Santiago Ramón y Cajal escribía ya a finales del siglo XIX que la “posteridad duradera de las naciones es obra de la ciencia y de sus múltiples aplicaciones al fomento de la vida y de los intereses materiales”. Con esta frase hemos dado entrada al Plan de Choque para la Ciencia y la Innovación, aprobado por el Gobierno para poner en marcha una serie de medidas de forma inmediata, con el objetivo de energizar urgentemente el sistema público y privado de I+D+I.
La mejor manera de recuperar la senda de crecimiento, y que este sea estable y sostenible, es la inversión en nuevo conocimiento y su aplicación: no invierten más en I+D+I los países más ricos, sino que son más ricos los países que más invirtieron en I+D+I. Quienes aún no tenían claro la importancia crucial de la ciencia y la innovación para nuestras vidas y nuestro futuro han visto ahora, con los estragos causados por el Covid-19, que la apuesta por el conocimiento y su traslación a la sociedad no puede esperar por más tiempo. Es algo que tenemos que hacer si queremos enfrentar esta pandemia y estar preparados para futuras emergencias sanitarias, pero también si queremos tomar medidas que aseguran salud y bienestar, competitividad y sostenibilidad, es decir, calidad de vida, empleos cualificados, nuevas industrias, una sociedad más justa y una economía más resistente.
La anterior crisis golpeó gravemente a la economía de nuestro país, lo que condujo a tomar medidas muy drásticas. Sin embargo, la orientación de esas medidas fue equivocada, en especial la reducción de los fondos dedicados a asegurar el futuro del país. En vez de proteger la educación, la formación profesional de los jóvenes, la generación de conocimiento y la innovación, como hacían prácticamente todos los demás países, España hipotecó su futuro, y con ello nuestro presente. Entre 2010 y 2017, la inversión en ciencia en España cayó un 5,9%, mientras que los países de nuestro entorno la aumentaron: un 27% de media en el conjunto de la UE-28, un 31% en Alemania y hasta un 99% en China.
Pero no es momento de mirar al pasado. Más bien al contrario, urge mirar al futuro, y eso hacemos con este Plan, que contiene un total de 17 medidas. Estas suponen entre 2020 y 2021 compromisos de inversión por un total de 1.056 millones de euros en ayudas directas al sistema de ciencia e innovación, para reforzar áreas críticas pero, sobre todo, para dar un empuje a la base del sistema: los grupos de investigación de organismos especializados, universitarios y clínicos, así como a la I+D+I de sectores empresariales estratégicos.
En 2020 el Plan de Choque comprometerá un total de 396 millones de euros, siendo los 660 millones restantes para 2021. A esta inversión hay que sumar 508 millones de euros en préstamos en condiciones ventajosas a empresas innovadoras, a partir de los nuevos instrumentos de promoción de la I+D+I privada.
Precisamente una de las carencias más importantes de España, repetidamente diagnosticada, es la reducida inversión empresarial en I+D+I, así como la escasa capacidad de colaboración entre los distintos actores del sistema para facilitar la transferencia del conocimiento generado.
En estas décadas de reducción de industrias en España, hemos pasado por alto un factor decisivo: el conocimiento aplicado es el que fija la actividad industrial. España tiene sobradas capacidades y talento para producir descubrimientos y avances que creen nuevas industrias y atraigan inversiones, y será ahí donde estén los puestos de trabajo más cualificados y de mejores remuneraciones.
Durante esta pandemia, además, ha quedado demostrada la importancia de contar con empresas innovadoras y dinámicas capaces de aportar soluciones inmediatas y desarrollos de corto plazo para atajar los problemas de la salud. Solo contando con un sustrato científico y empresarial dinámico y vanguardista podemos asumir los retos de problemas sobrevenidos.
Por eso el tercer eje del Plan de Choque incide precisamente en el impulso a la I+D+I empresarial y en la industria de la ciencia. En este eje se presentan seis medidas que serán ejecutadas por parte del CDTI como agencia financiadora de la I+D+I empresarial en España, y que contarán con un total de 317 millones de euros en inversión directa y 508 millones en préstamos.
Estas medidas tienen como objetivo duplicar en tres años las ayudas a la I+D+I empresarial a través del nuevo Plan Estratégico del CDTI, valorizar y conectar la ciencia básica de centros de investigación públicos con las empresas, apoyar de forma específica la I+D+I empresarial en sectores estratégicos como la automoción (sostenible) y la aeronáutica, la consolidación del modelo y tecnología de las PYMES españolas con sello de excelencia europea y, por último, el desarrollo de la Industria de la Ciencia. Este último programa está dedicado a sufragar el desarrollo de prototipos de equipamiento de alta tecnología por parte de la industria para entidades o centros de investigación.
Quiero dejar claro que este es un Plan de Choque, y como tal es solo un adelanto del conjunto de actuaciones públicas en torno a la ciencia y la innovación planeados por el Gobierno a medio plazo. Se concentra, por tanto, en medidas de impacto inmediato con capacidad para impulsar una recuperación gradual de nuestro sistema de ciencia, tecnología e innovación. De hecho, las medidas de este Plan están alineadas con las reformas y programas de medio y largo plazo que presentaremos en el “Plan de Inversiones y Reformas para la recuperación de la Economía” a la Unión Europea, que inyectará en los Estados Miembros una cantidad de recursos sin precedentes destinados precisamente a la recuperación a través de un modelo mucho más sostenible.
No ha habido en España un momento tan propicio como el actual para acometer una decidida inversión en ciencia y en nuestras empresas innovadoras. Tenemos la obligación de afrontar la posteridad duradera de nuestro país, que describía nuestro insigne premio Nobel, con el acuerdo y la complicidad de toda la sociedad.
Pedro Duque, ministro de Ciencia e Innovación