Las ideas mueven el mundo. Al menos, las buenas ideas. Y apoyarlas contribuye al progreso de las personas y de la sociedad. Pero para que una idea se convierta en realidad necesita apoyo humano, logístico, económico…
Lo sabe Ainhoa Cid, una gijonense de 25 años licenciada en Topografía que hoy tiene su propia startup para la creación y el lanzamiento de nanosatélites dedicados a la observación de la Tierra.
O Carlos Asensio, un madrileño también veinteañero, licenciado en Ingeniería Informática, que tras perder sus tarjetas de crédito en un viaje a China pensó en crear un sistema de pago basado únicamente en el uso de la mano.
O Emily Brooke, una británica licenciada en diseño que ha hecho visibles a los ciclistas en el ángulo muerto del retrovisor.
Así fue el viaje de sus ideas desde el día que sacudieron sus mentes hasta convertirse en realidad: