Forman parte de la generación española del ‘baby boom’. Su fecha de nacimiento parte de 1960 y, ahora, ha llegado su momento. Los directivos nacidos en esa década están tomando el control de las grandes empresas españolas. El próximo que llegará al poder es José María Álvarez-Pallete quien, a partir del próximo viernes 8 de abril, se convertirá en el presidente de Telefónica.
El sucesor de César Alierta al frente de la operadora se sumará así a la larga lista de directivos que suman características diferentes a las de sus predecesores: dominan el inglés, acumulan posgrados a sus espaldas y, antes de llegar a lo más alto, han pasado por otras multinacionales. “La nueva generación está muy bien formada. Es gente que tiene una carrera universitaria y, la mayoría, formación en dirección de empresas. Han aprendido idiomas, lo que antes era impensable”, asegura Custodia Cabanas, Directora del Área de Recursos Humanos y Comportamiento Organizacional de IE Business School.
Pero que tengan más formación no significa que estén mejor preparados. “La generación que llega ahora lo que ha tenido son más oportunidades. Los que ahora están saliendo, algunos, ya tuvieron carreras universitarias fuera de España y una preparación muy superior al resto de españoles de su propia generación”, indica el profesor del IESE, José Ramón Pin.
En esta lista están los tres apellidos al frente del pódium de mayores empresas del Ibex: Inditex, Santander y Telefónica. Es decir, Pablo Isla, Ana Botín y el propio Álvarez-Pallete. Isla comparte con quien encabezará la 'teleco' el haber estado a la sombra de César Alierta. Ambos han sido sus delfines. En el caso de Isla lo fue en Altadis (la antigua Tabacalera), fue quien le sucedió en la presidencia, hasta que, en junio de 2005, fue nombrado consejero delegado de Inditex. Llegó a Arteixo de la mano de un cazatalentos que vio en él el perfil adecuado para suceder a Amancio Ortega.
No son los únicos. Josu Jon Imaz (Repsol), Francisco Reynes (Abertis), José Manuel Entrecanales (Acciona), Luis Gallego (Iberia), Ángel Ron (Banco Popular), Ricardo Currás (DIA) son algunos de los directivos del ‘baby boom’ español.
Adiós al 'ordeno y mando'
Algunos casos son sucesiones familiares, como el de Ana Botín. El fallecimiento de Emilio Botín en septiembre de 2014 llevó a su hija a la presidencia de la mayor entidad financiera de España, pero el relevo estaba claro. Antes de embarcarse en la entidad familiar, trabajó durante siete años en JP Morgan. Después llegó la presidencia de Banesto y la dirección del negocio del banco Santander en el Reino Unido.
Tienen un perfil diferente que tienen que implementar. “La nueva generación de directivos representa un cambio significativo en la forma de gestión. Ya no vale el 'ordeno y mando'. Se han desarrollado profesionalmente en un mundo más participativo”, argumenta la profesora del IE.
“La generación de Alierta, por ejemplo, ha vivido durante el franquismo, durante un régimen político diferente, y eso les marcó. Los nuevos no tienen la experiencia vital de vivir un cambio de régimen político y están acostumbrados a moverse en democracia”, apunta el profesor del IESE. “La globalización llegó a España más tarde, en la década de los 80 y los nuevos directivos no han vivido una economía autárquica, donde tenías que tener amigos en un ministerio para salir fuera de España”.
La digitalización como reto
En casi todos los casos, la digitalización de sus empresas, sea en forma de comercio online, aplicaciones en dispositivos móviles o gestión de datos, se ha convertido en la principal prioridad. “Los nuevos directivos tienen una experiencia vital diferente. Los que ahora tienen 70 años han tenido que adaptarse al mundo digital y los siguientes lo tienen mucho más fácil”, asume Pin.
Un cambio de planteamiento de negocio que también va a conllevar un cambio en las relaciones del Ibex con el panorama político. En el caso de Álvarez-Pallete, será el primer presidente de Telefónica que no llega al cargo tutelado por el poder Ejecutivo y lo hace, además, en plenas negociaciones para formar Gobierno. El adiós de Alierta también supone tener que buscarle un relevo al frente del Consejo Español para la Competitividad, el grupo de presión de los grandes del mundo empresarial, que el aragonés presidía desde su creación en 2011.
“Son empresas muy grandes, que han manejado las denominadas puertas giratorias y, ahora, este relevo de los directivos se tiene que preguntar si ése es el juego que quieren en una democracia moderna”, asegura el profesor del IESE. Unas puertas de doble sentido que han sido significativamente relevantes durante la presidencia de Alierta en Telefónica, a la que han llegado políticos próximos a derecha e izquierda.
Carrera de caballos Vs relevos
A quienes acaban de llegar a la dirección la jubilación les queda aún lejos. “Aún les queda mucho, pero tienen que ser conscientes de que, quienes vienen detrás, aún están mejor preparados y están más abiertos al mundo. Tienen que poner en valor su experiencia y su conocimiento”, argumenta Cabanas. “Pero no veo fácil que cedan el testigo, sería un desperdicio brutal de talento”, añade.
Quedan relevos por hacer. Nombres como Francisco González, al frente de BBVA; Isidre Fainé, en CaixaBank; Salvador Gabarró, presidente de Gas Natural; o Juan Miguel Villar Mir, en OHL, son algunos de ellos. En el último caso, el presidente de la constructora, ya ha dejado claro que el testigo pasará a manos de su hijo Juan Villar Mir de Fuentes.
En ese caso, como en la mayoría de multinacionales, se multiplican los planes de sucesión, el tenerlo todo atado para que se sepa qué pasos hay que seguir. Y ahí suele haber dos modelos: una carrera de caballos frente a otra de relevos. En la primera, la lucha por la presidencia conlleva una pugna entre varios candidatos. En la segunda, el relevo llega telediridido desde arriba y conlleva una transición tranquila para evitar una guerra por el poder. “La nueva gobernanza de las empresas da más poder a las juntas de accionistas y eso hace que los directivos se desgasten antes”, indica José Ramón Pin, que no ve a los nuevos directivos estar más allá de 10 años por lo que, en cinco o seis, estarán, en su opinión preparando su sucesión.
Este último relevo generacional también tiene pegas: puede ser un tapón, sobre todo, para las mujeres nacidas justo después de la década de los 60. “En la siguiente generación, que es más pequeña, hay más mujeres que pueden llegar a lo más alto, pero no debería ser una excusa. Ese es el gran reto”, asume Custodia Cabanas.
“Un cambio generacional es bueno, pero mi duda es si la gente, a veces, se va sin irse; que el anterior se quede de alguna manera. Hay que destutelarse, para no crear fricciones”, explica José Ramón Pin. El salto exigen inteligencia por parte de los nuevos, para reconocer a los veteranos, y prudencia por parte de estos para no intervenir. Por ejemplo, el Rey Juan Carlos, desde que abdicó, no ha opinado sobre política, ha pasado desapercibido, eso es lo mejor que puede hacer por Felipe VI. Es diferente a Aznar con Rajoy, que da los consejos en público, no en privado”.
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