Bruselas

El 25 de abril comienza en Washington la decimotercera ronda de conversaciones para la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés). El negociador jefe de la UE, el español Ignacio García Bercero, ha perdido la cuenta de los miles de kilómetros recorridos durante sus múltiples misiones comerciales. "No es bueno para el medio ambiente", bromea. 

García Bercero, que trabaja en la Comisión desde 1987, participó en la ronda de Uruguay y de Doha y dirigió las negociaciones del acuerdo comercial entre la UE y Corea del Sur. En una entrevista a EL ESPAÑOL, defiende los beneficios económicos del pacto con Estados Unidos y tiene respuestas rápidas para los críticos. El TTIP, insiste, no rebajará los niveles de protección medioambiental o social de la UE ni supone una amenaza para los servicios públicos. 

¿Por qué es importante para la UE el acuerdo comercial con EEUU?

 

En primer lugar porque EEUU es el primer socio de la UE a nivel de comercio e inversión. Por lo tanto, una mayor liberalización del comercio bilateral con EEUU puede tener un impacto económico significativo. Y los obstáculos al comercio con EEUU son importantes. Es cierto que los derechos de aduana como media son bajos, aunque bastante altos en ciertos productos. Pero las trabas de naturaleza reglamentaria o las relativas al acceso al mercado de servicios o de compras públicas son muy significativas. Desde el punto de vista económico, este es un acuerdo que tiene una potencialidad mayor que cualquier otro acuerdo que haya negociado hasta este momento la Unión Europea.

Aparte de esto, es un acuerdo importante también a nivel estratégico. Es una forma de demostrar que tanto la UE como EEUU quieren desempeñar un papel de liderazgo cuando se trata de modernizar las reglas sobre comercio internacional. En unas circunstancias en las que, si no somos activos, el riesgo de que la UE quede cada vez más marginada es un riesgo real.

Si no somos activos, el riesgo de que la UE quede cada vez más marginada es real 

Las negociaciones están a punto de cumplir tres años, pero todavía no se ha cerrado ningún capítulo ni sabemos cuáles son los avances. ¿Qué porcentaje del TTIP podemos decir que está ya acordado y qué queda pendiente?

Hablar de porcentajes no tiene mucho sentido. Lo que está claro es que hemos avanzado significativamente en la negociación, pero aún queda bastante trabajo por hacer. Y tenemos la voluntad de intensificar este trabajo en el curso de este año para ver hasta qué punto se puede concluir antes de que hay el cambio de administración americana (en enero de 2017). Pero no vamos a sacrificar nunca la calidad, la ambición, el equilibrio del acuerdo por un calendario.

 

¿Por qué los progresos son tan lentos?

 

Para una negociación comercial de dimensiones tan importantes como la de EEUU, tres años es un periodo de tiempo bastante razonable. Hay muy pocos acuerdos importantes de librecambio que se hayan concluido antes de tres, cuatro o cinco años. En modo alguno es un calendario que indique que la negociación no está haciendo progresos.

 

Pero es una negociación muy ambiciosa, en la que es muy difícil concluir un capítulo hasta que todos los capítulos no estén concluidos, porque hay conexiones entre todos los elementos de la negociación. De aquí al mes de julio o septiembre nos gustaría tener textos comunes sobre todos los capítulos de la negociación en los que sólo los temas más difíciles estén abiertos, entre corchetes. Así podremos ver hasta qué punto o no se pueden resolver en la segunda parte del año.

 

¿Y cuáles son a día de hoy esos temas más difíciles?

 

Los temas más sensibles económica o políticamente sólo se resuelven en la fase final de la negociación. Por ejemplo, los derechos de aduana en los productos más sensibles en el sector agrícola y en ciertos sectores industriales. O la forma de conseguir un mejor acceso al mercado de compras públicas, sobre todo en EEUU, donde hay restricciones muy importantes para las empresas europeas. O las cuestiones más difíciles en el sector servicios, por ejemplo en el transporte marítimo.

