Estamos construyendo una casa vacía, donde no tenemos muebles ni electrodomésticos y, definitivamente, es bastante difícil vivir en ella. Por lo tanto, lo más importante ahora es ver cómo llenar nuestra casa con aplicaciones y con los casos de uso que son tan necesarios, no para los operadores como tales, sino para las muchas industrias que van a usarla". Con esta analogía, Juris Binde, presidente de la compañía letona de telecomunicaciones LMT, expresa el momento de las infraestructuras desplegadas para la tecnología 5G, sobre la que Riga ha celebrado la tercera conferencia báltica, convertida ya en la gran cita global del nuevo paradigma de comunicación inalámbrica bajo la denominación 5G Techritory. Una conferencia extraña, este año. "Figital", según la definen sus organizadores, mezcla de física y digital, con un escenario en el que se combinaban algunas, pocas, personas en carne y hueso con la representación simbólica de otras por pantallas planas sobre sillas vacías.
Binde ejerce en gran medida como anfitrión de la conferencia. Su compañía se sitúa en punta de lanza del despliegue 5G europeo desde Letonia, colaborando, además, “no sólo en otros países de Europea, sino de todo el mundo”. A él le correspondió abrir el turno de intervenciones en carne y hueso en la sesión plenaria de apertura, pero no lo hizo sentado en el escenario, sino en pie, en una posición casi de firmes (le hubiera venido bien tener delante un atril o un podio), para desgranar el momento de una tecnología que, según el lema de la conferencia, "cumple un año". No es referencia a una fecha concreta de aniversario, sino a la idea de que en 2019 comenzó formalmente en Europa el despliegue comercial, aún con limitada o limitadísima penetración en la mayoría de los países hasta la fecha.
Por eso Binde ve “una casa vacía” en la infraestructura 5G. Sin muebles ni habitantes. "Desde la perspectiva del operador, es el siguiente paso en el desarrollo, tras construir las redes de tercera y cuarta generación. Ahora es la quinta generación", señala el presidente de LMT. Pero subraya que, en este caso, se trata sobre todo de "una red industrial, que apoyará a diferentes industrias, en diversas áreas de utilización, y esta es la parte más importante del desarrollo posterior". Una parte que él ve en mantillas.
En su análisis advierte de que "muchos operadores están pensando en la utilización de las redes 5G en primer lugar para la banda ancha móvil. En Letonia hemos utilizado con gran éxito la red 4G para esa banda ancha móvil y, como resultado, nuestros clientes consumen aproximadamente 20 GB por usuario al mes, lo que le hace uno de los tres principales usuarios de datos móviles. Y eso significa que nuestra gente está muy bien preparada para la expansión del tráfico de datos".
Y, ya que ponía en suerte los temas de debate, también destacó "el aspecto social. Hay una gran cantidad de ruido alrededor del 5G, que no ayuda mucho a los operadores, a los vendedores ni a la propia sociedad, con bulos acerca de lo peligrosas que son las frecuencias 5G, su correlación con la expansión de la covid 19 y otros inventos. Esto es un espectáculo de fantasía de los partidarios de la idea de la Tierra Plana. Es importante convencer a la sociedad de que es el siguiente paso, que se integrará con las tecnologías 4G actuales y construirá sistemas independientes".
Promesas de futuro en un presente incómodo, a las que Kaspars Rözkalms, director de la agencia letona de inversiones y desarrollo concede un plazo de "dos, tres o quizás cinco años, para estar listos para el uso de un gran sistema de datos en 5G", con fines empresariales. Sin embargo, aprecia en este momento un problema en el exceso de virtualización: "En cierto modo, la tecnología está ahora ralentizando la innovación, porque las reuniones en Zoom carecen de ese momento junto a la máquina de café en el que se intercambian ideas".
