Matt Watts, ‘evangelista’ tecnológico.

Matt Watts, ‘evangelista’ tecnológico.

Tecnológicas ENTREVISTA

Matt Watts, ‘evangelista’ tecnológico: “Producimos demasiados datos-basura”

Las Vegas (EEUU)
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Cada vez que el periodista tiene ocasión de conversar con alguien cuyo trabajo es hacer de ‘evangelista’ de una compañía tecnológica, resulta inevitable la pregunta: ¿en qué consiste eso de evangelizar sobre tecnología?

“Supongo que otros tendrán descripciones diferentes. Tal como yo lo veo, lo describo con una expresión: tienes que saber manejarte con mar ondulada y olas rompedoras”, responde Matt Watts, evangelista en este caso de NetApp, aplicando su exquisito acento británico a una jerga de surfista (“ripples and right waves”) que no tiene una traducción rigurosamente equivalente en español.

Lo de las olas es un planteamiento nada casual. Watts tiene escrito su propio evangelio, bajo el título ‘The fourth wave’ (‘La cuarta ola’), que es un librito de 80 páginas, autopublicado y, por tanto, casi imposible de encontrar si no te lo ofrece él. El título se refiere a la inteligencia artificial.

Básicamente, las olas de las que habla son los saltos evolutivos que ha seguido el desarrollo del uso de datos en 30 años. Desde el servidor local físico (primera ola), a la virtualización (segunda), la nube (tercera) y, ahora, la inteligencia artificial (la cuarta ola). “Esas olas se superponen. No es que acabe una y empiece la siguiente…”, advierte Watts en su libro.

Sobre la quinta ola, de momento, sólo aventura que será la computación cuántica, pero no escribe profecías. En algún momento “ocurrirá algo de repente, que la hará accesible a todo el mundo”.

“Conviene empezar a pensar en cuántica, porque en algún momento ocurrirá. Quizás en cinco, o siete años, antes de que empecemos a pensar en casos de uso. Pero si no hacemos nada, nos quedaremos atrás”, asegura, poniendo el acento en cuestiones de ciberseguridad, encriptación y otros desafíos. 

Manualidades automatizadas

“Si nos remontamos a los primeros días, cuando creabas volúmenes en una matriz de almacenamiento, tenías que elegir qué disco, qué parte del disco, le ibas a dedicar. Era un proceso muy manual”, explica a Disruptores El Español.

“Hoy en día, ni siquiera tienes que pensar en ello. Le dices al sistema que necesitas un volumen y lo crea por ti. Toma todas las decisiones”, añade. “Hay un progreso natural en la tecnología, por el que muchas de las cosas que antes había que hacer a mano ahora están automatizadas. Y lo vemos por todas partes. Por ejemplo, en la conducción de los coches… La IA está acelerando esas oportunidades y cada vez se ocupa de más tareas cotidianas”.

Volviendo a la descripción que hace de su propio trabajo, señala que “en el sector tecnológico hay cada día un avance. Una red más rápida, un procesador más veloz, un disco de estado sólido más denso… Esas son las ondulaciones. Cosas con las que hemos de lidiar, porque son parte natural del progreso. Pero yo tengo que mirar más allá del horizonte para ver esa ola grande que traerá cambios más significativos y causará mayor efecto en los negocios y en nuestros clientes”.

Matt Watts, 'evangelista' tecnológico.

Matt Watts, 'evangelista' tecnológico.

“Cuando empiezan a surgir esas olas es cuando tengo que introducirlas en NetApp para incubarlas dentro de la compañía, de manera que estemos listos para cuando lleguen. Y también tengo que trasladárselo a nuestros clientes, compartir con ellos lo que vemos a medio y largo plazo, para que empiecen a considerar lo que esa ola puede significar para ellos y sus organizaciones”.

“Es una especie de futurismo, mirando un mapa de carreteras, que compartimos interna y externamente. Esa es mi definición del evangelismo, que en parte suelo difundir en los eventos y por otro tipo de medios”, completa Watts.

Sus interlocutores naturales en las empresas son ejecutivos “del más alto nivel”, CEOs, jefes de innovación o de tecnología “más enfocados en el negocio”, porque, aunque su preparación personal es técnica, la actividad de Watts está mucho más interesada en “la aplicación de tecnología al valor del negocio y las tecnologías futuras que puedan impactar en él”.

Impacto medioambiental

 ¿Y cuáles son, entonces, sus visiones y preocupaciones actuales?

“Uno de los asuntos en los que estoy más implicado desde hace unos seis años es la sostenibilidad. Y no por nada específico que me hiciera suponer que estuviera acercándose una gran ola en nuestro sector. Normalmente se aprecian montones de pequeñas señales, hasta que de repente comprendes que está pasando algo. Fue hace unos cinco o seis años cuando me di cuenta de que la sostenibilidad iba a ser algo importante en IT”.

Watts se pone serio: “Francamente, me quedé en shock cuando comprobé lo malo que puede ser el IT, en cuanto a sostenibilidad del medio ambiente. Así que parte de mi misión al respecto ha sido dentro de la propia empresa, y en relación con nuestros productos, considerando cómo podemos ayudar con nuestra tecnología a nuestros clientes para ser más sostenibles”.

“También, en el mercado, he estado evangelizando a todo el que me escuche sobre la necesidad de hacer más, respecto a la basura que generamos con el IT. No se trata de salvar el mundo, sino de estar un poco más en sintonía”, prosigue.

