El debate que ha generado la inteligencia artificial en las últimas semanas ha estado dominado por el liderazgo tecnológico de Estados Unidos y China, y la estrecha relación que este tiene con el liderazgo global en un momento en el que la geopolítica se ha convertido en materia común de las conversaciones sociales.

Europa ha quedado relegada a un papel secundario, y de nuevo, se ha incrementado la preocupación por el papel que debemos jugar a nivel mundial, y dónde debe focalizar Europa sus esfuerzos para ser relevante, mantener su autonomía estratégica y defender los intereses y bienestar de sus ciudadanos en un futuro muy presente.

De nuevo hemos escuchado el manido mantra: “EEUU innova, China produce, y Europa regula”.

Pero esto no tiene por qué ser así. No debe ser así.

Nuestro país está demostrando que su fortaleza no está solo en desarrollar tecnología, sino en aplicarla con éxito en sectores estratégicos. La idea de “Bien hecho en España”, está cobrando un gran significado en este contexto tecnológico para expresar que lo importante, más allá del desarrollo tecnológico (condición necesaria), es la aplicación de la tecnología de forma acertada, las inversiones correctas en los puntos adecuados de la cadena de valor, la priorización y apuesta por la aplicación de soluciones en aquellos sectores e industrias donde van a producir un mayor impacto en la sociedad, tanto en términos de generación de riqueza, como de bienestar social y capacidad de crecimiento.

Un claro ejemplo de esta visión es la inversión de 1.500 millones de euros en el Plan de Impulso para Centros de Datos, una apuesta por la infraestructura que permitirá que nuestra economía aproveche al máximo el potencial de la IA.

En turismo, como ya he comentado en ocasiones anteriores, hemos recuperado nuestro liderazgo a nivel internacional gracias a un excelente proceso de digitalización de las ciudades y la industria. Hoy, afrontamos la adopción de la IA en nuestros territorios con la misma visión: las ciudades generan una gran cantidad de datos provenientes del transporte público, los sensores de tráfico, las estaciones meteorológicas, los impuestos municipales o los registros policiales. Y, aunque dichos datos pueden mejorar la gestión de una ciudad, es necesario procesarlos, interpretarlos y evaluarlos.

En este sentido, la IA puede trabajar con grandes volúmenes de datos de fuentes diversas para el descubrimiento de tendencias y la toma de decisiones, en aras de mejorar la eficiencia de los servicios municipales y reducir sus costes. Ya son muchas las empresas españolas líderes en esta explotación de la capacidad de la IA que están ofreciendo soluciones concretas para la mejora de la vida en las ciudades.

En este contexto, es fundamental que focalicemos nuestros esfuerzos en los sectores donde ya somos fuertes. España es una potencia en turismo, energías renovables, agroindustria y Salud, y la IA puede ser la herramienta definitiva para acelerar su evolución.

Nuestro país está bien posicionado en estos ámbitos. En energías renovables, por ejemplo, ocupamos la octava posición global en atractivo inversor y somos el segundo país en acuerdos de compraventa de energía para empresas. Estos avances no solo consolidan nuestra posición en el presente, sino que abren la puerta a nuevas oportunidades futuras impulsadas por la IA.

Y la clave no está solo en España, sino en el ecosistema que podemos construir a nivel europeo y en nuestra conexión natural con Latinoamérica. Compartimos un idioma que nos brinda una ventaja competitiva en el desarrollo de modelos lingüísticos en español, un aspecto que a menudo se pasa por alto en la carrera global por la IA. La combinación de talento, infraestructuras y un mercado común nos sitúa en una posición privilegiada para liderar no solo en innovación, sino en la manera en que la IA se aplica de forma efectiva, ética y orientada al bien común.

El debate sobre la regulación en Europa ha sido intenso, pero ha llegado el momento de ir más allá de la idea de que Europa solo pone normas. El informe Draghi ya ha señalado que la regulación debe ser un facilitador del crecimiento. Ahora, el reto es transformar el marco normativo en una ventaja competitiva que impulse la adopción de la IA y del resto de tecnologías habilitadoras para “Hacerlo bien”. Y eso conlleva superar con éxito grandes retos como la disponibilidad y calidad de los datos, la estandarización, la regulación y la aplicabilidad.

Quiero terminar aludiendo a las palabras de mi amiga Susana Malcorra en su libro Pasión por el resultado, “El secreto del éxito es la pasión por el resultado: Fijar una meta y usar las herramientas adecuadas”. Por tanto, fijemos la meta y hagámoslo bien. Bien hecho en España, bien hecho en Europa.

***Pilar Roch es directora general de Ametic.