
Neus y Aída, en la planta piloto de extrusión e inyección de AIMPLAS.
El despertar de una vocación en tiempo real: así vive una niña de nueve años su primera visita a un centro tecnológico
DISRUPTORES organiza un recorrido guiado por el instituto del plástico AIMPLAS en el que Neus, una investigadora con 20 años de experiencia, descubre un nuevo mundo a Aída, estudiante de 4º de Primaria.
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No sabemos si es porque está impresionada o porque todo infunde demasiado respeto aquí, pero lo cierto es que este peculiar paseo le ha dejado casi sin palabras. También es posible que a sus nueve años nunca se haya visto en una situación como esta.
Una investigadora de primer nivel dándote una clase magistral privada mientras un fotógrafo te dispara durante más de una hora es algo muy complicado de gestionar. Y más a esa edad.
Ella se llama Aída Esteller, una niña valenciana convertida en protagonista de la edición especial que cada año publica DISRUPTORES para conmemorar el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
Sobre el papel, la idea es brindar a una niña la oportunidad de realizar una visita exclusiva a un centro tecnológico de la mano de una de sus reputadas investigadoras. Que la pequeña tenga la oportunidad de aprender de primera mano todo lo que aquí se cuece. Que curiosee. Que pregunte si tiene alguna duda.
Y, lo más importante, que se convierta en símbolo de algo sobre lo que es conveniente incidir: las niñas con inquietudes científicas y tecnológicas necesitan referentes porque sólo así se puede combatir la innegable brecha de género que existe en el sector.
Es la hora de la siesta en un frío lunes de febrero y llega Aída puntual a su cita, acompañada de su madre y su hermana. Estamos en el Instituto Tecnológico del Plástico (AIMPLAS), en el parque tecnológico de Paterna (Valencia).
Su gesto ya denota cierto interés por lo que está a punto de suceder. Cabecea afirmativamente y pronuncia un tímido "sí" cuando le preguntamos si siente curiosidad por la ciencia y la tecnología. Ladea su rostro hacia la derecha y pone gesto pensativo cuando tiene que contestar sobre qué es un centro tecnológico.
11-F. Día de la Niña en la Ciencia. Visita guiada a AIMPLAS.
Antes de que responda aparece a lo lejos Neus Soriano, investigadora líder del Laboratorio de Caracterización. Es ella la que va a llevar a Aída por casi todos los rincones visitables de AIMPLAS. Desde el momento en el que se conocen, Neus y Aída parecen sumergirse en una burbuja.
La impresión, desde fuera, es que ambas disfrutan a su manera. La investigadora, explicando de manera magistral y muy comprensible entresijos técnicos que parece imposible poder explicar sin usar lenguaje especializado; la niña, clavando su mirada en cada espacio y tocando -cuando se puede- algunas piezas.
"Alguna vez había guiado a niños, en general, cuando vienen de algún colegio o instituto, pero en grupos más numerosos y normalmente un poco más mayores. Para mí siempre resulta muy gratificante hacer este tipo de actividades porque ellos son nuestro futuro", concede la investigadora de AIMPLAS.
AIMPLAS, cabe recordar, es un instituto tecnológico con más de 30 años de existencia en el que la protagonista es la cadena de valor del plástico, en el que el foco es la fórmula de las tres 'R' -reducir, reciclar y reutilizar- y al que recurren empresas de sectores como la movilidad, la agricultura o la construcción para optimizar procesos, desarrollar productos, testarlos en laboratorio, asesorar en diseño de producto o en acreditaciones normativas…
El material protagonista -el plástico-, la amplia variedad de sectores con intereses en este centro y el hecho de que el gran reto de la sostenibilidad esté presente por doquier convierten este complejo de edificios en algo que intimida.
Neus se lo hace saber a Aída y los presentes bromeamos: "¿Cómo no va a estar impresionada si aquí estamos todos con la boca abierta?".
Ver y tocar
La primera parte de la visita, por lo que contará después, es una de las que más sorprende a la niña. Es el LivingLab, ubicado en los exteriores del edificio principal del centro. En él se pueden ver in situ aplicaciones de varios proyectos para exterior participados por AIMPLAS.