Para Claudia Selli, en nombre de la operadora estadounidense AT&T, todo se trata de dinero, negocio y empleos. "Hemos visto crecer el consumo de datos un 20% desde febrero, respecto a antes de la pandemia. El tráfico se ha incrementado paulatinamente desde 2007 de manera que hemos ido invirtiendo hasta unos 150.000 millones de dólares. Y la 5G trae nuevos requerimientos [de inversión], aunque desde luego también brinda un montón oportunidades si consideramos que apoya a unos tres millones de empleos y una actividad de 500.000 millones. Pero para 2035 serán unos 22 millones de empleos". Aun así, diversas ponencias coinciden en considerar que EEUU va por delante en el despliegue.
El análisis de futuro de Selli requiere al gobierno (de Estados Unidos, obviamente) que «ayude a la inversión. Y lo primero es implementar las propuestas para establecer una interoperabilidad abierta, con estándares de seguridad y buenas prácticas industriales. En segundo lugar, poner más espectro a disposición de los operadores. Y, por último, fomentar un entorno de innovación que permita crear los casos de uso, priorizando la seguridad de la cadena de suministros y garantizando un terreno de juego internacional de comercio equitativo, evitando la localización de datos e impulsando una política que permita a los datos moverse libremente".
Desde Europa, aparte de esa cuestión de los datos en circulación libre, que trasciende más allá de la 5G y transgrede la filosofía básica de protección implantada desde la UE, se mira con cierta envidia la capacidad de despliegue económico de las ‘teleco’ estadounidenses. El vicepresidente de Deutsche Telekom Wolfgang Kopf, responsable de asuntos regulatorios, llama la atención sobre que, de las operadoras europeas, "sólo Telefónica y Orange están en el índice Euro Stoxx", lo que da idea de sus capacidades económicas reducidas. Ingresos y beneficios son bastante inferiores a los de EEUU. Y precisamente por eso, DT está invirtiendo, paradójicamente, miles de millones en el país americano. Considera que el mayor desafío es que, en Europa, "tenemos diferentes regulaciones país por país y crecientes intervenciones políticas ajenas a la lógica del mercado". Kopf cita el roaming y la dificultad de acceso a terrenos de propiedad pública para instalaciones de las redes.
Hilary Mine, vicepresidenta de Nokia a la vez que presidenta de Digital Europe (agrupación de industrias IT, telecos y electrónica de consumo), advierte que la 5G "no es simplemente otra ‘G’. Implica muchos cambios, como por ejemplo en materia de seguridad, que debe ser construida tanto en las redes como en los servicios. El uso de inteligencia artificial es crítico, porque resulta imprescindible para gestionarlo todo".
Mine presume de que la compañía finlandesa ha desplegado ya un centenar de redes "en todo el mundo, la mayoría en Europa, pero también en Canadá, Australia, Corea del Sur, Japón y Estados Unidos”. Y recuerda la relevancia de su propósito industrial: "Es un facilitador de la economía y acelera la transformación". En esto último está muy de acuerdo su competencia china en el desarrollo de infraestructuras, la china Huawei, representada por su vicepresidente para el norte de Europa, Kenneth Fredriksen: "La economía digital es una de las fuerzas que guían el crecimiento y comparativamente es ahora la mayor. En China, está contribuyendo con un tercio del producto interior bruto y del crecimiento total de la economía".
Al final, el caballo de batalla es la financiación del despliegue, cómo se paga la construcción de esa ‘casa vacía’, que Simon Fletcher, CTO de Real Wireless, indica puede llegar a suponer 2,7 billones de dólares (billones españoles, en inglés, trillions) en todo el mundo, mientras que el despliegue de una red compleja podría costar 500 millones hasta 2025, según la Comisión Europea. Cálculo que GSM eleva a 970 millones. Pero, si el lema del evento era celebrar que "la 5G cumple un año", es casi mejor el que deja Hilary Mine como corolario: "El año 2020 no será recordado sólo por la Covid, sino como el año en que el 5G comenzó a ser real".