Omar Sultan Al Olama, ministro de Inteligencia Artificial de Emiratos Árabes Unidos.

Omar Sultan Al Olama, ministro de Inteligencia Artificial de Emiratos Árabes Unidos. ALBERTO IGLESIAS

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El ministro de inteligencia artificial de Emiratos: "Si Europa regula, nosotros aceleramos la tecnología"

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Cuando apenas celebraba sus 27 años, Omar Sultan Al Olama fue nombrado ministro de Inteligencia Artificial de los Emiratos Árabes Unidos. Un hecho insólito, no sólo por la juventud del dirigente en cuestión, sino también porque nunca antes había existido una cartera semejante en ningún país del mundo. Ahora, siete años más tarde, Al Olama ha ampliado los dominios de su Ministerio a la Economía Digital y el Trabajo Remoto, además de ostentar la dirección general de la oficina del primer ministro del país desde 2023. 

"Llevo desempeñando este cargo desde hace muchos años, o como decimos, tres años antes del covid, que en términos tecnológicos parece una eternidad", bromea durante su encuentro con DISRUPTORES - EL ESPAÑOL, en un recodo de la gigantesca feria GITEX. "Creemos que la inteligencia artificial será clave para el futuro de nuestro país, no es un lujo, sino una necesidad. Queremos construir esta capacidad internamente y llegar a ser exportadores netos de esta tecnología".

En su momento, mucho antes del auge de ChatGPT y los modelos de inteligencia artificial generativa, la creación de su ministerio fue criticada y puesta en duda por muchas voces internacionales. "Llevo siete años respondiendo a esa pregunta. Al principio, muchos pensaban que era una estrategia de marketing, una especie de truco. Pero siempre dejé claro que no se trataba solo de un nombramiento de alto perfil. Cuando blockchain era la tecnología más importante del momento, no creamos un ministerio para eso. Nuestra visión como gobierno es identificar las tecnologías que tendrán el mayor impacto en nuestras industrias y en la vida de las personas, y centrarnos en ellas", aclara.

No es de extrañar que sea una de las figuras políticas de moda en Oriente Medio. Su nombre aparece en prácticamente todos los organismos, estrategias y eventos que buscan consolidar la economía emiratí una vez que pase la era dorada del petróleo. Omar Sultan Al Olama es, de hecho, miembro de la junta de la Dubai Future Foundation, impulsor del World Government Summit y agente clave para el desarrollo de la estrategia UAE Centennial 2071, con la que el gobierno de los Emiratos quiere convertirse en uno de los países más avanzados tecnológicamente en este siglo.

Por supuesto, a él se le debe también la ambiciosa estrategia nacional de inteligencia artificial para 2031. Un plan que busca aumentar la aportación de la IA al PIB en un 14% para ese año, lo que representaría aproximadamente 89.200 millones de euros.

Al Olama (graduado en Administración de Empresas en la American University of Dubai) admite que, hasta el momento, los Emiratos Árabes Unidos no han sido percibidos como un actor relevante en esta industria: "Somos un país que, a menudo visto como un 'underdog', pero que ha demostrado que podemos alcanzar grandes logros. Nuestras ambiciones parecían demasiado grandes para un país de nuestro tamaño, pero hemos demostrado que podemos alcanzarlas y seguir avanzando".

El porqué de apostarlo todo a la inteligencia artificial responde a una visión meditada y consensuada desde las más altas instancias de las autoridades emiratíes. "Su Alteza [Mohamed bin Zayed bin Sultan Al Nahyan] dijo que deberíamos prepararnos para el día en que exportemos el último barril de petróleo, lo que significaba tomar decisiones hoy que nos permitieran prosperar en un futuro diferente. Hicimos un retiro en el desierto para analizar las posibilidades y cómo debíamos actuar. Fue entonces cuando comprendimos que la inteligencia artificial no es sólo una tecnología vertical, sino que atraviesa todos los sectores", rememora Al Olama.

Cercano, bromista y alejado de los protocolos estrictos tan habituales en los países árabes, el ministro se define a sí mismo como un "orquestador", alguien encargado de garantizar que la implementación de la IA no solo beneficie a un área en particular, "sino que tenga un impacto positivo y equilibrado en la sociedad en su conjunto". Algo muy sencillo de decir, pero sumamente complejo de llevar a la realidad.

Aplicar y acelerar la inteligencia artificial

Hay un popular dicho en la arena de la digitalización que reza algo así: 'Estados Unidos innova, China imita y Europa regula'. Más allá de la simplificación obvia que redunda de esta frase, es aceptada con resignación por muchos como el diagnóstico preciso de este sector cuando lo miramos desde un prisma global. La pregunta al ministro, por ende, era igualmente imprescindible: ¿Qué lugar quiere ocupar Emiratos Árabes Unidos en este tablero de juego?

