Administración Pública en la era analógica
El índice DESI, que mide el grado de digitalización de las economías y sociedades europeas, dictó el año pasado que España gozaba de la cuarta mejor Administración Electrónica del Viejo Continente, por encima de muchos de nuestros vecinos como Alemania, Francia, Italia y Reino Unido. Motivo de orgullo para los distintos Ejecutivos que han liderado esta profunda transformación y, por supuesto, un factor ejemplar para defender el liderazgo público en materia de innovación y a la hora de acercar la tecnología a la ciudadanía en su conjunto.
Sin embargo, las estadísticas y los grandes estudios no son infalibles, ni precisos ni certeros. En este caso, el informe DESI se queda en una visión general del catálogo de servicios ofertados de manera digital, incluso destacando algunas medidas drásticas como las notificaciones exclusivamente digitales de algunas AAPP (como la Seguridad Social) o la factura electrónica obligatoria en los contratos con la AAPP. Pero, en cambio, no ha tenido en cuenta si todos esos servicios son realmente accesibles o no por parte de las personas afectadas.
Para muestra, un botón: el proceso de acceso a la sede electrónica del Gobierno es prácticamente una tortura en vida. Por lo pronto, lograr un certificado digital de la FNMT exige utilizar navegadores como Internet Explorer (que ya no existe) o Mozilla Firefox 68 (vamos por la versión 74). Obviamente, ni pensemos que hay opción para hacer esta gestión con Chrome, el elegido por cerca del 70% de los usuarios en España.
Pero si el ciudadano opta por otra de las vías de acceso, la Cl@ve Permanente, la cosa no es mucho mejor: el proceso de solicitud por internet obliga a la recepción de una carta postal ¡para obtener un simple código de verificación! Y hay más: una vez superado este proceso, el ciudadano se dará cuenta de que el camino a discurrir con la Cl@ve Permanente no dista en absolutamente nada del de la Cl@ve PIN (doble autenticación con un código enviado al teléfono móvil), con lo que se preguntará para qué ha pasado por esta distópica aventura y por qué existen dos métodos similares con finalidades y restricciones distintas.
Si se les ha levantado dolor de cabeza al seguir este hilo, sean ustedes bienvenidos a la AAPP de la era digital... perdón, la era analógica.