Son tiempos difíciles los que le toca vivir a Repsol. La compañía está afrontando el peor escenario posible en el momento más complicado: se endeudó para comprar Talisman justo en el momento en el que los precios del petróleo colapsaron. El precio del crudo en Europa, el Brent, cayó el miércoles a su nivel más bajo desde 2004, por debajo de 30 dólares, lo que ha disparado las tensiones en la deuda de la petrolera española.
En sólo cuatro sesiones, la rentabilidad que exigen los inversores a los bonos de la petrolera se ha disparado. Un par de ejemplos: la rentabilidad de uno de sus bonos con vencimiento a cinco años se ha disparado un 61%. Otro bono, este con vencimiento a 10 años, que se ha disparado un 34% en estos cuatro días.
El mercado exige una rentabilidad mucho menor a otras empresas españolas que tienen un rating similar. A Repsol le pide un 3,9%. En cambio, un bono de Ferrovial a 5 años paga un 1,33%, menos de la mitad que el de Repsol. En el caso de Dia, por un bono a 3 años paga un 1,13% y la deuda de Iberdrola a 5 años apenas ofrece un 0,88%.
En este contexto, el seguro por impago de sus bonos se ha disparado, los conocidos como CDS (credit default swap). En las últimas seis sesiones, su CDS ha escalado un 54%, hasta superar los 400 puntos. Si bien es cierto que el mercado de seguros de impago es muy estrecho y que se tensiona con unas pocas operaciones de algunos inversores fuertes, también es cierto que estos datos sacan por completo a Repsol del mercado de capitales.
Las acciones de Repsol también sufren en bolsa, aunque el castigo de los últimos días no es comparable con el de sus bonos. Desde el inicio del año, sus títulos se han dejado más de 12% en el parqué madrileño, hasta cotizar por debajo de 9 euros, por primera vez desde 1996.
La compañía presentó su nuevo plan estratégico con el que pretendía calmar al mercado el 15 de octubre. Desde entonces ha perdido un cuarto de su valor en bolsa. La petrolera capitaliza hoy menos de 12,4 millones de euros, la que llegó a ser la mayor compañía del Ibex en 1990 se ve relegada al puesto 14 del selectivo, por detrás de otras empresas como Abertis, Ferrovial o Aena.
La empresa sufre en el parqué los vaivenes de las bolsas chinas y también el impacto de la incertidumbre política en España que, según fuentes empresariales, se ha convertido en un lastre para la cotización de algunas de las grandes compañías del país.
Se complican los planes
Uno de los compromisos de Repsol para aumentar su capital y convencer a las agencias de rating de su buena posición era realizar una emisión de bonos híbridos. Este tipo de deuda es convertible en acciones (capital), por lo que sirve para reforzar el balance de las compañías y, además, está muy bien ponderada por parte de las agencias de calificación. Su intención es emitir 3.000 millones en un plazo de dos años y constantemente sondea el mercado para buscar una oportunidad, pero la situación se complica día a día.
“Ahora mismo, ni Repsol ni ninguna otra petrolera haría una buena emisión”, explica Fernando García, director de Mercados de Capitales para el sector corporativo y banca de Société Générale. García explica que “Repsol no tiene problemas de liquidez, pero la caída de los precios del petróleo deteriora su base de capital”. En efecto, este año Repsol tiene un vencimiento de deuda de 850 millones de euros. No es hasta 2017 cuando la situación se complica, cuando tendrá que devolver 1.220 millones de euros.
Repsol no tiene problemas de liquidez, pero la caída de los precios del petróleo deteriora su base de capital
La compañía está haciendo muchos esfuerzos para proteger su rating y convencer a las agencias de su solvencia. Al inicio del año anunció que completaba de un solo golpe toda la desinversión que tenía prevista para 2016 y 2017 con una venta de activos por valor de 3.000 millones de euros. Sin embargo, la caída del petróleo podría obligar a hacer más esfuerzos.
“La compañía tiene otras opciones para fortalecer su capital, entre ellas, su posición en Gas Natural”, explica García. Repsol tiene un 30% de las acciones de la gasista, que es la joya de su corona. Hasta ahora se ha negado a rebajar su posición en ella. “No vamos a vender las joyas de la abuela”, aseguró Josu Jon Imaz el pasado octubre, cuando el grupo presentó sus planes para los próximos cinco años. Gas Natural es una fuente fiable de ingresos para Repsol a través de su dividendo, por lo que, la intención de la petrolera es hacer todo lo posible para no tener que vender este activo tan preciado. “Creo que las agencias deberían ser razonables y hablar con la compañía”, remarca García.
El plan estratégico
Repsol ve cómo los mercados le cierran las puertas a pesar de que ha hecho los deberes a los que se autocomprometió en su plan estratégico. Lo hizo con dos previsibles escenarios. El primero, el ideal, donde conseguiría el equilibrio, en el que los precios del crudo permanecerían en el entorno de los 60 dólares durante los cinco próximos ejercicios. El segundo, que denominó ácido, con el petróleo a 50 dólares el barril. Hoy, sólo tres meses después, el crudo roza los 30.
El eje de su plan estratégico, con el que buscaba mantener la confianza de los mercados, pasaba por acelerar su plan de desinversiones: lograr 6.200 millones de euros vendiendo negocios que no son clave para el grupo. Su objetivo era conseguir más de 3.000 millones antes de 2018. Y, a día de hoy, ya lo da por conseguido.
Desde el pasado verano ha vendido el 60% de su participación en un yacimiento del Mar del Norte, su negocio de suministro de gas natural licuado y ha salido del accionariado de CLH. También ha amortizado más de 1.500 millones de bonos de Talisman, la petrolera canadiense cuya adquisición ha obligado a Repsol a apretarse el cinturón.
En diciembre de 2014, la petrolera española adquirió la empresa norteamericana por 8.300 millones más deuda (que ascendía a 4.700 millones). Entonces, un escenario donde los precios del crudo bajasen por debajo de los 50 dólares parecía impensable. Además, necesitaba dar salida a su caja, a los 5.000 millones de dólares que tenía como pago de la expropiación de la argentina YPF.
Junto a las desinversiones, la segunda herramienta para lograr el beneplácito de los mercados pasaba por ahorrar. El plan estratégico de Repsol contempla una contención de gastos por valor de 2.100 millones de euros hasta 2018. De ellos, 1.500 millones proceden de la reducción de costes operativos y de las sinergias. Entre otras medidas, el grupo ha puesto en marcha el recorte de 1.500 puestos de trabajo en tres años. Ahora tendrá que buscar nuevas opciones con las que calmar a los inversores.