El CES 2025 muestra las mil caras de la IA: desde el uso industrial hasta el gran negocio de fabricar chips
- Siemens presume de proyectos de diseño, Samsung quiere poner inteligencia en cada aparato de la casa y Nvidia transgrede la Ley de Moore con procesadores cada vez más poderosos y caros.
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“La inteligencia artificial son datos, cantidades masivas de datos que crecen rápidamente. Y hay por ahí 70.000 millones de dispositivos, que crecen a una tasa del 20% anual y van a generar otra enorme cantidad de datos sobre productos que usas, o los que están relacionados. Es gigantesco. Y, aceptémoslo, el 80% no se utiliza. Son datos basura”.
Esa es la lectura que hace el jefe de tecnología y estrategia (CTO y CSO, dos en uno) de Siemens, Peter Koerte, cuando analiza el fenómeno tecnológico más importante de la década. Y de las que vengan, porque, admite, “la IA causará impacto en todo”. Pero su análisis sobre ese fenómeno es para conducirlo al terreno práctico que estima más valioso. Al menos para el posicionamiento de su compañía.
“Podemos hacer que esos datos causen impacto. La IA industrial puede darles un valor real y por eso estamos absolutamente convencidos de que va a cambiar las reglas del juego en el futuro. De hecho, nosotros ya tenemos 30 aplicaciones industriales potenciadas con IA”, afirma Koerte tras advertir de los riesgos y males que atribuye a “la IA normal”: la necesidad de pesados entrenamientos, la posibilidad de emitir diagnósticos erróneos en sus análisis, equivocar la gestión de la red eléctrica… “Las consecuencias pueden ser catastróficas”.
En la macroferia CES 2025 de Las Vegas, que aspira a orientar la brújula de la tecnología, la inteligencia artificial rezuma hasta para preparar un café. Es el ingrediente secreto (a voces) de la cafetera que muestra la startup japonesa Mihatama en el Eureka Park, capaz de mezclar cinco tipos de café (cuyos granos se colocan en pequeñas tolvas transparentes). Usa un gráfico de radar en una aplicación móvil para definir la mezcla. A sus ingenieros les parecerá muy intuitivo, facilísimo de entender y usar. Busca financiación en Indiegogo.
El ejemplo sirve para subrayar que, en este momento de máxima excitación por la inteligencia artificial, se puede hablar de “la IA de las mil caras”, argumentada por grandes y pequeños. Desde los que creen en la magia y esperan soluciones-milagro para problemas que ni sabían que tenían, hasta quienes la colocan como gancho de atracción y márketing en las tareas más triviales.
En un mismo día tres multinacionales ofrecen en sucesivas presentaciones otras tantas visiones muy diferenciadas: mientras Siemens habla de una IA práctica, seria, industrial, que puede ayudar a resolver crisis medioambientales, geopolíticas y de falta de mano de obra preparada, Samsung vende “IA para todos” en sus dispositivos de consumo. Y Nvidia, nuevo rico de la tecnología gracias a que sus GPU son las más deseadas para procesar la IA, lo que quiere es abarcar todas las posibilidades del hardware, desde los superordenadores, hasta el PC de sobremesa. Que no será barato, en su caso.
Y luego está la catarata de anuncios relacionados con la inteligencia artificial generativa, que se multiplica en toda clase de artefactos y servicios. Por ejemplo, la coreana LG se asocia con Microsoft para desarrollar “agentes IA” para hogares, oficinas y vehículos, con reconocimiento de voz y síntesis del habla. La china TCL, fabricante de electrodomésticos, televisores y teléfonos presenta un robot “de acompañamiento” que a las capacidades conversacionales añade la de poder moverse…
Las merecidas colas
Las de Samsung y Nvidia eran dos de las presentaciones más esperadas y, por tanto, las que mayores colas de espera generaron. Al CES, por cierto, se viene a hacer colas; estos señores tan tecnológicos todavía no han sido capaces de inventar, con la inteligencia que sea, una organización menos decimonónica de los movimientos de grandes grupos humanos.
Para entrar al pabellón deportivo Mandalay Bay Arena, donde dio su charla Jensen Huang, el CEO y megaestrella de Nvidia, hubo que esperar a pie firme más de hora y media (algunos estuvieron un par de horas o más). Una antigualla infumable.
Samsung lo tiene claro: se trata de poner IA en cualquier tipo de aparato móvil, wearable o de la casa. Jong-Hee Han, vicepresidente de la multinacional coreana y CEO de su división Device eXperience, precisa que su compañía tiene ya más de 340 partners para su tecnología “Smart Things”, diseñada para que todo tipo de dispositivos hablen entre sí y puedan ser controlados desde un smartphone, con un software común.
Han revela una hoja de ruta para su estrategia AI Home, planteada como “Everyday, Everywhere” (todos los días, en todas partes”), que hace de la inteligencia artificial una palanca de negocio, acercándola al consumidor hasta en el más aburrido electrodoméstico o en una mascota con ruedas. Fue mostrada durante la intervención de Jonathan Gabrio, director del Centro de Experiencia Conectada de Samsung Electronics América.
Todo conectado y, según la compañía, mejor asegurado con la nueva versión ‘Matrix’ de su sistema de seguridad digital y cifrado Knox (habitual en sus móviles desde hace varias generaciones), y Knox Vault, que agrega una capa extra de protección a la información confidencial del tipo contraseñas y pines.