"Si tuviera que usar esa cita, diría que mientras que EEUU innova, China imita y Europa regula, nosotros aplicamos. Toda la tecnología, también la inteligencia artificial, es teoría hasta que lo aplicas, hasta que lo ves en el mundo real y compruebas lo que realmente significa. Además queremos ser los que aceleremos ese despliegue", entra al juego Omar Sultan Al Olama ante la pregunta de DISRUPTORES - EL ESPAÑOL.

Omar Sultan Al Olama, ministro de Inteligencia Artificial de los Emiratos Árabes Unidos.

Omar Sultan Al Olama, ministro de Inteligencia Artificial de los Emiratos Árabes Unidos. A.I.

Una traslación a la realidad inmediata, bajar la inteligencia artificial de las musas al teatro, que no está exenta de retos y desafíos. Por lo pronto, en lo que atañe al empleo y la potencial destrucción de puestos de trabajo a causa de esta tecnología. "Podría ser políticamente correcto, pero soy muy claro y directo. Sí, habrá pérdida de empleos. Las tecnologías emergentes, como la IA, inevitablemente alterarán el mercado laboral. Pero la solución pasa por mitigar su impacto negativo y potenciar el positivo", destaca el dirigente emiratí.

Y prosigue: "Nosotros, en los Emiratos, llevamos siete años trabajando en la implementación de la IA en el gobierno, y durante este tiempo siempre hemos evaluado cómo afectará a los trabajos". Para abordar estos desafíos, el país ha desarrollado un enfoque que Al Olama resume "en tres R: reskilling, retooling y retirement" (recapacitar, reentrenar y jubilación). Esta iniciativa está diseñada para identificar trabajos con una alta probabilidad de ser afectados por la IA en los próximos años y proporcionar a los trabajadores opciones para reentrenarse o, si están cerca de la jubilación, ofrecer una jubilación anticipada. "Si alguien ha estado en un puesto que tiene más de un 90% de probabilidades de ser interrumpido por la IA en los próximos tres años, le ofrecemos la opción de recapacitarse o retirarse anticipadamente", detalla.

¿Cómo se financia semejante empresa? El ministro niega que el dinero para llevar a cabo esos programas de adaptación laboral se vayan a financiar con dinero llegado del petróleo, sino que será fruto de los ahorros generados por la implementación de la IA en sectores no controvertidos: "Si logramos ahorrar un 10% en los costes de infraestructura gracias a la IA, eso se traduce en millones de dólares que podemos reinvertir en este programa de recapacitación y jubilaciones anticipadas". 

Vigilar al genio de la lámpara

El impacto laboral es uno de los más acuciantes que enfrenta el mundo con la llegada de la inteligencia artificial, pero no el único. Los numerosos debates éticos y sobre el uso responsable de esta tecnología atañen a cuestiones tan diversas como la propia democracia, los valores humanos o el propio concepto de verdad y mentira. Ante esas piedras en el camino, Al Olama tira de metáforas para hacerse cargo de la situación.

"Si pensamos en las historias clásicas en que alguien se encuentra con una lámpara mágica que le concede tres deseos, la mayoría de las veces no terminan bien", explica. "La tecnología promete muchas cosas y tiene un enorme potencial en muchos ámbitos, pero también puede causar estragos si no se regula adecuadamente".

Omar Sultan Al Olama, ministro de Inteligencia Artificial de los Emiratos Árabes Unidos.

Omar Sultan Al Olama, ministro de Inteligencia Artificial de los Emiratos Árabes Unidos. A.I.

En ese sentido, Omar Sultan Al Olama defiende con firmeza que los gobiernos deberían ser los vigilantes de la tecnología, pero con una mirada neutral. "Nuestro objetivo no debería ser estar a favor o en contra de la IA en general, sino estar en el centro, promoviendo los casos de uso positivos y regulando los negativos. Me recuerda a cuando el primer ministro [Mohammed Bin Rashid Al Maktoum, emir de Dubái] me nombró en el cargo y le pregunté qué era lo que esperaba de mí. Me dijo que no debía dejarme cegar por las promesas de la tecnología, pero tampoco debía verme amenazado por sus desafíos. También querían a alguien lo suficientemente joven como para crecer con la tecnología y adaptarse al ritmo acelerado de su desarrollo".

Pero los Emiratos Árabes Unidos, a pesar de su poderío económico, no deja de ser un país de 9,5 millones de habitantes. Intentar imponer desde ahí una regulación unilateral en aspectos críticos, como las deepfakes, sería no sólo una osadía, sino una auténtica locura. Y el ministro es perfectamente consciente de que estos debates deben producirse necesariamente de forma internacional y multilateral.

