificación del usuario vía app gracias a un QR, así como la asignación de recompensas”, explica Marcos Leyes, responsable de la solución Onesait Sustanaibility en Minsait, a D+I.
El consumidor tan solo tiene que utilizar su teléfono móvil para leer el código que aparece en la pantalla de la máquina tras depositar el residuo. Automáticamente recibirá una gratificación que designa el ayuntamiento, como pueden ser descuentos para el uso de instalaciones municipales o donaciones a una ONG.
Junto a la selección de las máquinas, Minsait, socio tecnológico de Ecoembes en el proyecto Reciclos, ha proporcionado APIs (en modo As a Service) para integrar y registrar todas las devoluciones de envases y las recompensas.
“También trabajamos en el desarrollo y el mantenimiento de las integraciones entre la app y los contenedores, facilitando el registro y gestión de tokens, y otras transacciones de operación, como incidencias o estadísticas de interacción ciudadano-máquinas”, describe Leyes. La implantación de este modelo de reciclaje por incentivos ya se ha iniciado en algunas localidades de Cataluña, La Rioja o Murcia, y está previsto que llegue a la mayoría de las Comunidades Autónomas durante el próximo año.