La lucha contra el cambio climático es uno de los desafíos más urgentes y complejos a los que se enfrenta nuestra sociedad contemporánea. Los impactos negativos no sólo amenazan nuestra biodiversidad y ecosistemas, así como nuestra salud, sino que tienen profundas implicaciones económicas y sociales. La descarbonización para alcanzar el objetivo Net Zero, es decir, la reducción drástica de las emisiones de carbono para limitar el calentamiento global a 1,5 grados, en línea con el Acuerdo de París y el sexto informe de expertos del IPCC, exige una transformación profunda y transversal de nuestro modelo económico y social.

No es una novedad que la responsabilidad principal de liderar esta lucha ha recaído hasta la fecha en los gobiernos, junto con el mandato de diseñar e implementar políticas públicas efectivas que fomenten la reducción de emisiones en los sectores de mayor contribución, y además sensibilicen a la ciudadanía, generando una mayor conciencia colectiva y facilitando el acceso a los recursos necesarios para hacer frente a esta crisis.

Sin embargo, las políticas gubernamentales deben también crear el marco regulador adecuado que incentive a empresas y proveedores de capital a vertebrar estrategias de negocio e inversión centradas en generar impactos medioambientales positivos, con la misma ambición y recursos con la que se fijan los objetivos de reducción para las próximas décadas. Desafortunadamente, desde el inicio del "Antropoceno", era en la que la actividad humana está generando un impacto medioambiental medible en el planeta, hemos pasado por alto al actor fundamental: el ciudadano de a pie. La acción individual, aunque aparentemente insignificante en comparación con las decisiones de gobiernos o empresas, tiene un impacto directo en el clima, además de un potencial de reducción agregada muy significativa y duradera.

Esta reflexión ha sido el eje vertebrador del último encuentro de sostenibilidad que Suma Capital ha celebrado en Madrid el pasado mes de mayo. El quinto 'Suma Sustainable Summit' reunió un año más a expertos y referentes, tanto del sector privado como público, en los ámbitos de la economía, la inversión, y la sostenibilidad para debatir cuestiones de interés como los retos tangibles de la sociedad en materia de descarbonización, la dirección de las políticas públicas y de asignación de recursos económicos, las prioridades de las empresas y las preferencias de los consumidores, y la capacidad de las personas a cambiar sus hábitos para acelerar la descarbonización deseada.

Entre los ponentes, algunos nombres reconocidos como los profesores Manuel Maqueda y Enrique Dans; el economista y escritor Fernando Trias de Bes; la directora de la Oficina Española de Cambio Climático, Valvanera Ulargui; la secretaria general para Europa y miembro del consejo de la Eurozona en Danone, Natalia Berenguer; y Víctor Viñuales, sociólogo, cofundador y director de Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES).

Otro de los hitos de esta edición ha sido la presentación del 'Suma Net Zero Index', un estudio pionero desarrollado conjuntamente por Suma Capital, Salvetti & Llombart y GreeMko, que explora la percepción y ambición de la ciudadanía española ante la necesidad de reducir las emisiones de carbono, situando al individuo en el centro del debate, una perspectiva inédita para abordar la descarbonización desde la demanda.

El estudio ha revelado diferentes perspectivas sobre cómo la población española se relaciona con las prácticas sostenibles y las políticas de descarbonización. Aunque existe una conciencia general sobre la necesidad de acción climática, los segmentos de población más joven dudan del equilibrio entre crecimiento económico y descarbonización. Las barreras económicas o la falta de infraestructuras que ofrezcan soluciones se suman a las discrepancias entre la percepción de los hábitos con mayor contribución y la facilidad de una acción efectiva.

Los resultados del estudio demuestran que la ciudadanía se encuentra en una fase todavía inicial en su intención de descarbonización, con una intencionalidad de reducción de la huella de carbono individual del 3,5% para el próximo año. Aunque la tendencia apunta en la buena dirección, la comparativa con los marcos de descarbonización basados en la ciencia nos indica que deberíamos de acercarnos a reducciones anuales del 7% para situarnos en la senda correcta.

Ante todos estos retos, la inversión de impacto medioambiental es fundamental para acelerar la desaparición de estas barreras, desarrollando infraestructuras, tecnologías y servicios innovadores que incrementen la eficacia de las acciones individuales, descarbonicen las cadenas de valor, reduzcan las barreras económicas para adoptar alternativas sostenibles e incrementen la sensibilización y conocimiento del impacto personal en el bien colectivo.

La construcción del mundo en el que creemos es una responsabilidad colectiva, sin excepción que requiere de un compromiso individual firme. Cada acción cuenta y cada individuo tiene un papel que desempeñar en la lucha contra el cambio climático. En este contexto es de excelente aplicación la frase del gran Alejandro Magno cuando afirmaba hace ya 2.400 años que en tiempos de crisis "la conducta de cada uno de nosotros condiciona el futuro de todos nosotros".  Solo a través de la colaboración y el esfuerzo conjunto podemos afrontar este desafío y construir un futuro sostenible, justo y próspero para todos.

*** Enrique Tombas es presidente de Suma Capital.