 

Aparte de eso, sin duda algunos temas relativos a las reglas son particularmente sensibles. Todo lo que se refiere a la protección de la inversión, donde la UE ha hecho una propuesta muy ambiciosa. O algunos problemas que siempre han sido difíciles entre EEUU y la UE, como las indicaciones geográficas.

Los temas más difíciles son los derechos de aduana en los productos más sensibles en el sector agrícola y en ciertos sectores industriales 

Hay dos capítulos que la UE quiere incluir en el TTIP y a los que EEUU se resiste, que son la energía y los servicios financieros, ¿en qué punto está la negociación?

 

Sobre energía yo soy optimista. Creo que EEUU cada vez más reconoce que tiene sentido en un acuerdo tan importante incluir disposiciones específicas en materia de comercio e inversión para los productos energéticos. Vamos a tener una discusión sustantiva sobre el tema en la próxima ronda de negociación este abril. Y aunque aún no hemos llegado a un acuerdo sobre si habrá o no un capítulo en materia de energía en el TTIP, yo soy optimista de que podamos de aquí al verano encontrar una solución sobre esta cuestión.

 

¿Y sobre los servicios financieros?

 

Aquí hay dos cuestiones. Tanto EEUU como la UE están de acuerdo en que en el contexto actual hay que reforzar la cooperación reglamentaria en materia de servicios financieros. Es importante que haya más consultas entre los reguladores de ambas partes cuando se trata de adoptar reglas que afectan al sector, siempre manteniendo la autonomía de cada regulador.

 

En lo que aún no estamos de acuerdo es dónde hay que hacerlo. EEUU continúa manteniendo que eso se trata de forma más eficaz fuera del TTIP. Nosotros pensamos que en un acuerdo como el TTIP, los servicios financieros deberían incluirse.

 

Uno de los temas más polémicos del TTIP es el nuevo tribunal internacional que ha propuesto la UE para resolver disputas entre inversores y estados, ¿por qué no bastan los tribunales nacionales?

 

La primera cuestión que habría que plantearse es si es aceptable que las empresas europeas que invierten en EEUU tengan un nivel de protección inferior al de las empresas japonesas, canadienses o chinas, porque probablemente EEUU negociará un acuerdo de protección de la inversión con China. Que si hay un problema, no tengan la posibilidad de un procedimiento ante una instancia internacional, que es más eficaz y rápida que los tribunales nacionales. No darle esa posibilidad a nuestras empresas sería algo difícil de justificar.

¿No supone la simple existencia de este tribunal especial una ventaja para las multinacionales y un límite a la capacidad de legislar?

 

No. Sobre el límite a la capacidad de legislar, hemos definido los estándares de protección de la inversión de forma que no se puede en modo alguno cuestionar una medida reglamentaria no discriminatoria que ha sido adoptada con todas las garantías que uno espera en un estado de derecho. Cualquier estado puede seguir adoptando legislación sin que se vea amenazado por litigios, a no ser que sean medidas discriminatorias o claramente arbitrarias.

 

En segundo lugar, esto no es algo que está ahí simplemente para las grandes multinacionales. Está ahí para cualquier empresa que ha invertido fuera de Europa y que quiere tener asegurado un cierto nivel de protección. Nuestro sistema es menos costoso y tiene garantías para facilitar a las pymes el recurso.

 

En el caso de EEUU y la UE probablemente haya pocos casos en los cuales sea necesario un recurso a una instancia internacional, porque la gran mayoría de los casos se van a poder resolver de forma eficaz en los tribunales nacionales. Ahora bien, siempre hay casos en los que es importante tener el recurso a una instancia internacional. También es muy difícil justificar que frente a ciertos países insistimos en que tiene que haber un mecanismo internacional pero con otros países no. ¿Por qué cuando se trata de discutir con China insistimos en que tiene que haber una instancia internacional y cuando se trata de EEUU no?. Lo que es importante es que haya todas las garantías y que las normas sean definidas de una forma suficientemente precisa para evitar el riesgo de abuso.