“El IT es responsable del 2% de la electricidad que se consume en el mundo. Pero en Irlanda es el 21%. De toda la electricidad que se consume en el país, el 21% va a los centros de datos. Y eso produce una gran cantidad de residuos”.

Todo lo cual se acentúa con esa cuarta ola de la que habla, la inteligencia artificial, voraz consumidora de energía y agua para refrigerar los servidores…

“Así es. Es lo que está ocurriendo”, concede.

Una de las consecuencias inmediatas es que los poseedores de centros de datos han de buscarse soluciones, como la que acaba de anunciarse: volver a poner en funcionamiento una central nuclear en la Isla de las Tres Millas (Pensilvania), donde un gravísimo accidente hace 45 años supuso el aldabonazo para lanzar las tesis de los grupos antinucleares.

Centrales nucleares para la IA

 “Es fascinante. Creo que Microsoft [que ha firmado comprar toda la electricidad de Three Mile Island] lleva uno o dos años estudiando cómo podemos utilizar centrales nucleares con reactores pequeños [SMR, reactores modulares] para alimentar los centros de datos. Aunque hay un montón de regulaciones que resolver antes de que sea realidad. Ahora mismo en Ohio hay 90 centros de datos en espera, porque la infraestructura [eléctrica] no tiene potencia suficiente para ellos”.

“Y si nos fijamos en los números, esos 90 centros de datos son el equivalente a 20 millones de propiedades urbanas. Esa es la potencia de la que estamos hablando”, precisa Watts. “Y la mayoría va destinada a la IA”.

Lo peor de estas estimaciones es que también hay que hablar de ingentes datos-basura: “El 68% de los datos que creamos jamás se volverán a usar. Es un vertedero para datos de un solo uso. Son datos oscuros, o como prefiera llamarlos. Tendríamos que empezar a ver qué hacemos con eso. Con esa cantidad de basura y con la cantidad de energía que hará falta para los centros de datos en el futuro. Hay que empezar a tomárselo mucho más en serio”.

El caso es que, incide Watts, “muchas compañías no son conscientes de esa acumulación de datos, creados por diferentes personas y con distintos propósitos. Si puedes vectorizar esos datos, aplicarlos a un modelo de lenguaje de IA generativa, ¿qué aprenderá de ellos? Si hablas con ese 68% de datos, ¿qué te puede decir?”

“Son preguntas que deberíamos hacernos, para ver si puede existir algún valor en esos datos. Para tomar decisiones mejor informadas y considerar si deben conservarse. Es el desafío. Si creamos más datos, hacen falta más centros de datos. Así que [descartar los inútiles] es parte de la solución”.

El problema, tal como Watts lo plantea, no son los datos más antiguos: “La esfera global de datos seguirá existiendo. Pero, según las estimaciones, todos los datos que se crearán hasta 2030 serán en torno a un yottabyte, que es un billón [en español, él dice ‘a trillion’] de terabytes. El equivalente a que cada ser humano del planeta llevase consigo 500 iPhones. Esa es la cantidad que creará todo lo que es capaz de generar datos”.

Cuando los datos se ‘mueren’

La mayor parte de esa “explosión de datos” se genera en torno a la propia inteligencia artificial y la pulsión de “generar más datos para crear más valor”. Watts propugna “pensar en gestionar los datos a través de su ciclo vital, sabiendo que en un determinado punto de su existencia dejan de tener valor y nunca más los usaremos”.

Naturalmente, el evangelista comprende la reluctancia del periodista a prescindir de documentación y papeles recolectados durante toda una vida profesional: “No, claro, eso es parte del desafío. Como seres humanos nos gusta conservar ciertas cosas. Yo trabajo en esto desde hace 19 años y medio y sigo utilizando presentaciones que creé hace 19 años y medio. Es gracioso…”.

“Pero lo personal es diferente. Yo divido en dos la cuestión. Una cosa es conservar y almacenar nuestra propia creación y otra ese 68% de datos en las empresas, creada por ellas o por su gente, que nunca tendrán un uso personal. Esos datos pueden ser una conversación telefónica grabada, o muchas otras cosas menos personales”.

“La gran cuestión es la propiedad de los datos”, desgrana Watts. “Ese el desafío del que hablo con las empresas. El equipo de aplicaciones dice ‘esos datos no son nuestros, son del equipo IT’. Entonces hablas con los de IT y dicen, ‘no, esos datos son suyos…’. Ese es el problema que hay que resolver. Podemos dar buena información con nuestras herramientas de clasificación, decirle a la gente este es el aspecto de su panorama de datos: qué es cada cosa, su antigüedad, la última vez que registró un acceso…”.

El nuevo petróleo

“Si no encuentras a alguien con la autoridad y responsabilidad para hacer algo al respecto, nunca lo resolverás. Ese es el problema actual”, sentencia Watts.

Pero, claro, si se dice que los datos son el nuevo petróleo…

“Ya. Es fascinante. Eso fue, creo que hace unos cinco años, un titular de The Economist. Y todo el mundo decía entonces ‘necesitamos todo lo que podamos conseguir’, porque en el petróleo, el valor es la cantidad: lo refinas y lo vendes. Pero yo no creo en ese titular, al cabo del tiempo, porque no se trata de pillar todo lo que puedas. Se trata de tener fuentes [de datos] que crean valor, no cantidades inmensas”.

“El paralelismo que veo entre ambas historias es que en el petróleo y en los datos hay un gran reto de sostenibilidad”, remacha Watts. “Los datos se han convertido en un problema de sostenibilidad en términos de emisiones, así que aquel titular vuelve a nosotros, con un significado diferente. Sí: los datos son el nuevo petróleo…”.