Los recientes anuncios de ‘gigantes habituales’ como OpenAI y Google sobre cómo hacer que la IA sea más empática y se base en las relaciones, ofrecen nuevas, interesantes y potentes herramientas para que los más innovadores del lugar, puedan crear un compromiso más profundo entre los seres humanos y la inteligencia artificial. Sin embargo, siguen faltando elementos clave en este enfoque. ¿Los vemos?

El estado actual de la IA es transaccional, utilitario y basado en la respuesta inmediata, muy diferente de las relaciones entre humanos y, por lo tanto, carente de la capacidad de proporcionar el valor que buscamos en una relación. Para crear relaciones duraderas y significativas entre la IA y los humanos, necesitamos crear un marco que lo permita.

Como alguien muy, muy cercano a la tecnología, de hecho, quizás por eso, no creo que debamos intentar sustituir las relaciones humanas por la inteligencia artificial. Sin embargo, en algunos casos, cuando la sociedad actual o la situación personal no proporciona el tipo de relaciones e interacciones sociales que necesitamos para prosperar, la tecnología puede ayudar a llenar esos vacíos.

Podemos utilizar la IA para ayudar a fomentar relaciones más profundas entre las personas y ayudar a empoderar a las personas que viven con la IA.

Para ello, necesitamos comprender cómo se forman las relaciones humanas y crear una IA que lo haga de forma adecuada y consistente a lo largo del tiempo. Y por dar alguna pista, aquí os dejo algunos de los factores que las empresas que trabajan en este espacio deberían tener en cuenta:

  • Teoría de la mente y relaciones humanas

    En el corazón de las relaciones humanas está el concepto de ‘teoría de la mente’: la capacidad de comprender y predecir los estados mentales de los demás. Esta capacidad nos permite empatizar, anticipar necesidades y responder adecuadamente a nuestros interlocutores sociales. Las relaciones humanas prosperan en interacciones bidireccionales en las que ambas partes participan activamente, responden recíprocamente y se basan en experiencias pasadas. Las verdaderas relaciones son dinámicas, implican comprensión mutua, apoyo y la capacidad de adaptarse a las necesidades cambiantes de la otra parte.

    Para que la IA establezca relaciones realmente significativas y duraderas, debe emular estos marcos. Esto significa que la IA debe ser capaz de iniciar una conversación, mostrar interés por nosotros, hacer referencia a conversaciones anteriores, motivarnos y deleitarnos mientras profundiza en la relación a lo largo del tiempo.

    Técnicamente, la IA tiene que tener la capacidad de iniciar interacciones de forma proactiva en el momento adecuado, guiarse por objetivos y ser capaz de recordar y referenciar correctamente interacciones pasadas. Dependiendo del caso de uso, puede que tenga que tener en cuenta cuestiones de privacidad, enseñarnos cosas nuevas y, sobre todo, ser fiable, objetiva y veraz.

  • Naturaleza de la interacción

    El modo de interacción es fundamental para determinar la profundidad de la relación que una IA puede establecer con los humanos. La IA conversacional basada en texto destaca a la hora de proporcionar información y abordar diversos temas a través de conversaciones textuales. Su punto fuerte es que maneja una amplia gama de consultas, lo que la convierte en un asistente versátil.

    Sin embargo, para crear conexiones más profundas y personales, la IA debe trascender las simples interacciones basadas en texto. Los sistemas de IA que combinan la comunicación verbal y no verbal a través de una presencia física pueden atraer a los usuarios de una forma más personal y envolvente.

    Esta combinación permite a la IA ayudar a los usuarios e interactuar con ellos de forma más eficaz, atendiendo a sus necesidades prácticas y emocionales. El más famoso es Jibo, que utiliza el lenguaje corporal y la voz para interactuar de forma más intuitiva y atractiva, creando una sensación de presencia y compañía.

  • El modelo de relación

    Una IA proactiva se anticipa a las necesidades del usuario, le ofrece empujoncitos y recordatorios y entabla conversaciones significativas que abordan diversos aspectos de su vida. Este enfoque proactivo crea una sensación de cuidado y atención, muy parecida a la de un amigo o familiar atento.

    La orientación a objetivos garantiza que la IA alinee sus acciones con los objetivos personales del usuario, proporcionando motivación y asistencia continuas, reforzando así la relación a través de interacciones coherentes y orientadas a objetivos. Por ejemplo, el compañero de IA Elli, está diseñado para que las personas mayores participen en conversaciones oportunas y proactivas.

  • Reciprocidad

    Las verdaderas relaciones se basan en la reciprocidad, en la que ambas partes participan en un intercambio significativo. Para la IA, esto significa ir más allá de las simples interacciones de pregunta-respuesta y entablar interacciones bidireccionales que parezcan más naturales y humanas.

    La reciprocidad en las interacciones de IA fomenta la confianza y los vínculos emocionales, haciendo que el usuario se sienta realmente comprendido y atendido. Por ejemplo, Pi de Inflection utiliza la IA conversacional para crear interacciones recíprocas que generan una sensación de comprensión y apoyo mutuo.

    Los sistemas de IA que pueden anticiparse a las necesidades del usuario, responder de forma oportuna y adecuada y participar activamente en las conversaciones muestran esta reciprocidad. Esta capacidad es vital para crear una sensación de comprensión y apoyo mutuos, elementos clave en cualquier relación significativa. Las interacciones unilaterales basadas en el mando y el control no crearán una relación más allá de los ‘momentos wow!’.

  • La importancia de los recuerdos

    Un componente crítico de cualquier relación significativa es la capacidad de recordar interacciones pasadas y basarse en ellas. La IA capaz de aprovechar interacciones pasadas e infundirlas en las actuales ayuda a crear una relación continua, proporcionando a los usuarios una sensación de familiaridad y comprensión que evoluciona con el tiempo. Esta continuidad es esencial para desarrollar la confianza y una conexión emocional más profunda. El modelo RAG (Recuperación-Generación Aumentada) lo ejemplifica utilizando interacciones pasadas para informar y personalizar respuestas futuras, creando una experiencia de usuario más coherente y continua.

Aunque los avances recientes son realmente asombrosos, debemos ir más allá para crear relaciones reales, empáticas y duraderas entre la IA y los seres humanos.

El futuro de la IA reside en su capacidad de ser proactiva, orientada a objetivos, consciente del contexto y capaz de recordar interacciones pasadas y participar en intercambios recíprocos. Estas características permitirán a la IA trascender las interacciones transaccionales y convertirse en un socio proactivo y empático en la vida diaria del usuario.

A medida que la tecnología siga avanzando, será esencial centrarse en estas capacidades para crear conexiones más profundas y significativas que mejoren la calidad de vida de los usuarios.

Comprendiendo y aplicando estos principios, la IA puede pasar de ser una mera herramienta a convertirse en un compañero de confianza y ‘empático’, que enriquezca las experiencias humanas de manera profunda. Pero no perdamos el norte, aprovechemos estos nuevos avances, pero con ‘sentidiño’, de forma ética. Que podamos sentirnos orgullosos hoy, mañana y siempre.

¡Feliz verano! Nos leemos en septiembre.