"Nos damos cuenta de que no podemos regular todos los casos de uso dañinos de forma local. Algunos deben abordarse a nivel internacional, y estamos trabajando con organizaciones y países para garantizar que se implementen regulaciones adecuadas a escala mundial", afirma él, que es miembro de muchas de las alianzas y foros de debate globales, además de haber participado en el Órgano Consultivo de Alto Nivel de Naciones Unidas sobre el tema, que copresidió la española Carme Artigas.

Eso sí, que nadie caiga en el error de pensar que esta asunción de la realidad es una suerte de dejadez por parte del emiratí hacia este asunto. Todo lo contrario Omar Sultan Al Olama sabe bien que su país puede jugar un rol muy reseñable en estas discusiones como punto de encuentro entre los distintos colosos tecnológicos en tanto que es el puente natural que se eleva sobre sus tensiones geopolíticas.

"El mercado de la IA está extremadamente polarizado, y es comprensible que algunos países se sientan sensibles al hablar de alianzas internacionales sobre IA. Necesitamos un lugar donde el Este y el Oeste puedan reunirse, hablar, sentar reglas y crear soluciones tecnológicas que aún no existen, aunque sea en áreas que no estén relacionadas con la seguridad nacional. Me gustaría ver más ejemplos de emprendedores estadounidenses aprovechando tecnologías de China, particularmente para casos de uso en regiones como África, Oriente Medio y el subcontinente indio", explica.

Una neutralidad de la que hace gala constantemente en su discurso Al Olama, aunque aclara que su relación con EEUU sigue siendo la máxima prioridad: "Hemos sido buenos socios para los Estados Unidos los últimos 50 años y no vamos a tirar eso por la borda hoy", aunque también deja claro que los Emiratos estarían dispuestos a trabajar con China "en áreas no sensibles si fuera beneficioso para ambas partes".

Del talento a la inversión extranjera en IA

Sea como fuere, lo cierto es que las apuestas de Emiratos Árabes Unidos están dando sus frutos en materia de inteligencia artificial. Recientemente, Microsoft anunció una inversión de 1.500 millones de dólares en G42, el particular contendiente de Abu Dhabi en estas lides.

 "Hace cinco años, muchos no creían que fuéramos serios con la IA. Hoy, con inversiones de Microsoft y otros gigantes tecnológicos, es evidente que somos un jugador serio en este espacio", presume el dirigente, realista por otro lado respecto a la burbuja que pueden generar este tipo de cantidades en un sector todavía en pañales: "Creo que estamos viendo un entorno algo inflado, con expectativas sobre algunas empresas que no tienen sentido económico a corto plazo. Pero no hay duda de que la tecnología "seguirá creando nuevos resultados que, con el tiempo, se justificarán". 

Omar Sultan Al Olama sintetiza en apenas dos líneas la receta mágica que están siguiendo para protagonizar la siguiente era de la IA: "Con más de 200 nacionalidades, multinacionales con muchísimos datos en sectores críticos de la economía y una infraestructura de vanguardia, los Emiratos ofrecen un entorno ideal para probar y escalar soluciones de inteligencia artificial a nivel global", subrayó, citando ejemplos como el uso de reconocimiento facial en el aeropuerto de Dubái, que "podría convertirse en una solución comercial de mil millones de dólares para otros aeropuertos del mundo".

Una receta que ya ha permitido al país lograr la tan ansiada autonomía estratégica en áreas como el software o el talento, indica el ministro. La asignatura pendiente, empero, sigue estando en la producción de hardware... y semiconductores en particular: "Hoy, en gran medida, somos independientes cuando se trata de tecnología. Sin embargo, en cuanto a chips, no estamos ahí todavía".

Para seguir avanzando en este camino, Omar Sultan Al Olama considera que el principal ingrediente necesario es el talento especializado en inteligencia artificial y tecnologías emergentes en general.

"Hemos visto un enorme flujo de talento, el mayor en nuestra historia, lo que nos ha permitido tener una de las tasas más altas de aportaciones per cápita en IA a nivel mundial, a pesar de nuestra poca población. Esto se ha debido a la capacidad del país para atraer a los mejores talentos y hacer equipos diversos, compuestos por los mejores, que generan los mejores resultados, y estamos viendo que muchas empresas están invirtiendo en crear estos equipos aquí", detalla el joven ministro.

Si a eso se le suma la apuesta por capacitar a la población local (su gobierno acaba de anunciar un programa para enseñar prompt engineering a un millón de personas en los próximos dos años), los resultados no deberían tardar en llegar. Y así es cómo Emiratos Árabes Unidos buscará seguir siendo competitiva y cada vez más protagonista en la escena de la inteligencia artificial, con Omar Sultan Al Olama sonriendo cada vez más ante el éxito de su aventura.