Es probable que sepáis que cada año el 8M celebramos el día internacional de la mujer. Lo que también es probable es que no sepáis que dicha celebración fue adoptada por la Asamblea General de la ONU en 1977, que su origen está en las manifestaciones de las mujeres que a principios del siglo XX reclamaban el derecho al voto, mejores condiciones de trabajo y la igualdad entre mujeres y hombres; o que se eligió el 8 de marzo porque fue en esa fecha cuando las mujeres rusas se declararon en huelga, pidiendo pan y paz (consiguiendo finalmente el derecho a votar para las mujeres).

Hace unos días leí un artículo con datos de Ipsos que me parecieron muy alarmantes porque da la impresión de que estamos involucionando, al menos entre las personas más jóvenes. Resulta que los abuelos son menos machistas que los nietos… Os comento algunos de los datos del estudio en cuestión:

El setenta y cinco por ciento de los encuestados considera importante lograr la igualdad, pero más de la mitad de los españoles cree que el movimiento por la igualdad ha llegado tan lejos que ahora se discrimina a los hombres.

Una cuarta parte de los hombres menores de 30 años (Generación Z) está convencida de que un hombre que se queda en casa cuidando a sus hijos es "menos hombre".

Los estereotipos sobreviven al paso del tiempo, no evolucionan. Por ejemplo, más del cincuenta por ciento de los participantes en la encuesta asocia salarios elevados y funciones de liderazgo con los hombres y el trabajo doméstico o los cuidados no remunerados con las mujeres.

En otro estudio de Ipsos, el Informe del Día Internacional de la Mujer de 2023, decían "que el feminismo avanza. La desigualdad persiste. Los hombres se resisten… La mayoría de españoles y españolas ya se identifica como feminista (54%) y solo una minoría lo rechaza (36%). Eso sí, esta minoría es mayoría entre los hombres. Muchos de ellos continúan confundiendo igualdad con desagravio: dos de cada tres (61%) consideran que el impulso de la igualdad de género conlleva la discriminación de los hombres".

Más allá de que un treinta y seis por ciento no me parece una minoría, lo preocupante es que nos digan que la mayoría de los hombres seguimos considerando la igualdad un desagravio hacia nosotros y que la igualdad implica que se nos discrimine. Es más, parece que en los dos  últimos años la cosa ha seguido empeorando.

Está claro que algo debemos estar haciendo mal porque la mayoría de los que somos menos jóvenes estamos a favor de la igualdad porque nos parece una cuestión de justicia. En cambio, las nuevas generaciones son cada vez más machistas.

No sé si se debe a inseguridades, a miedos, a la desinformación, a las redes sociales o a la suma de todo ello; pero tengo claro que hay que mejorar cómo comunicamos (y por qué canales) la importancia de la igualdad de género y tenemos que encontrar la manera de desmitificar esas creencias primitivas de que los hombres somos mejores líderes y las mujeres mejores amas de casa. ¡A ver cuándo entendemos que las generalizaciones son odiosas!

Algo no funciona desde el momento en que hay quien piensa que somos menos hombres por cuidar a nuestros hijos o que las mujeres que lideran empresas y otras organizaciones son unas malas madres. Hay evidencias científicas que indican que la paternidad reduce la testosterona para mantener la lealtad de los hombres, no por el hecho de cuidarlos y compartir obligaciones con sus parejas.

La realidad es muy simple, todavía queda mucho trabajo por hacer para alcanzar la igualdad de facto, para ver cómo se promociona a las personas por su valía, por su desempeño, por su compromiso; sin tener en cuenta su género o ninguna otra cuestión extraprofesional. A veces no es fácil, pero es fundamental que valoremos a los profesionales y a las profesionales por cómo hacen su trabajo.

Es imprescindible que cambiemos la idea de que los hombres somos mejores líderes que las mujeres (seguro que hay de todo), y para ello necesitamos ver cada vez a más mujeres a las que se les permita alcanzar todo su potencial. Mujeres liderando todo tipo de organizaciones públicas y privadas.

Necesitamos identificar a todos los hombres que apoyan la igualdad, la meritocracia, con hechos… sobre todo a los más jóvenes, a los que pueden inspirar a los de su edad. La apuesta por una igualdad real es imperativa y urgente. Como dicen mis colegas de EJE&CON, el talento no entiende de género ni de generación; y parece que tenemos que explicárselo mucho mejor a los jóvenes del siglo XXI.

En definitiva, para seguir mejorando en todo lo relativo a la igualdad, se buscan hombres de todas las edades que sean ejemplos inspiradores y transformadores para nuestra sociedad.