La resistencia al cambio, la desigual evolución entre la tecnología y su aplicación real, la gestión de los datos sanitarios, la búsqueda de talento o la regulación son algunos de los retos que afronta la neurociencia aplicada a la salud, según han desgranado diferentes expertos durante la mesa redonda titulada Cómo la Neurociencia está mejorando la salud mental y la inclusión.
Esta conversación se ha celebrado en el marco de la presentación del segundo de los retos de I+D+I elaborados por la Universidad Carlos III de Madrid, que ha tenido lugar en el Parque Científico de la UC3M, donde representantes del ecosistema investigador y del empresarial han conversado sobre cómo las herramientas tecnológicas han protagonizado un salto cualitativo en este campo científico.
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Por un lado, en la parte investigadora han participado Alfonso Mendoza, investigador del Laboratorio de Ciencia e Ingeniería (BSEL) y director del nuevo Grado en Neurociencia de la UC3M, el primero en España de esta disciplina; Lourdes Moreno, investigadora del grupo Human Language and Accessibility Technologies (HULAT) de la UC3M y subdirectora del CESyA; y Wilfried Coenen, investigador del grupo Mecánica de Fluidos de la UC3M.
Mientras, en la parte empresarial han intervenido Antonio Artés, investigador y cofundador de eB2 - Evidence Behavior; Teresa Arias, responsable de colaboraciones científicas de Siemens Healthineers España; y Sergio González, Innovation Lead de EIT Health Spain.
Una aliada indiscutible
En los últimos años la tecnología se ha convertido en una aliada indiscutible para la mayoría de ramas sectoriales, con especial impacto en las relacionadas con el ámbito de la salud. En la neurociencia no iba a ser menos. Diferentes herramientas como la inteligencia artificial o el aprendizaje automático han demostrado tener una gran utilidad para avanzar en especialidades como la radiología, la genética o la patología gracias al análisis de una gran cantidad de información que ayudan al diagnóstico y la detección de patrones.
Así, Mendoza, el encargado de romper el hielo en esta conversación, ha precisado que la neurociencia y la tecnología son "dos partes perfectamente interconectadas" y que se "retroalimentan de manera continua". "La tecnología nos permite conocer mejor el funcionamiento del sistema nervioso y un mejor conocimiento del sistema nervioso nos ayuda a mejorar la tecnología", ha puntualizado.
Uno de los ejemplos reales de la sinergia entre ambos aspectos ha venido de la mano de Artés, que ha explicado que su startup se dedica a desarrollar soluciones para el seguimiento y el cuidado de la salud mental, para lo que trabajan con herramientas como la inteligencia artificial. Según ha precisado, a través de los datos que recopilan de dispositivos como móviles o smartwatches, junto al historial clínico, son capaces de obtener marcados que les ayudan a tener indicadores del estado cognitivo o emocional.
Coenen, en la misma línea, ha desgranado algunos ejemplos muy concretos donde la tecnología ha supuesto un factor diferenciador para avanzar en la neurociencia. Tal y como ha apuntado, la utilización de estas herramientas ha conseguido reducir los tiempos en los diagnósticos y aumentar la precisión, "mejorando año a año". "La tecnología, realmente, facilita nuevas vías y en el futuro nos facilitará el trabajo muchísimo", ha afirmado.
En su turno, Arias ha traído a colación la inteligencia artificial, una de las tendencias tecnológicas que más ha impactado en los últimos años en todo tipo de sectores, incluido el de la salud. La representante de Siemens Healthineers España ha apuntado que están abordando este fenómeno con expectación, pero también con calma, ya que son aplicaciones y herramientas "que, realmente, pueden cambiar la vida a una persona".
Moreno, por su parte, ha insistido en la importancia de cuidar que la relación entre tecnología y neurociencia no incremente las desigualdades, por ejemplo, en el caso de las personas con algún tipo de discapacidad. La investigadora ha explicado que la unión de ambos conceptos debe orientarse a ofrecer experiencias más personalizadas o adaptativas que hagan la vida más fácil a los grupos más vulnerables.
Durante su intervención, González ha hecho referencia al panorama regulatorio, marcado por la reciente luz verde al Espacio Europeo de Datos Sanitario, impulsado por Europa. El representante del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología ha explicado que esta normativa puede cambiar el tratamiento de la información sanitaria de cara a la investigación, abriendo un campo más grande para el uso de los mismos.
Todos los ponentes han coincidido en resaltar la importancia de una gestión responsable de la información, ya que se trata de datos de especial sensibilidad al estar relacionados con la salud de las personas. Por ello, abogan por una aproximación ética y segura que garantice la privacidad y evite los riesgos asociados.
Retos para el futuro
La sinergia de ambos conceptos no está exenta de retos y, entre ellos, Mendoza ha mencionado la evolución asimétrica entre las herramientas tecnológicas y el conocimiento en sí mismo. Según ha explicado, la tecnología ha evolucionado tan rápido que existen, actualmente, tendencias o sistemas como la inteligencia artificial o el análisis de datos que permiten avanzar o anticipar hacia aspectos que aún no se pueden aprovechar extensamente porque los estudios sobre esos campos son muy preliminares.
Por su parte, Arias ha destacado como otro de los desafíos pendientes la resistencia al cambio que existe, en ocasiones, en este ecosistema. La representante de Siemens Healthineers España ha precisado que, aquí, es decisivo el trabajo de la universidad para garantizar una integración más fluida de dichas herramientas tecnológicas.
Artés se ha mostrado de acuerdo con Arias en este punto y, además, ha añadido como otro de los retos que afronta este sector el cuello de botella que se produce por las consideraciones relativas al tratamiento de los datos. Según ha recordado, en regiones como Madrid existen diferentes expedientes clínicos por paciente que no están interrelacionados y que ni siquiera son compatibles entre sí. "Por una parte hay un potencial tremendo, pero por otro es complicado en el ecosistema sanitario por los frenos que en algunos casos se dan", ha insistido.
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Mientras, González ha insistido en el tema de la regulación, de la que ha dicho que, en multitud de ocasiones, va por detrás de la propia evolución tecnológica. También, ha añadido que es esencial garantizar un acceso universal a todas las herramientas para evitar que existan desigualdades o que se agranden las ya existentes.
Por su parte, Moreno ha precisado que otro de los retos a abordar está relacionado directamente con la humanización de la tecnología, especialmente en áreas como la tratada en esta conversación, que afecta directamente a la salud de las personas. Además, en relación a ella, ha señalado que hay que avanzar hacia una mayor personalización.
Coenen, en su turno, ha mencionado la diferencia de inversión que existe entre el sector público y el sector privado en este tipo de tecnologías aplicadas al ámbito de la neurociencia. El investigador ha afirmado que es necesario "hacer un esfuerzo" para equilibrar esta desigualdad y que este campo no quede "únicamente en manos del sector privado".
Todos han coincidido en destacar la necesidad de profesionales más "interdisciplinares" que dispongan de conocimientos en diferentes áreas. Aquí, han precisado, tiene un papel relevante la universidad, dado que es la encargada de formar perfiles "capaces de hablar con distintos interlocutores", es decir, que tengan la mente "suficientemente abierta" para interaccionar con distintos nichos de trabajo.