¿Quién es la nueva Carme Artigas? Esa es la pregunta obligada que surge al sentarse una vez más con esta prolífica empresaria, política y asesora de prestigio internacional. Exdirectora de Emprendimiento e Incubadoras de Negocio en Barcelona Activa, exCEO del Ericsson Innova Venture Capital Fund o fundadora y exCEO de Synergic Partners (posteriormente adquirida por Telefónica). Su currículo es tan extenso como profunda es la huella que ha dejado en el ecosistema digital español y europeo.
Pero su más reciente aventura, la de secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial entre 2020 y 2023, es quizás la que la ha marcado de manera más intensa. Su perfil técnico, en dupla con la vicepresidenta Nadia Calviño, supuso un acicate para lanzar la pionera ley de startups, la creación de un sandbox de IA, de numerosos proyectos e iniciativas en materia de digitalización (Kit Digital o la Carpeta Ciudadana, entre otras) y, bajo la bandera comunitaria, liderar las negociaciones que llevaron a la AI Act, el reglamento europeo de inteligencia artificial que abrió la veda global a poner coto a esta tecnología.
Volviendo a la pregunta original, ¿quién es la nueva Carme Artigas tras dejar la política de primera línea? "No hay una nueva, porque sigo haciendo lo mismo: trabajar por el desarrollo tecnológico para que llegue a todos y forma responsable", responde ella a DISRUPTORES - EL ESPAÑOL.
Lo hace por medio de varios caminos que parecen diseñados a medida para ella. Uno, el académico, como Senior Fellow en el centro de investigación Belfer Center, de la Harvard Kennedy School. Otro, el de la divulgación, como ponente estelar de eventos como el Digital Enterprise Show 2024. El tercero, no olvidarse de la política, en este caso como cochair del Órgano Consultivo de Alto Nivel de Naciones Unidas para la Inteligencia Artificial.
"Tengo un enorme compromiso con este trabajo y lo considero un privilegio; como algo que me permite poder cruzar muchos de mis intereses y que me está absorbiendo gran parte de mi tiempo", indica sobre su rol ante la ONU, que abandonará antes de que acabe el año cuando presente las conclusiones de su labor ante la Asamblea General.
No es sorprendente que el tema central sobre el que gira su nueva aventura profesional siga siendo el uso ético de la inteligencia artificial. Artigas aspira ahora a establecer un marco normativo internacional que garantice que la IA sea segura, confiable y contribuya al crecimiento sostenible.
"El documento que hemos elaborado en Naciones Unidas marca el inicio de un proceso crucial para la gobernanza global de la IA", comenta Artigas. "Este primer informe, aunque aún general y en desarrollo, se basa en la premisa de que no es suficiente que cada país regule la IA de manera independiente. La gobernanza global de la IA es imprescindible para asegurar que sus principios fundamentales sean respetados en todas partes".
De las musas al teatro. "Hemos trabajado intensamente para articular distintos procesos que avanzan en paralelo, hemos llevado a cabo tres reuniones presenciales en Nueva York, Dubái y Singapur, donde más de 1.000 expertos han contribuido al desarrollo de este informe, donde se analiza el impacto de la IA en diversos sectores como la propiedad intelectual, la salud o el software de código abierto".
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Artigas asume que el documento que lidera tan sólo tiene el carácter de recomendaciones y que requiere de un consenso político no existente hasta el momento. "Sólo podemos actuar dentro de los límites que los Estados nos permiten. Es vital que estas propuestas sean aceptadas por la Asamblea General", añade.
A ello hemos de sumar la necesidad de involucrar a la sociedad en este proceso. "No podemos permitir que este debate quede restringido a los políticos y las grandes empresas. La sociedad debe preocuparse también por cómo se regula la IA y exigir a sus gobiernos una regulación adecuada", enfatiza.
Pragmatismo e interoperabilidad
Sin desgranar el detalle del informe, su principal valor está en armonizar la actual diversidad de enfoques regulatorios a nivel global. Con Estados Unidos, China y Europa avanzando en sus propias agendas, surge la pregunta de cómo Naciones Unidas puede establecer un marco común que reúna principios y valores tan distintos.
"Creo que es crucial no confundir gobernanza con regulación", subraya Artigas durante el encuentro con este medio. "La gobernanza global no se trata de imponer regulaciones uniformes a todos, sino de asegurar que haya unos mínimos comunes, como la seguridad y la inclusión, que deben respetarse en todas partes".
Uno de los principales problemas que identifica nuestra protagonista es la falta de un foro global unificado donde se discutan estos temas. "Actualmente, existen muchas iniciativas aisladas: la OCDE, la UNESCO, incluso agencias regionales, pero no hay un lugar que aglutine los intereses de los 193 países que forman parte de la Asamblea General de Naciones Unidas", explicó. Esta fragmentación, según Artigas, exacerba las desigualdades digitales y crea un vacío en la gobernanza global.
