Las costas de Malta son un destino de relajación, no es el lugar propicio para romper los planes con un segundo programa de compra de activos histórico. El Banco Central Europeo (BCE) prefirió cerrar su reunión en la isla sin cambios en su política monetaria, pero dejó una gran noticia que disparó las expectativas del mercado. Una vez más, fue su presidente, Mario Draghi, el encargado de levantar los castillos en el aire con una sola frase: “tendremos que revisar el grado de los estímulos en la reunión de diciembre”. Sin embargo, algunos miembros de la entidad pidieron impulsar los estímulos hoy mismo.
Super Mario explicó que los miembros del Consejo de Gobierno de la entidad tuvieron una “rica discusión” sobre las herramientas de política monetaria que tiene en su mandato, pero que “no se alcanzó una decisión específica”. La debilidad de la recuperación y el deterioro de la inflación presionan a la entidad para que vuelva a impulsar sus estímulos, aunque el BCE ha decidido darse más tiempo antes de gastar otra bala. Esperará a diciembre, cuando la entidad revisa su cuadro de proyecciones macroeconómicas, ya que las medidas que quedan en su cartuchera son cada vez menores y menos efectivas, por lo que tiene que racionalizarlas bien. “Examinaremos todos los instrumentos a nuestro alcance para ver cuál es el más efectivo”, explicó Draghi.
Algunos miembros del Consejo de Gobierno pidieron aumentar los estímulos en esta reunión
Entre los estímulos que tiene todavía en la recámara destacan dos. El primero, sería impulsar la compra de activos (el programa conocido como QE) con el que la institución inyecta mensualmente 60.000 millones de euros al mercado. Para aumentar este programa, podría elevar el ritmo de las compras mensuales o posponer su fecha de finalización, que actualmente está establecida en septiembre de 2016.
La pesadilla de Draghi
Draghi tiene por delante una de las coyunturas más complicadas que ha vivido como presidente del BCE, ya que cada día se aleja más de conseguir el objetivo prioritario de la entidad: mantener las expectativas de inflación en el 2%. En septiembre, el IPC de la eurozona volvió en septiembre a tasas negativas, con un descenso del 0,1% interanual después de cuatro meses en tasas positivas. Además, los precios de la zona euro cumplirán al final de mes su segundo año consecutivo por debajo del 1%.
Con este escenario, Draghi tiene cada vez más complicado argumentar que las expectativas de inflación siguen “ancladas en el 2%” y en su reunión de hoy ha reconocido, por primera vez, que “hay un riesgo de desanclaje en las expectativas de inflación”.
Hay un riesgo de desanclaje en las expectativas de inflación del objetivo del 2% en el medio plazo
Tuvo que salir el vicepresidente de la entidad, Vítor Constâncio, a echar un capote a Draghi y defender que la eurozona no está en deflación. “No estamos en una situación de deflación, tiene que pasar más de un año con un IPC negativo”, advirtió. Aunque la zona euro todavía no esté en recesión, el BCE no puede permitirse que este debate se prolongue, ya que afectaría directamente a las expectativas de inflación, lo que supone un gran punto de presión para que aumente sus estímulos en diciembre.