Elena García Armada (Valladolid, 1971), ingeniera especializada en robótica, ha resultado ganadora del Premio Popular del European Inventor Awards 2022. Se trata de los premios de más prestigio que entrega la Oficina Europea de Patentes (EPO, por sus siglas en inglés) y, en este caso, cae del lado de esta científica del CSIC que ha dedicado gran parte de su carrera a desarrollar un exoesqueleto que permita a los niños con atrofia muscular volver a caminar.
"El voto popular por Elena García Armada honra la determinación, el ingenio y la contribución de esta inventora excepcional, que ha aprovechado su experiencia y conocimientos en robótica y tecnología sanitaria para mejorar la vida de muchos niños", indica António Campinos, presidente de la Oficina Europea de Patentes, en el comunicado oficial.
Uno de los primeros vídeos de su invento vio la luz en 2013 despertando mucho interés entre la comunidad científica. Se trataba del primer exoesqueleto pediátrico del mundo. En estos nueve años que han pasado desde aquellas imágenes, García Armada ha perfeccionado junto a su equipo aquel primer prototipo, bautizado como Atlas 2020, a una versión más evolucionada, el Atlas 2030.
La importancia de Daniela en su carrera
Llegar al punto donde se encuentra ahora ha sido fruto del trabajo y de la casualidad. García Armada estudió ingeniería industrial en la Universidad Politécnica de Madrid, donde obtuvo su doctorado en robótica en 2002.
Posteriormente, realizó investigaciones en el Leg Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) y desde entonces ha trabajado en el Centro de Automática y Robótica (CAR) –un centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Politécnica de Madrid–.
Allí se centró en el estudio y desarrollo de exoesqueletos para la industria pesada. Hasta que en el año 2009 conoció a Daniela.
“Daniela por entonces tenía 9 años y quedó tetrapléjica tras un accidente de coche. Sus padres se acercaron al CSIC para plantear la posibilidad de aplicar la robótica para ayudar a su hija y nos pusimos manos a la obra”, recuerda en la entrevista que concedía hace escasos días a D+I.
En ese momento los únicos exoesqueletos que existían eran para adultos, tecnología en la que se viene trabajando desde la década de 1960. “Logramos importantes avances que llamaron la atención a muchas familias y médicos de todo el mundo, y que nos animaron a seguir profundizando para desarrollar lo que es hoy el exoesqueleto Atlas 2030”, afirma.
El invento que la ha convertido en ganadora del premio de la EPO es un traje ajustable de titanio con sensores, software y diferentes piezas mecánicas, conectado a una batería y a una red de pequeños motores.
Los componentes funcionan como articulaciones que se ajustan al cuerpo y magnifican los movimientos suaves. Al mismo tiempo, se adaptan a cada niño, de entre 3 y 10 años, a medida que avanza en sus sesiones de rehabilitación muscular. El exoesqueleto se puede ajustar en menos de ocho minutos.
De la ciencia ficción a la realidad
Para la comercialización e industrialización de su invento, en 2013 nació Marsi Bionics. Una spinoff del CSIC que se ha convertido en la herramienta para transferir a la sociedad un proyecto que comenzó en el ámbito público y, gracias a la cual, “hemos podido hacer toda la investigación clínica necesaria para desarrollar este dispositivo”.
[Estos son los planes de futuro de Elena García Armada para su exoesqueleto pediátrico]
Su exoesqueleto pediátrico ya está en uso en la Fundación NIPACE, centro de referencia para niños con parálisis cerebral en Guadalajara; y en la Asociación Atades, en el Colegio Especial San Martín de Porres en Zaragoza. Además de la financiación pública conseguida estos años (“especialmente de la Unión Europea”), desde 2019 el CSIC forma parte del accionariado de Marsi Bionics.