No ha pasado ni una semana desde que la Justicia parase los pies a Juan Miguel Villar Mir en la construcción del futuro Centro Canalejas, un complejo comercial y hotelero de lujo en pleno casco histórico de Madrid. Tras llegar a manos del exministro en 2012, el proyecto iba a ser la guinda para la obra del Grupo Villar Mir, pero no está llegando a buen puerto. Al contrario, su paralización se ha convertido en otra de las grietas del grupo de compañías que ha construido en las tres últimas décadas.
La cartera del grupo familiar, que desde 2011 disponen del título nobiliario 'Marqués de Villar Mir' otorgado por el Rey Juan Carlos, está formada por empresas como Inmobiliaria Espacio, Ferroatlántica, Fertiberia y otras 80 sociedades que, en conjunto, registraron un volumen de negocio de 6.400 millones de euros. Sin embargo, el buque insignia sigue siendo Obrascón Huarte Laín, cuya cotización se ha desplomado un 60% en 18 meses.
La constructora todavía está en proceso de ampliación de capital -por valor de 1.000 millones de euros- y, por el camino, Villar Mir reducirá su presencia del 59% al 51% del capital de OHL. Es su objetivo, si bien, el resultado final de la operación se ha convertido en todo un enigma por la complejidad de la operativa de Villar Mir para mantener el control.
Según los registros de la CNMV, su participación del 59% está bajo control indirecto de Inmobiliaria Espacio, si bien debajo de ella se encuentran una serie de sociedades interpuestas de los Villar Mir que ostentan los derechos de voto de esas acciones. Entre ellas está Grupo Villar Mir SAU (34%), la luxemburguesa GVM Debentures (10,5%) y
Espacio Activos Financieros (7,5%). Esta última es el vehículo usado para coordinar la maraña de derivados financieros que está utilizando Villar Mir para asegurarse el control del grupo sin tener que poseer las acciones. Estos contratos -con Societe Generale, Natixis y Banco Santander- le han permitido cubrirse ante la caída del valor en bolsa,
según fuentes financieras.
Se trata de una práctica que viene usando desde 2012, cuando Villar Mir iba tan sobrado que era capaz no sólo de comprar el complejo de Canalejas, amén de Colonial, sino también el 15% de Abertis, la mayor concesionaria del país, o convertirse en uno de los primeros accionistas de Banco Santander. Pero en 2015 la actividad vendedora de Villar Mir se ha disparado por la presión de sus financiadores. Ha vendido paquetes de acciones de Colonial o Abertis por valor de 562 millones desde este verano.
Todo ha sido por OHL y por cubrir la ampliación de capital que está llevando a cabo. Son 1.000 millones, una montaña incluso para Villar Mir. Tuvo que vender el 7,2% de los derechos que le correspondían a un fondo oportunista (Tyrus). Todo por conseguir más liquidez y garantías ante el sindicato de bancos e inversores que financian sus operaciones. También ha puesto a la venta Torre Espacio, uno de los cuatro rascacielos del Paseo de la Castellana que le costó construir cerca de 400 millones y todavía está financiado a crédito.
Una de las prendas, por ejemplo, son parte de las acciones que OHL tiene en su filial en México, que cotiza en bolsa de manera independiente desde 2010. Este país no ha dejado de darle problemas este año, sobre todo, desde que viese la luz el escándalo de sobornos a funcionarios del Gobierno mexicano por parte de la constructora. En OHL no se han recuperado todavía de ello. De hecho, las heridas y las grietas se ha reabierto en las últimas horas después de la renuncia de tres consejeros independientes (Valentín Díaz, Jesús Reyes y Carlos Ruiz) una vez finalizada la auditoría para detectar más irregularidades.