Cientos de miles de datos se cruzan en las grandes ciudades donde vive más del 50% de la población mundial. Y cuanta más tecnológica es una urbe, mayor es la concentración de datos administrativos, educativos, sanitarios, financieros…Las smart cities se convierten, así, en grandes centros de gestión de ingentes cantidades de datos.
Lo anunciaba Angel Merkel en el Foro de Davos de 2018: “Los datos son la materia prima del siglo XXI. La cuestión de quién es dueño de los datos decidirá si la democracia, el modelo social participativo y la prosperidad económica pueden ser compatibles”. Los ciudadanos exigimos cada vez más participación y transparencia. Estonia, el país más transparente del planeta, el Gobierno ha creado un sistema que permite que los ciudadanos puedan conocer en todo momento quién tiene acceso a sus datos, quién ha accedido y para qué.
“En las ciudades inteligentes, los entes que promueven las reglas sobre la gestión de los datos lo tienen más fácil para obligar a los proveedores a seguir ciertas normas respecto a cómo tratar los datos que recogen”, explica Víctor García Font, investigador del grupo K-riptography and Information Security for Open Networks (KISON) del Internet Interdisciplinary Institute (IN3), y de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación, de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
En un estudio publicado en la revista Journal of Parallel and Distributed Computing, García Font plantea un modelo para gestionar la seguridad y el control de los datos en este tipo de ciudades. Un modelo basado en la tecnología blockchain que ofrece una base de datos descentralizada y distribuida con documentación encriptada para compartir información de manera segura.
El científico, especializado en el estudio de Internet y de los efectos de la interacción de las tecnologías digitales con la actividad humana, ha diseñado una arquitectura llamada SocialBlock para crear aplicaciones de gestión de datos centradas en el usuario. A diferencia de lo que ocurre en la actualidad, en este nuevo diseño, los datos se almacenan y se gestionan de forma descentralizada para reducir la dependencia de los proveedores de servicios y devolver el control de los datos a los actores involucrados en las comunicaciones.
Con la ayuda del blockchain, por ejemplo, se evitan los problemas que acarrea la actual gestión centralizada de los datos. Aglutinarlos todos en un solo servidor aumenta el riesgo de que un colapso impida utilizar la información y también es más vulnerable al robo de datos de millones de personas por parte de individuos o grupos organizados.