Aparte del hogar conectado, Samsung también lanza una versión ‘pro’ de Smart Things “para socios de negocio”, cuyo objetivo esencial es coordinar el control del consumo de energía en edificios completos. Su propuesta “FIT” plantea colaboración con la industria y con las empresas que no desean andar por las nubes, facilitando la utilización del software en servidores propios en casa, on premises.
El enfoque de Nvidia, en cambio, es acaparar, desde lo micro hasta lo macro, todo el latido de las máquinas que mueven la IA. Huang, más histriónico y teatral que nunca, asume el papel que le otorga la valoración de su compañía, en torno a los 3,5 billones de dólares (billones, dicho en español; casi el doble del PIB español), con lo que disputa a Apple, y en algún momento le ha ganado, el título de empresa más valiosa del mundo.
Huang dibuja una carrera acelerada desde 2012 y va siguiendo los hitos de la IA que denomina “con percepción”, en un primer escalón, capaz de reconocer la voz e interpretar imágenes médicas. Luego llega la IA generativa, a la que caracteriza como herramienta de marketing digital y creación de contenidos. La IA de los agentes (el momento actual), que ayuda a escribir código, da atención al cliente o sigue el cuidado de pacientes. Y el paso siguiente, dice es la IA física, dispuesta a moverse autónomamente por el mundo, conduciendo coches y activando robots.
El imperio de las GPU
Nvidia empezó a labrar su fortuna a finales de los noventa con sus tarjetas gráficas para PC (GPU). Ha creado un imperio. Las GeForce, con un chip propio, eran capaces de procesar ingentes cantidades de datos mejor que ninguna otra, para dar auténtica vida a las pantallas. Después las descubrieron los mineros de criptomonedas, colapsando el mercado con su demanda.
Y ahora son el Santo Grial de la IA. Parece que Huang se siente como el caballero plateado que lo busca. “¿Os gusta mi chaqueta?”, pregunta a la masa de aulladores, presumiendo de brillos. Y el pabellón se viene abajo. A continuación se pasea por el escenario con un escudo redondo de más o menos un metro de diámetro que es en realidad un wafer (la pieza circular de material semiconductor, típicamente silicio, sobre la que se fabrican circuitos integrados) de su nuevo superchip para centros de datos, el GB200 NVL72.
Asegura que su sistema transgrede la Ley de Moore, porque avanza mucho más rápido de lo profetizado. El nuevo superchip es capaz de generar inferencia “30 o 40 veces más rápido”. Tiene 92.000 millones de transistores e incorpora 72 GPUs Blackwell, que es su nuevo caballo de batalla frente a los anuncios, en este mismo CES, de Intel (Core Ultra 200), AMD (Ryzen AI), y Qualcomm (Snapdragon X) sobre sus respectivos procesadores con IA integrada.
Es una carrera feroz, porque en el hardware es donde ahora mismo el negocio de la inteligencia resulta más tangible y directo. Hace falta capacidad de proceso muy especializada. La familia Blackwell de Nvidia maneja precios entre 549 y 1.999 dólares para cuatro distintos modelos. Pero Huang presenta también un PC completo, de reducido tamaño que costará unos 3.000 dólares, “para poner la IA sobre la mesa” de cualquier usuario. Quizás no tan cualquiera.
Mientras, volviendo a la presentación de Siemens, la multinacional de origen alemán defiende que el negocio más pragmático es hoy la integración de la IA en las cadenas de montaje. “Frente al declive en los últimos 20 años y pese a la falta de manos especializadas, mejora la producción un 33%”, asevera Koerte.
No obstante, también abraza la IA generativa. Ha desarrollado, con Microsoft, un “industrial copilot, que es como un compañero de trabajo al que le puedes pedir ayuda”. Asegura que ya lo están utilizando “más de un centenar de compañías”, porque es el primer modelo de IA generativa “específico para la industria. Es seguro, fiable y de confianza. Ayuda a los trabajadores a tomar decisiones inteligentes”
“Ahora corre en la nube”, explica Koerte, “pero habrá una versión on premise para empresas que no quieren que sus datos salgan de casa”. Esa es otra de las caras de la IA: si apenas sólo un 15% de las empresas del mundo está en la nube (según nos contó Prasad Kalyanaramam, vicepresidente global de infraestructuras de AWS), la desconfianza sobre la seguridad y el uso de datos que no deberían ser públicos es otro de los aspectos que la impregnan de desconfianza.
En todo caso, Siemens presume de grandes y ambiciosos proyectos, como el diseño de un nuevo tipo de avión de pasajeros emprendido por JetZero, una empresa con sede en Long Beach (California), cuyo cofundador y CEO Tom O’Leary confiesa que su proyecto empezó a trabajar sin tener ni una oficina. “Todos teletrabajaban, desperdigados por todo el mundo”.
Su empeño es crear un aparato con un ala mixta y formas que recuerdan los aviones invisibles, mucho más eficiente y ahorros de combustible del 50%. Para diseñar eso y cumplir el propósito de tenerlo listo en 2030 (utilizando por ahora motores comerciales que ya existen), JetZero se ha encomendado a la inteligencia artificial y se ha puesto en manos de Siemens, que lo muestra como un espectacular proyecto IA emblemático.