La inteligencia artificial (IA) es una realidad que marca uno de los hitos más importantes de la presente revolución digital. Un gran avance que ha conseguido hacerse un hueco en nuestras vidas para facilitarnos hasta la más mínima tarea. Algo que, con la relevancia que tiene, ha conseguido revolucionar por completo la manera en que las personas se comportan, tanto individualmente como de forma colectiva.
Un cambio de paradigma que las grandes empresas han abrazado rápidamente para adecuarse a las nuevas reglas del tablero. Las estructuras y la organización de estas corporaciones les facilita esa transición. Pero, ¿qué pasa con la pequeña y mediana empresa?
Según datos ofrecidos por el Instituto de Estudios Económicos (IEE) recopilados de informes del informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Entrepreneurship at Glance 2017, el 94,8% de las empresas españolas tienen menos de diez empleados.
El reto que afrontan este tipo de empresas con nuevas tecnologías como la inteligencia artificial es mayúsculo y deben ser ellas las que lo conviertan en una oportunidad, sin suponer ello una amenaza para su supervivencia en el mercado. Y es que la pyme española se ha enfrentado tradicionalmente a tres grandes problemas.
El primero de todos, y uno de los más importantes, se refiere al bajo nivel de diferenciación con su competencia en sectores ya muy maduros. Mercados como el de la hostelería, el comercio o la pequeña industria apenas generan que las empresas sobresalgan con ideas novedosas y propuestas de valor únicas. Un problema que desencadena como consecuencia que la competencia entre ellas esté únicamente basada en el precio.
Por otro lado, a eso se le suma la poca capacidad y medios que termina por provocar bajos niveles de productividad.
Por todo esto, la inteligencia artificial puede y debe ser una revolución para el éxito de este tipo de empresas. En la actualidad, la base de todo lo que está ocurriendo está siendo el empoderamiento del usuario. Una revolución en la que las personas ocupan el centro de la ecuación. Por esta razón, tecnologías como la IA ayudan a conocer más al usuario, permitiendo que el acercamiento y las oportunidades con ellos sean más fáciles.
Cómo actúa, qué necesita, qué valora, cómo ofrecérselo… son algunas de las cuestiones que las pymes deben resolver antes de elaborar su estrategia. La información es poder y cuanta más tengan, más fácilmente podrán elegir el camino de valor con el que llegarán al éxito. Algo que le permitirá diferenciarse, fidelizar y crecer.
Una buena aplicación de la inteligencia artificial puede permitir a las pymes simplificar los procesos de análisis de la información, aumentando por tanto la productividad -baja, antes mencionada-, reduciendo de manera simultánea lo costes de estas tareas. Ante este escenario, las pequeñas y medianas empresas deben seguir los siguientes pasos para poder llevar a cabo de forma correcta la implementación de la Inteligencia Artificial en su día a día:
1.- Investigar qué aplicación práctica puede tener la IA en el sector: el primer paso debe ser elaborar un estudio de situación para evaluar los beneficios y las ventajas que traerá consigo esa revolución para tu empresa, siempre pensando en el entorno en le que actúa.
2.- Concretar el valor que va a aportar: tener clara la apuesta es esencial para saber por dónde habrá que enfocar la estrategia con la Inteligencia Artificial para que la empresa se diferencie con un valor añadido.
3.- Valorar los conocimientos y capacidades internas: estos cambios traen consigo el cambio en el organigrama empresarial. Las nuevas tecnologías han creado nuevos puestos de trabajo por lo que el análisis interno y las aptitudes del equipo serán importantes para implementar este cambio.
4.- Empezar modestamente: unos cambios que deben ser paulatinos. Un giro de 180º, sin saber cuál será el resultado final es inútil ya que podría dar al traste con lo conseguido hasta el momento y desmontar inversiones a las que, en muchas ocasiones, las pymes no pueden hacer frente. Empezar poco a poco, asentando la estrategia es el camino.
5.- Poner a salvo los datos. ¡Son importantes, cuídalos!: en la época de los millones de datos, ser consciente del valor que tienen y lo que te reportan en tu día a día como empresa es básico. Sabiendo esto, las empresas deben apostar por proteger esa información, que es uno de los principales activos de cualquier organización.
6.- Explorar nuevas posibilidades: con todo ya asentado la empresa debe ser ambiciosa y poner a prueba sus propios límites.
Esteban García, socio director de Hydra.Digital