Con ambos factores en mente, queda clara la importancia de establecer estándares mínimos a nivel internacional. "No podemos esperar que las regulaciones sean idénticas en China, Estados Unidos, Europa o Sudáfrica, pero sí debemos asegurar que haya una interoperabilidad en términos de estándares y que se respeten los derechos humanos fundamentales", afirmó. En su visión, el derecho internacional y los principios de Naciones Unidas deben ser el punto de partida para cualquier normativa sobre IA.
Además, la exsecretaria de Estado llama la atención sobre un tema crítico: la responsabilidad en caso de incidentes con la IA. "Hoy en día, no hay un marco claro sobre quién es responsable si ocurre un incidente con IA en una parte del mundo. Esto es algo que ninguna de las actuales iniciativas aborda adecuadamente", advierte.
El ejemplo regulatorio europeo
De todas las regulaciones, normas y estándares que están surgiendo en todo el planeta, por ahora tan sólo una está considerada como una verdadera ley que contempla el fenómeno de la inteligencia artificial en su conjunto y a prueba de futuro: la AI Act.
Este reglamento europeo, en vigor desde este verano (aunque con dos años de plazo para su adopción), busca garantizar los valores y la visión del Viejo Continente en el uso de esta tecnología, evitar los sesgos y riesgos de seguridad que trae aparejados y, al mismo tiempo, fomentar la innovación y el uso de la misma. Una norma que se desatascó gracias al trílogo del pasado diciembre que lideró la misma Carme Artigas, en el marco de la presidencia española del Consejo Europeo.
Ahora que es una realidad, Artigas sigue defendiendo la necesidad y el momento de la regulación, respondiendo a las críticas que cuestionan si la UE se ha apresurado ante el avance exponencial de la IA. "La idea de la inteligencia artificial surgió en 1956, y ha pasado décadas sin regulación", subraya, señalando que tecnologías como el deep learning han estado en desarrollo masivo desde 2014. "Hemos tenido tiempo suficiente para identificar claramente dónde están los riesgos y establecer principios que guíen su uso", afirma, refiriéndose a la necesidad de regular no la tecnología en sí, sino sus aplicaciones.
La adopción de la AI Act, según Carme Artigas, debe ser rápida y efectiva, aprendiendo de las lecciones del Reglamento General de Protección de Datos (GDPR). "Fue duro y costoso, especialmente para las pymes", reconoce, pero enfatiza que la transparencia y el cumplimiento de las normativas son esenciales para que la IA sea aceptada de manera confiable en Europa. Por ello, también insta a las grandes empresas a no esperar dos años para cumplir con la ley, ya que el cumplimiento temprano podría convertirse en un sello de calidad que diferencie sus productos en el mercado.
Contrariamente a las preocupaciones de que la regulación podría sofocar la innovación, Artigas asegura que el AI Act contempla amplios espacios de flexibilidad, especialmente en las fases de investigación y desarrollo. "No afecta al I+D ni a los procesos de entrenamiento antes del lanzamiento comercial", explica a DISRUPTORES - EL ESPAÑOL, destacando que la ley permite entornos desregulados para pruebas en escenarios reales (los famosos sandbox), como en el caso de la conducción autónoma.
"La resistencia inicial es normal, pero la industria sabe que adaptarse no es tan costoso como parece"
En ese sentido, también se muestra optimista respecto a la adaptación del sector a la nueva regulación, que por ahora está mostrando un frente común contra la AI Act (los últimos, los CEO de Meta y Spotify en una carta conjunta). "La resistencia inicial es normal, pero la industria sabe que adaptarse no es tan costoso como parece", comenta. Comparando con otros sectores altamente regulados, como la banca o la alimentación, la expolítica asegura que la regulación "no es un impedimento para la competitividad, sino más bien una garantía de calidad y seguridad para los consumidores".
Su tono es contundente ante las dudas y su mirada claramente positiva respecto a esta norma. Carme Artigas considera que el AI Act es una oportunidad para Europa de liderar en el desarrollo de una inteligencia artificial que sea ética, segura y beneficiosa para todos. "Esta ley está aquí para quedarse, y la industria tendrá que adaptarse", concluye, confiando en que la claridad normativa permitirá a Europa adoptar la IA de manera más rápida y efectiva.
Inclusión y progreso a hombros de la IA
Estar en un organismo como Naciones Unidas ha obligado a Carme Artigas a cambiar el prisma que tamizaba sus decisiones, de una mirada europea a una mucho más global. De ahí que incida mucho en la necesidad de un enfoque coordinado y global al respecto e, incluso, pida la creación de un panel permanente que evalúe de manera continua las evoluciones, riesgos y capacidades en el ámbito de la IA.
