Erel Margalit es uno de los personajes más conocidos en la escena del capital riesgo internacional. Su fondo, JVP Investments, ha recaudado más de 1.400 millones de dólares desde su creación en 1993. Presume, además, de haber protagonizado más salidas que ningún otro inversor israelí en la historia, incluyendo negocios tan lucrativos como la OPV de QlikTech (valorada en 2.500 millones) o la venta de Chromatis Networks a Lucent por 4.800 millones. Bajo el paraguas de este fondo hay también otros grandes nombres propios como Altair Semiconductor, Cyber-Ark, Qlipso o Cogent Communications. Y, para cerrar el círculo, Margalit se ha lanzado en los últimos años a la construcción de centros de innovación especializados en verticales como los medios de comunicación o la alimentación, incluyendo el recién abierto en Nueva York -el primero fuera de Israel- centrado en la ciberseguridad.
"La idea de estos centros es ir más allá del concepto de plataforma o de hub, sino de tratar de crear un ecosistema completo en torno a la innovación", explica el inversor. En el caso del centro norteamericano, su principal virtud es la de servir de punto de encuentro a las iniciativas locales del gobierno y a las principales startups de ciberseguridad del mundo, aunque obviamente con un claro y predominante acento de su Israel originario. "Ahora mismo tenemos ya 28 compañías trabajando aquí, de las cuales la mitad son israelíes. Pero esta cifra está aumentando cada día y somos muy conscientes de que muchos de los innovadores están en otros lugares del mundo, por lo que queremos atraer también empresas de Europa y Asia que busquen acceder al mercado de EEUU y que normalmente se irían a la coste oeste".
Y es que, para Margalit, lograr que su sello impregne el despertar de Nueva York como epicentro digital es clave: "Quizás no sea ahora mismo la capital tecnológica, pero sí lo es de las finanzas. Israel en cambio es líder en ciberseguridad, pero el éxito ya no está en la tecnología en sí, sino en su intersección con otros sectores, especialmente el bancario, porque el que sea capaz de proteger a los bancos también podrá luego ayudarle a reinventar su negocio".
Este particular modelo, entre la aceleración, la gestión inmobiliaria de estos centros y la pura inversión económica (ahora mismo tiene participaciones de entre el 20% y el 30% en alrededor de 60 startups) es, de hecho, la gran obsesión de Erel Margalit en estos momentos. A la red ya consolidada de que dispone en Israel y el nuevo centro de Nueva York, el inversor ya planea añadir nuevos polos en otros lugares del globo y centrados en otras tendencias actuales del mercado. "Estamos viendo emerger muchas categorías en el ámbito de la innovación porque la tecnología está entrando en terrenos históricamente más tradicionales, como la agricultura, la seguridad alimentaria, los seguros o la sanidad. Y nuestra intención en crear una red en toda Europa y el mundo", defiende.
Preguntado por INNOVADORES acerca de la concreción de estos planes, Margalit reconoce conversaciones con el gobierno danés para un futuro centro especializado en startups ‘foodtech’ y otro en Francia focalizado en la ciberseguridad o las ‘fintech’. En el caso español, el empresario afirma que está "esperando para poder hablar con las autoridades locales" de ciudades como Madrid con el fin de explorar posibilidades. Un contacto todavía temprano con la Administración Pública que contrasta con las relaciones fluidas que Margalit mantiene con muchas startups patrias o con grandes firmas como el Banco Santander. "La cuestión es qué ciudad será la siguiente que quiera convertirse en el siguiente hub tecnológico del mundo", parece retar Margalit.
Retornando de nuevo al otro lado del Atlántico y a la aventura que está emprendiendo en la ciudad que nunca duerme, cabe preguntarse por el hecho de que un fondo isarelí sea el que esté impulsando el tejido de ciberseguridad en aquellos lares. "Tenemos mucha experiencia en esta materia. Somos un país pequeño que tiene que ser igual de seguro que todos los países que tiene a su alrededor, en el plano físico y también en el cibernético. Por eso nunca invertimos en empresas de ataque, solo de defensa, por un valor moral", detalla Margalit. "Además nuestro modelo funciona porque al tener un mercado local tan pequeño, todas nuestras empresas son internacionales desde el principio.En cambio una empresa líder en Europa puede no tener esa experiencia y, para ser verdaderemente referente internacional, tienes que entrar en el mercado norteamericano. Y es ahí donde podemos aportar nuestro conocimiento".
Y si Nueva York es la promesa, la estrella emergente en la escena de la ciberseguridad, ¿qué rol jugará su Israel natal, hasta ahora referencia de esta industria? "Nuestro país se está moviendo ya al siguiente nivel, comenzamos a tener emprendedores con sus segundos y terceros proyectos. Estos son mucho más pacientes, mejor conectados y que promueven una mayor colaboración. Y también más ambiciosos", concluye Erel Margalit.