La fuerza de la retórica de Mario Draghi se agotó. La magia del sermón de las catorce palabras de julio de 2012 -”el BCE está listo para hacer lo que sea necesario para preservar el euro”- ha desaparecido. Los mercados ya no creen en Mario. Dudan de él. Y aunque el presidente del BCE insista en que su institución "no se ha quedado sin munición", todo el mundo ha visto que al llevar al 0,00% el tipo de referencia se ha asomado, como la niña Alicia, al mundo que hay al otro lado del espejo.
Draghi sorprendió a todos cuando consideró "muy positiva" la experiencia del BCE con los tipos negativos. Y agregó que estos no han sido tan dañinos para los bancos, aunque reconoció que no puede hacer con ellos lo que quiera, que hay límites. De hecho descartó el sistema de tramos japonés, como el que demandaban las cajas de ahorro alemanas.
Lewis Carroll, padre de Alicia, era matemático. Sabía bien que al otro lado del espejo, donde empezaba el reino de los tipos de interés negativos, los bancos pagarían a los deudores y cobrarían a los ahorradores. De hecho, en ese mundo, los bancos podrían vivir de pedir prestado, en vez de prestar.
En el mundo de los tipos de interés al revés, el dinero no vale nada, así que al final éste se acaba devaluando (que es lo que algunos buscan). En el mundo de los tipos de interés al revés, sobra el dinero y faltan ideas en las que invertir. En este mundo al revés, las empresas no deben crear bienes o servicios, sino reciclarlos o destruirlos porque todo abunda, sobra capacidad y nada escasea. Hay que gastar sin sentido, porque ahorrar está penalizado.
En ese mundo, las personas mayores, cuya propensión al gasto es menor, se vuelven manirrotas y despilfarradoras, gastan todos sus ahorros y los apuestan en la renta variable pese a que durante años les han dicho que si quieren asegurarse una pensión deben invertir en renta fija o depósitos porque ya no tienen tiempo para recuperarse si caen en un bache bursátil.
La confianza voló del nido
En el mundo de los tipos de interés al revés, la cura al sobreendeudamiento es precisamente endeudarse.
Salvo casos muy excepcionales, nadie ha vivido nunca en una economía donde te paguen por pedir recursos prestados. Si le pides una azada prestada a tu vecino se la tienes que devolver en las mismas condiciones y el tipo de interés del recurso es al menos tu agradecimiento y la promesa implícita de echar una mano cuando te lo pidan. Los tipos negativos sólo son posibles en el mundo del dinero fiduciario (o de los apuntes cibernéticos fiduciarios que es lo que viene) y el tipo de interés cero lo que hace es comprimir a tal punto la paradoja de la confianza que ésta resulta destruida.
Confianza, ese es el pájaro que voló ayer del nido de Draghi. Sus decisiones han dejado tan claros sus límites que ahora no puede fallar. Las tasas de interés no podrán bajar más sin temor al ridículo, y el banco puede comprar activos hasta hartarse, cada vez de peor calidad, pero sin confianza la economía no irá a ninguna parte.