Ver cómo se puede asfaltar una carretera reutilizando tapones de botellas o cómo residuos de arroz se pueden convertir en perchas para la ropa es algo que hace que Aída abra los ojos. Literalmente se ha quedado sin palabras, pero hablan sus gestos. La pillamos separándose un poco del grupo y tocando esa percha como para cerciorarse de que le podría servir para colgar cualquiera de sus vestidos y que, si lo hiciera, estaría siendo más respetuosa con el medioambiente.
También toca Aída ese material para revestimiento en el sector de la construcción desarrollado a partir de colchones usados o este otro calefactable para conseguir que los azulejos de nuestra casa contribuyan a una calefacción con menos consumo energético.
La siguiente parada es en la planta piloto de inyección y extrusión. Quizá es la parte más técnica de la visita, pero Neus confiesa en este punto que tiene un hijo de la misma edad que Aída y que le ha servido para prepararse la charla y no resultar demasiado técnica.
La niña lo agradece y atiende muy atenta a las explicaciones sobre cómo diseñar una botella a partir de materiales sostenibles. "En cuarto de Primaria se introduce al alumnado en temas de plástico, algo que en nuestra época era impensable. Eso es muy positivo en términos de concienciación", remarca la investigadora durante la visita.
Aída sonríe cuando le decimos que, después de esta clase magistral en AIMPLAS, ya va a saberse todos los conceptos cuando el tema salga en clase. Nos confesará después que es ella misma la que tiene que dar una charla a sus compis al día siguiente de la visita. Por eso sonreía.

Aída y Neus, en el LivingLab de AIMPLAS.
Llegamos a la planta de reciclado. De nuevo ojos y bocas abiertas. Javier Grau (investigador de reciclado mecánico) ha conectado específicamente para Aída el separador óptico, una máquina que mediante visión inteligente detecta diferentes compuestos y separa residuos en función de esa composición. Es un espectáculo ver cómo algunos envases saltan por los aires en dirección a un compartimento diferente al que van a parar otros recipientes.
"¡Ah, miraaa!", exclama Aída señalando con el dedo ese movimiento. Sus ojos no dejan de moverse de un lado a otro. Mientras Neus sigue haciendo gala de sus conocimientos y su experiencia -dos décadas cumple este año en AIMPLAS-, su joven invitada la mira fijamente, pero al mismo tiempo dirige la vista a alguien que pasa con algo en la mano que seguramente le ha llamado la atención. Está atenta y concentrada.
La visita acaba en los laboratorios, o lo que es lo mismo, en el lugar donde este instituto tecnológico se asegura de que todo cumple con los parámetros que se desean. Cuánto peso o calor soporta un determinado material, cuántas partículas emite un compuesto y si son perjudiciales para la salud, qué grado de seguridad tiene un determinado alimento colocado en un recipiente elaborado a partir de un determinado biomaterial…
Aquí es cuando Aída asiente y toma nota mental de la lección más valiosa de todas: "El plástico es el material más seguro que existe porque es el que se somete a más controles y a más regulación", remarca Neus.

Aída y Neus, con la planta piloto de extrusión e inyección de AIMPLAS al fondo.
Aquí es cuando Aída descubre la importancia del ecodiseño y la regla de las tres 'R'; cuando nos deja claro que en su casa se recicla; y cuando nos dice que las aplicaciones en agricultura, las perchas hechas con restos de arroz o los tapones convertidos en asfalto son tres de las cosas que más le han impresionado.
Nos enteraremos con posterioridad de que por la noche Aída se lo ha contado todo a su padre. "Estaba muy emocionada", nos revela Lucía, su madre. No sabemos cómo le fue la charla con sus compañeros y compañeras del colegio Profesor Bartolomé Cossio de Valencia, pero seguro que genial.
Porque ella se convirtió por unos minutos en referente para sus compañeras de igual forma que horas antes Neus se había convertido en referente para ella. De igual forma que también lo es una de sus primas, que estudia un doctorado relacionado con la astrofísica.
Despertar vocaciones en edades tempranas es una de las soluciones para tratar de que la brecha de género se acorte de una vez. Neus es un ejemplo de liderazgo femenino en un mundo dominado tradicionalmente por hombres y Aída seguramente también ha tomado nota mental de eso, aunque sea de manera inconsciente. Le servirá en el futuro.
DÍA DE LA MUJER Y LA NIÑA EN LA CIENCIA
Repasa todos los contenidos de la redacción de DISRUPTORES en esta efeméride para despertar vocaciones en STEM y crear referentes femeninos: