Ariadna Farrés, la matemática que comanda la misión Hypatia II para simular las condiciones de vida en Marte
“El desarrollo tecnológico nos enfrenta a cuestiones éticas, como ¿qué tipo de sociedad construiríamos en Marte si algún día llegamos a colonizarlo?”, plantea la investigadora.
17 marzo, 2024 02:30La Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) fue testigo de su licenciatura de Matemáticas, primero. Después, Adriana Farrés cursó doctorado en Matemáticas Aplicadas. Es especialista en astrodinámica, un área de conocimiento a caballo entre las matemáticas y la ingeniería aeroespacial.
Estudia el movimiento de los satélites artificiales en el espacio, desde las trayectorias naturales existentes hasta qué tipos de maniobras es preciso realizar para llegar de un punto a otro con el mínimo coste. Amante de la ciencia y de la naturaleza, sueña con realizar un viaje largo, mochila al hombro, atravesando montañas y viviendo con lo mínimo. De momento, se conforma con explorar los distintos parques naturales de Estados Unidos.
Primero, Estados Unidos. Después, la exploración espacial. “Nos hace plantearnos muchas cosas. Están las típicas preguntas científicas de qué hay en el universo, cómo se formaron las estrellas o qué es un agujero negro… Y los desarrollos tecnológicos que debemos hacer para diseñar sistemas de navegación o llegar a Marte", apunta Farrés.
"Pero también nos plantea preguntas éticas: ¿A quién pertenece la luna? Si un día 'colonizamos' Marte, ¿qué tipo de sociedad construiríamos allí? Por eso hay tanta gente que siente fascinación por el espacio”, añade.
Para resolver algunas de estas cuestiones, ya formó parte de la misión Hypatia I, el año que viene se embargará en Hypatia II, con otras ocho mujeres investigadoras. El objetivo de esta tripulación es recrear las condiciones de vida de Marte en el desierto de Utah.
Una STEM sin referentes
Su vocación STEM venía de serie, como la dislexia, que alejó pronto su foco de las asignaturas de letras y dirigió su interés hacia la física, encontrando estimulante entender cómo funcionaban las cosas y lo que las personas eran capaces de hacer mediante el uso de la tecnología.
“Yo nunca tuve referentes femeninos”, sentencia Farrés, quien considera muy importante que las niñas conozcan a mujeres dedicadas a la ciencia, en campos distintos. “Todos los científicos que tenía como referentes han sido siempre hombres. Creo que si las hubiera conocido a ellas, antes, no hubiera dudado tanto de mis capacidades, te saca mucha presión de encima”, añade.
Al preguntarle por hitos concretos de su carrera, esta matemática recuerda cuando llevaba un par de años trabajando para la NASA, dentro del proyecto Roman Space Telescope, y tuvieron que pasar uno de los reviews internos.“Mientras preparaba y maqueteábamos todos los resultados con el resto del equipo de dinámicas de vuelo, me di cuenta de que yo era la que llevaba todo el tema de maniobras de control en la estación. Era la experta del equipo. En ese momento fui consciente de que estábamos preparando una misión real, un telescopio que en unos años iría al espacio y que yo estaba participando activamente”, comparte.
Habla del proyecto Hypatia. Una misión análoga en el desierto de Utah, a partir del cual, junto a otras seis mujeres, pasaron quince días (el año pasado) simulando lo que sería una misión al planeta rojo. “Yo era una de las científicas de la misión, llevaba un proyecto de navegación en Marte. Pero también era la responsable de seguridad y salud. Cada una de las tripulantes ostentaba un doble rol, teníamos nuestro propio proyecto científico relacionado con el destino, pero también debíamos encargarnos del mantenimiento de la estación”, explica.
Para entenderlo, la estación análoga Mars Dessert Reasearch Station (MDRS) está compuesta por cinco módulos principales. “El primero: MainHab, donde tenemos las zonas comunes, habitaciones y cocina. Por otro lado, un hibérnalo (GreenHab) donde cultivamos algunas hortalizas como tomates, pepinillos y lechugas. Aparte, un módulo científico (ScienceDome) donde se encuentra un gran laboratorio para hacer todo tipo de experimentos, además de uno de reparación (la RAM) que alberga herramientas para poder corregir lo que pueda fallar en la estación".
"Por último, otro módulo de observación donde hay un telescopio solar”, enumera Ariadna. Todos están conectados por unos túneles para ir de un sitio a otro. Y el conjunto hay que visualizarlo en medio de un desierto, rodeado de montañas y arena.
A Marte sin billete de vuelta
Un viaje a Marte, hoy, duraría en torno a seis o nueve meses, un trayecto muy largo para una tripulación en una nave espacial que debería autoabastecerse. “Hacer el viaje más corto implica tener sistemas de propulsión mucho más potentes de los que tenemos. Es muy difícil poner una fecha a cuando veremos las primeras misiones tripuladas a Marte, pero sobre todo nos tenemos que preguntar: ¿Vamos con billete de vuelta o para quedarnos?”, se plantea.
A esto hay que sumar el hecho de que en este momento no existe un material aislante completo que proteja a los astronautas de la radiación solar.
El sector aeroespacial ha sufrido un gran cambio en esta última década, la privatización del espacio ya es una realidad. Los sectores que están invirtiendo más pertenecen al ámbito de la conectividad y el internet de las cosas. “Y tener al sector privado invirtiendo en espacio es genial porque ayuda a dinamizar el desarrollo tecnológico", asevera.
"Si yo tuviera la posibilidad de escoger, me gustaría que se pusieran esfuerzos en volver a la Luna o enviar sondas para visitar las de Júpiter y Saturno. De esta forma podríamos entender mejor cómo se formó el sistema solar. Sin olvidarnos de crear telescopios más potentes para poder estudiar exoplanetas y descubrir si hay más como la Tierra alrededor de otras estrellas”, anhela.
Confiesa que hace tiempo que ha dejado de mirar a largo plazo. “No sé dónde quiero estar dentro de diez años, lo que tengo claro es que quiero ver lanzar las dos misiones en las que estoy trabajando en la NASA (Space Weather Follow On -SWFO- y Nancy Grace Roman Space Telescope -RST-). Esto pasará en los próximos dos años. También comprobar cómo evolucionará el proyecto Hypatia”, concluye Ariadna Farrés.
De momento, en 2025, se llevará a cabo la siguiente misión análoga (Hypatia II) con una nueva tripulación femenina. Junto a Farrés, el equipo lo completan la también matemática Anna Bach, la ingeniera mecánica Helena Arias, la geóloga Marina Martínez, la ingeniera en telecomunicaciones Mònica Roca, la publicista Jennifer García, las ingenieras aeroespaciales Estel Blay y Laura González, y la nanotecnóloga Lucía Matamoros.