"Este panel es esencial para asegurar que todas las voces estén representadas, especialmente en un contexto donde no todos los países tienen igual acceso a la infraestructura tecnológica necesaria", introduce en la conversación.
"Existen muchas iniciativas valiosas a nivel global, como la declaración de Bletchley Park y los esfuerzos de la OCDE, que abordan aspectos específicos de la IA. No estamos diciendo que necesitamos una agencia internacional de la inteligencia artificial de la noche a la mañana, pero sí una coordinación efectiva que asegure que no estamos legislando en un vacío, sino sobre la base de un consenso científico actualizado", aclara.
Y prosigue: "Es necesario un marco de gestión de riesgos y una taxonomía comunes para asegurar que todos los actores, desde las grandes potencias hasta los países del sur global, estén alineados en cómo manejamos los riesgos asociados con la IA".
Empero, hay un elemento clave en estos avances que sigue siendo difícil de roer: el sector privado. "La industria está absolutamente volcada en hacer las cosas bien", defiende Artigas, quien destaca que las grandes empresas tecnológicas ya están implementando planes de autocontrol. Sin embargo, la gran mayoría de la capacidad de cómputo, esencial para desarrollar IA avanzada, sigue concentrada en pocas manos, lo que crea una brecha significativa entre países.
Artigas propone un enfoque multilateral, alejándose del tradicional modelo de proveedor-cliente internacional que podría considerarse una forma de "colonización". "El sur global no quiere ser colonizado; quiere herramientas para competir en igualdad de condiciones", enfatiza. Para ello, sugiere la creación de un fondo de desarrollo global que permita la participación del Banco de Desarrollo y las contribuciones del sector privado, no solo en términos de financiación, sino también proporcionando recursos como chips, capacidad de computación y horas de formación.
En ese sentido, nuestra protagonista subraya que la confianza y el acceso igualitario a los recursos son fundamentales para la adopción global de la IA. "Si no hay confianza y un marco que garantice igualdad en el acceso a los recursos, no podremos aprovechar plenamente los beneficios de la IA", advierte. "Estamos ante una oportunidad única de hacer las cosas bien, de manera inclusiva y equitativa. Si logramos coordinar estos esfuerzos, podemos garantizar que la IA beneficie a toda la humanidad", concluye.
Ve "continuidad" en la gestión de Escrivá
Si bien la conversación busca adentrarse en las nuevas aventuras de Carme Artigas, es inevitable que un humilde gacetillero le pregunte por cómo ve su antigua casa, el ahora Ministerio de Digitalización y para la Función Pública. Una cartera que está bajo la batuta de José Luis Escrivá, al menos hasta que se oficialice su salida en dirección al Banco de España.
Al respecto, Artigas se muestra extraordinariamente comedida y políticamente correcta. Asegura que ve con buenos ojos el impulso continuado a la estrategia española de inteligencia artificial o a la ejecución del dinero europeo vinculado a los fondos Next Generation. "Los compromisos de la Estrategia Española de 2020 se van a cumplir porque están ligados a los hitos del plan de recuperación", asegura.
Además, menciona que la adenda aprobada por España en este contexto refuerza programas que ya han demostrado su eficacia, como el Kit Digital, iniciado en la época en que ella ocupaba la Secretaría de Estado. Carme Artigas también ve positivo que el nuevo Ministerio priorice ciertos ámbitos, como la adopción de la administración digital, aprovechando que Función Pública "ahora está en un ministerio con mayores recursos".
Cuando se le pregunta sobre algunos de los cambios introducidos por Escrivá en sus programas estrella, como la creación de la SETT para aglutinar numerosos programas individuales de su era o la modificación de los propósito del sandbox de IA (de un enfoque hacia el ecosistema innovador a un campo de pruebas para el sector público), Artigas reconoce que "cada Administración tiene derecho a dejar su huella" e, incluso, defiende el viraje actual.
En ese sentido, subraya la pertinencia de utilizar el sandbox regulatorio para avanzar en la accesibilidad de los servicios públicos a través de la IA generativa. "La gran barrera de la adopción digital ha sido el acceso, especialmente para personas mayores o sin conocimientos técnicos", reconoce.
En cuanto al nombramiento de Ignacio Belda como director de la Agencia Española de Inteligencia Artificial (AESIA), Artigas expresa su confianza en él, resaltando su sólida experiencia en biotecnología y como emprendedor. "Tiene un perfil muy completo y una visión científica que le permitirá hacer un excelente trabajo", afirmó, mostrando optimismo sobre el futuro de la agencia, que ella misma ayudó a establecer en A Coruña y que empieza a operar formalmente en el día de hoy.