"Ha llegado tarde pero lo ha hecho con mucha fuerza". Estas palabras de Noemí Brito, socia responsable del área de LOTS, IP y Nuevas Tecnologías de KPMG Abogados abrían un encuentro en que si algo quedó patente es que la inteligencia artificial supone un desafío para los paradigmas tradicionales en el derecho, con sus luces y sus sombras como cualquier transformación.
Luces porque, como señalaba Manuel Uguet, Chief Sales Officer en Grupo Logalty, "esta tecnología está permitiendo agilizar tareas que antes requerían de mucho tiempo como la búsqueda y extracción de información, por ejemplo. De hecho, ahora mismo, todas las empresas del sector están investigando qué pueden hacer con la IA, cómo pueden mejorar su trabajo, a qué pueden aplicarla...".
Identificar esos casos de uso que, como apuntaba Cristina Carrascosa, abogada y CEO de ATH21, son tan variados como tipos de empresas legales existen: "Hay que diferenciar entre grandes, pequeñas y especializadas como es nuestro caso, donde la inteligencia artificial no la utilizamos tanto para analizar documentación sino para escalar y rediseñar o generar nuevos servicios y llegar a nuevos públicos".
Una estrategia más allá de la tecnología
Aunque actualmente el interés por la IA es generalizado, como todos coincidían en señalar, como ocurre con cualquier otra tecnología requiere de una estrategia clara de qué se quiere transformar y con qué objetivo.
"Estamos en un momento dulce en el que esta tecnología ha supuesto un cambio cualitativo para que el sector legal abrace la tecnología pero es necesario aplicar la IA con mesura, eficientando lo que ya tenemos y con una estrategia clara de lo que buscas. Tu no te transformas solo por incorporar una tecnología u otra", exponía Noemí Brito, de KPMG Abogados.
Un punto en el que demás France Vidal, VP Legal & Compliance de Signaturit Group, quiso destacar la importancia de la supervisión humana "que además en el ámbito legal muchas veces la propia normativa lo exige” así como la necesidad de regular la aplicación de la IA "ya que muchos comienzan a pensar que, por ejemplo, la IA generativa ofrece un valor si no igual similar al que aporta un abogado y claro eso supone un riesgo y requiere un cambio también en nuestra propia labor".
Riesgo sobre el que también alertaba Manuel Uguet, desde Grupo Logalty, que insistía en la necesidad de que el profesional revise y valide lo que la inteligencia artificial propone y en la necesidad de que la fuente de la que extrae esa información sea fiable.
Pero Manuel Uguet ponía sobre la mesa otro aspecto muy relevante y que radica en cómo, con la IA, comienza a ser necesario incluso repensar los honorarios que perciben abogados y compañías legales, "que ya caminamos hacia un modelo de cobro a éxito".
Y es que, añadía sobre este aspecto Cristina Carrascosa de ATH21, es un debate que ya existe. "Si con la inteligencia artificial vamos a poder hacer determinados procesos y tareas más rápido, el propio cliente nos va a pedir o una reducción en nuestros honorarios o un cambio de modelo en el que le aportemos nuevos valores y servicios".
La regulación sin duda es otro de los desafíos que se abren con la irrupción de la inteligencia artificial y más si cabe en un sector como el legal, donde la norma es la base de cualquier actuación.
Así France Vidal desde Signaturit Group reclamaba la regulación de cómo aplicar esta tecnología pero también reclamaba una mayor facilidad para aplicar las múltiples normativas que se están dando.
"Las reglas son más que necesarias pero ¿tantas?. Además, es necesario que nos permitan, internamente, una mayor libertad para adaptaros a esas normas y sobre todo que tengan en cuenta el tamaño y capacidad de cada empresa para cumplir con las mismas".
Más allá de la legislación desde KPMG Noemí Brito también reclamaba que ese desarrollo de la inteligencia artificial responda a criterios responsables y éticos.
"El gran reto es incorporar la IA ética y eso va mucho más allá de la regulación que, en Europa, en ese sentido es prolífica; de hecho, exportamos muchas más reglas que tecnología", afirmaba con cierta ironía.
Algo que compartía el resto de expertos y que, como ponía de manifiesto France Vidal no es igual fuera de España o Europa, “donde sí se está regulando teniendo en cuenta aspectos como la ética o la privacidad”.
"La ética del algoritmo no es tan importante en otros países y ese es un problema con el que van a tener que lidiar las empresas españolas y europeas que operan o quieren hacerlo internacionalmente", apuntaba en ese sentido Cristina Carrascosa que también recordaba que es importante que "toda esta transformación, la IA y las posibilidades que ofrece llegue también a los profesionales autónomos, muy presentes en el sector legal".
Y, como siempre que se habla de tecnología y digitalización, un mensaje unánime: educar digitalmente a la sociedad, a toda ella y especialmente a los más desfavorecidos "para que nadie se quede descolgado".