Campanada del Banco Central Europeo (BCE) para las grandes empresas españolas. Pero no para todas. El organismo encabezado por Mario Draghi anunció este jueves que, dentro de la compra de 80.000 millones en euros en bonos, estarán incluidos, por primera vez, activos del sector privado. No valdrá cualquiera, tendrán que cumplir una serie de condiciones.
Esos activos empresariales, que adquirirá desde el final del segundo trimestre de este año, serán de empresas no financieras. Deja así al margen a los bancos. También dejará a un lado a todas aquellas compañías que no tengan un ‘rating’ de grado de inversión. Traducido: sólo apostará por las sociedades que no sean bonos basura. Sólo deuda de calidad, que le dé garantías y que se sumará a los 600.000 millones de euros que ya acumula en compras la institución presidida por Mario Draghi.
El organismo de Fráncfort confiará en aquellos activos que tengan vencimiento entre 2018 y 2046, casi 30 años. Bonos, además, del mercado secundario. Las compañías no podrán aprovechar la puerta abierta por el BCE para realizar emisiones, específicamente, para que sean compradas por la entidad comunitaria.
Y aún puede haber más requisitos porque se desconocen los detalles de cómo distribuirá ese dinero entre deuda pública y privada, en qué empresas comprará y cuáles dejará fuera. Esas decisiones quedan en manos del Comité Técnico del BCE.
Partiendo, sin embargo, de los criterios que ya están establecidos sí se puede saber qué compañías integrarán esa cesta de bono adquiribles por Fráncfort entre los que tendrá que decidir.
El BCE tiene que analizar la deuda corporativa emitida por trece compañías españolas. Entre ellas suman 72.713 millones de euros, según los datos extraídos de Bloomberg. Y un sector domina sobre el resto: el energético. A él están ligadas seis de las 13 empresas: dos eléctricas (Iberdrola y Endesa), Gas Natural, la petrolera Repsol y dos vinculadas a las infraestructuras de la industria (Red Eléctrica y Enagás).
Telefónica, candidata con 25.568 millones
Pero hay un nombre que domina sobre el resto: Telefónica. La compañía presidida por César Alierta suma 25.568 millones de euros, el 35% de toda la deuda ‘made in Spain’ que puede comprar el BCE. La ‘teleco’ tiene, al menos por su importe, muchas papeletas para ser una de las beneficiadas por la medida sorpresa anunciada el jueves.
Telefónica mantiene un rating BBB (un aprobado) para Standard & Poor’s y BBB+ para Fitch y está pendiente de una decisión clave: que Bruselas le dé vía libre a la venta de su filial británica O2 al grupo hongkonés Hutchison Whampoa por 10.250 millones de libras (13.067 millones de euros al cambio actual), lo que daría oxígeno a su balance. De hecho, a la espera de lo que decida la Comisión Europea, la operadora decidió hace unos días emitir bonos a cinco años, ligados a la evolución de sus acciones, por valor de 600 millones de euros. Una operación que dirigió a emisores institucionales.
Ahora, con la decisión del BCE, el aire extra a sus finanzas podría venir de la refinanciación de su deuda a unos tipos de interés más bajos. A Telefónica le vencen 8.300 millones de euros en 2017.
Por detrás de la ‘teleco’ destacan Iberdrola (15.955 millones de euros), Gas Natural (8.140), el grupo de infraestructuras Abertis (7.856 millones) y Repsol (6.132). En cuanto a la eléctrica presidida por Ignacio Sánchez Galán, al cierre de 2015, acumulaba una deuda financiera neta por valor de 28.067 millones de euros y, al contrario de lo que sucede con Telefónica no tiene vencimientos tan elevados a corto plazo.
A la eléctrica, entre 2017 y 2020, los vencimientos anuales de sus bonos están entre los 1.700 y los 2.200 millones de euros. Su ‘rating’ sí es similar a la ‘teleco’, está en la misma calificación que Telefónica para S&P y Fitch, mientras que Moody’s la coloca en Baa1.
Menos positiva es la valoración de Repsol. La petrolera, dada la situación que atraviesa en los últimos meses por el desplome de los precios del petróleo podría ser una de las grandes beneficiadas si el BCE optara por recomprar su deuda, aunque al ser de menos calidad puede tener menos opciones. El pasado febrero, S&P puso en revisión el ‘rating’ de la empresa encabezada por Antoni Brufau.
La agencia de calificación la puso en vigilancia negativa (creditwatch negative), al igual que a otras grandes petroleras europeas como BP, Eni o Total. Amenazó así con una rebaja de calificación (actualmente en BBB-, el último escalón antes de caer en ‘bono basura’) dada la previsión de que los precios del crudo puedan seguir descendiendo en los próximos años. Repsol ya tuvo que asumir pérdidas de 1.200 millones tras tener que provisionar 2.900 por la evolución del petróleo.
En esa lista de compañías con deuda corporativa a tiro del BCE sólo hay dos empresas que no están en el selectivo Ibex: el grupo de seguridad Prosegur y la inmobiliaria Colonial, ambas con 500 millones en bonos comprables. A la que menos deuda puede echar el lazo la entidad comunitaria es Endesa (47 millones). Pero las que mejor rating atesoran, las más atractivas son Enagás y Red Eléctrica, con 1.921 y 2.124 millones de euros, respectivamente.
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