En 1886, el estado francés regaló la archifamosa Estatua de la Libertad a la ciudad de Nueva York para conmemorar el el centenario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. Un faro de emancipación y democracia que ha iluminado algunos de los momentos más oscuros del siglo XX. Ahora, Nueva York busa un nuevo faro que les guíe en los inescrutables designios de la transformación digital. La ciudad que nunca duerme parece haberlo encontrado en una arena inusitada: la ciberseguridad.
En el año 2017, el ayuntamiento de la metrópolis se embarcó en una aventura llamada CyberNYC. Se trata de una ambiciosa iniciativa, dotada con 30 millones de dólares de dinero público y que aspira a movilizar un total de 100 gracias a la colaboración con empresas privadas, que oscila en una triple vertiente: fomentar el talento local en esta tendencia, favorecer la transferencia de conocimiento desde la universidad y conectar toda esta tecnología con las grandes multinacionales radicadas en la Gran Manzana.
"Tenemos un ojo puesto en el presente y el futuro de Nueva York. Queremos crear puestos de trabajo de calidad para nuestros ciudadanos, atraer a startups a esta urbe y acelerarlas, conectar a la oferta y la demanda y, en definitiva, crear una base de crecimiento consistente en base a la innovación", explica Wilson Lin, director general y cofundador de CyberNYC.
Pero, ¿por qué se eligió la ciberseguridad como punta de lanza? "Había una gran oportunidad desde el lado comercial como desde el del talento. Los servicios financieros siguen siendo el núcleo de Nueva York y ese es el sector con más gasto en ciberseguridad, solo por detrás del gobierno federal", detalla el ejecutivo. "Así lo identificamos tras hablar con más de 200 actores con los que diseñamos esta iniciativa, tanto Administraciones como universidades, startups e inversores". De hecho, el acceso a Wall Street es uno de los incentivos con los que la ciudad busca diferenciarse de otros polos de tracción tecnológica, como Silicon Valley. "Hay muchas aceleradoras e incubadoras en todo el mundo, pero no hay tantos agentes para escalar a ‘large-stage’. Esa es la propuesta única que tenemos: un acceso inmejorable a fondos y financiación".
Lin se muestra especialmente orgulloso del impacto social que este proyecto puede tener en muchos colectivos desfavorecidos de Nueva York. "Queremos que veteranos, conductores de Uber o gente que dejó los estudios puedan trabajar en ciberseguridad", explica el directivo. "Estimamos que hay 10.000 trabajos sin cubrir en ciberseguridad, sólo en el área metropolitana de Nueva York. Es una de las categorías más difíciles de cubrir y creemos que podemos dar una oportunidad a gente que no la tendría de otro modo".
En esa línea, CyberNYC ha impulsado un bootcamp de cuatro meses para atraer a jóvenes de 18 años "con habilidades pero sin necesariamente formación académica". También se han desarrollado becas para estudiar en profundidad la materia -principalmente en universidades comunitarias, ideadas en EEUU para democratizar la enseñanza superior en las clases menos pudientes- y eventos para llevar este talento incipiente a la empresa. "No tienes que ir al MIT para tener una carrera en ciberseguridad. Y las universidades tradicionales no se han movido tan rápido como lo ha hecho la industria", resalta Wilson Lin.
Puede parecer que CyberNYC recela de la Academia, pero más bien se le ha reservado otro papel más crucial: servir de lanzadera a proyectos innovadores que puedan convertirse en empresas de futuro. "Estamos convencidos de que habrá al menos un unicornio en ciberseguridad en Nueva York. Y eso requiere de una transferencia de conocimiento desde la universidad al tejido productivo más directa", admite el ejecutivo. Para ello, la iniciativa ha sellado alianzas con universidades como Columbia, la City University, la NYU o Cornell Tech para dotar de incentivos fiscales y de financiación directa a las startups que se gesten en su seno.
Orin Herskowitz, director de Technology Ventures en Columbia, explica algunas de estas medidas de fomento de la innovación: "Funcionamos como una aceleradora de startups, ofreciendo becas, mentoría, inversión directa de 15.000 dólares sin pedir equity y alojamiento. También conectamos a los expertos con gente de negocio, porque muchos doctorados son muy buenos en su terreno pero no son los mejores para pasar por una ronda de financiación".
Pero no son esas las únicas startups que se impulsan bajo el paraguas de este programa público-privado: gracias a una iniciativa llamada Moonshot, Nueva York ha recibido 170 peticiones de compañías de 80 países del mundo para ser aceleradas en la ciudad de los rascacielos. Empresas que están más que atraídas por estas bondades tan bien enumeradas por Wilson Lin, pero que también han de ser retenidas posteriormente para evitar su fuga a Silicon Valley, como suele suceder históricamente. "No queremos presionar a ninguna compañía para estar aquí, sino demostrarles que la oportunidad es demasiado grande para pasarla por alto. Sabemos que hay otras ciudades con iniciativas similares, y aprendemos de ellas, pero ninguna ofrece la misma combinación de talento, tecnología y alianza con las grandes corporaciones como nosotros", concluye Lin. "La tracción de Nueva York se va a ir haciendo cada vez más evidente y obvia".
EPICENTRO EN EL SOHO
Aunque Wilson Lin remarca que CyberNYC es una iniciativa que abarca a toda la ciudad, más allá de Manhattan, lo cierto es que el epicentro del proyecto, donde se aglutinarán muchas de sus actividades, está en el multicultural SoHo. Allí, junto al fondo JVP, se ha abierto un centro internacional