Lo de Trump tiene trampa
A diferencia de lo ocurrido con Kaspersky, la multinacional china Huawei tiene capital de sobra para resistir el envite de EEUU y tampoco hay prueba alguna contra ella
Esta semana comenzaba muy movida en el sector digital y todo a causa del último golpe sobre la mesa del siempre estridente Donald Trump. Y es que, el presidente norteamericano decidió que era una buena idea introducir a Huawei -con la que mantiene una lucha encarnizada desde hace meses- en una lista negra de empresas con las que los actores de EEUU no debían trabajar. Y, sorprendentemente, Google aceptó el órdago y siguió rápidamente las instrucciones dadas por el hombre de cabellos dorados, cuando en cambio le cuesta horrores y tiempos indecentes cumplir con los mandatos de la Unión Europea.
En cualquier caso, el caos estaba sembrado: Huawei se veía de la noche a la mañana sin acceso futuro a Android ni a las apps de Google. Llegó el contraataque: hay un SO propio en la recámara, cuyo éxito en Asia se da por descontado, en Europa o EEUU no tanto. Luego llegarían Qualcomm, Intel e incluso ARM con las rebajas: Huawei aprisionado, cercado por la ingente maquinaria de Estados Unidos.
O quizás no tanto, porque todo esto se reduce, como ya publicamos este lunes, a una doble guerra entre Trump y su sinsentido. Por un lado, la batalla comercial con China que necesita de un símbolo a derrotar, en este caso Huawei. Por otro, evitar la vergüenza de que una marca china cope el 5G en EEUU ante la incapacidad técnica de sus propias empresas de afrontar este despliegue /y que se lleve ese dinero que tanto le gusta amasar -y perder- al bueno de Trump).
Pero existe un tercer elemento que no se está teniendo en cuenta: esta no es la primera vez que Trump juega estas cartas. ¿Alguien recuerda la lucha sin cuartel de Estados Unidos contra la firma de seguridad Kaspersky? El manual de juego es prácticamente el mismo: sospechas que se van filtrando públicamente, una campaña de acoso contra la marca en todos los niveles, prohibición de contratar o hacer negocios con ese enemigo declarado y, finalmente, el ostracismo deseado de la misma. Solo existen dos trampas al aplicar esa teoría contra Huawei: la multinacional china tiene capital de sobra para resistir el envite y, a diferencia de Kaspersky, no hay prueba alguna contra Huawei.