Los estados podrán seguir adoptando legislación sin que se vean amenazados por litigios

 

Los detractores del TTIP insisten en que su objetivo es rebajar los estándares medioambientales y sociales, ¿hay garantías para que esto no ocurra?

 

Dos garantías. Tanto EEUU como la UE han dicho sin ningún tipo de ambigüedad que en ningún caso se reducirán los estándares de protección para el medio ambiente, para el consumidor o en materia de protección de datos, como consecuencia de este acuerdo. Además, el pacto que estamos negociando, por lo menos un año antes de que sea ratificado, va a ser público. La mayor garantía es que el texto se va a conocer y, si hay algo en ese texto que implica apartarse de este compromiso, ello sería un problema que impediría la ratificación del acuerdo.

 

A veces se argumenta que en el TTIP se establece una cooperación reglamentaria para el futuro. Se alega que aunque en el TTIP en sí no habrá problema, a lo mejor en el futuro se abre la puerta a reducir los niveles de protección. Nosotros hemos dicho que toda cooperación reglamentaria se establecerá sobre la base de no reducir la protección de los ciudadanos, sino aumentarla o al menos mantenerla. En cualquier caso, nada va a ser decidido sin que se hayan seguido los procedimientos que se establecen en EEUU y en la UE para adoptar legislación. No es que la reglamentación se vaya a adoptar en el futuro en algún órgano supranacional establecido por el TTIP.

En ningún caso se reducirán los estándares de protección medioambiental, para el consumidor o en materia de protección de datos 

¿Qué impacto tendrá el TTIP en los servicios públicos?

Es un tema que ha provocado mucho debate. Por eso hace casi un año lo discutimos con EEUU y hay un texto acordado entre Bruselas y Washington que es público. En él decimos en primer lugar que no negociaremos en el TTIP la liberalización de los servicios públicos. Además, si por ejemplo una autoridad en un momento determinado llega a la conclusión de que ciertos servicios sanitarios que estaban privatizados tiene más sentido que vuelvan al sector público, no hay nada en el TTIP que impedirá tomar dicha decisión. Ni liberalizaremos ni limitaremos el derecho de las autoridades a decidir en cualquier momento si un servicio tiene que ser proporcionado por el sector público o por el sector privado.

 

¿Qué se está negociando en protección de propiedad intelectual? ¿Se habla de sanciones para usuarios particulares que descargan contenidos protegidos?

 

No. Ese es uno de los temas que sabemos perfectamente lo sensibles que son en Europa. No lo vamos a tocar en el marco de la negociación del TTIP. Tanto en EEUU como en la UE, la protección de la propiedad intelectual es elevada. Pero hay diferencias en la legislación. Y no tiene sentido en un acuerdo como el TTIP intentar eliminar esas diferencias. Con lo cual, el capítulo sobre propiedad intelectual se basará en principios comunes, en la cooperación.

 

En algunos temas muy específicos veremos si nos podemos poner de acuerdo en reglas más detalladas. Un tema que para Europa es muy importante, pero que sabemos que es muy difícil, es la protección de las indicaciones geográficas. Es uno de los temas más sensibles en la negociación donde esperamos que se pueda llegar a un acuerdo con EEUU que permita una mejor protección de las indicaciones geográficas europeas en el mercado americano.

 

Otra de las críticas recurrentes es la opacidad y la dificultad de acceder a los documentos, ¿podría hacer más la UE para aumentar la transparencia?

 

Yo creo que la UE puede hacer poco más a nivel de transparencia sin poner en riesgo el mínimo de confidencialidad que es necesario en cualquier tipo de negociación internacional. Todas las propuestas que estamos presentando a EEUU en los distintos temas de la negociación son públicas. Cualquier ciudadano europeo puede ir a la web y verlas. Lo que uno no puede hacer públicos son los textos que se están aún negociando entre ambas partes. Pero la totalidad del acuerdo será público mucho antes de que el Parlamento Europeo y el Consejo se pronuncien. EEUU sigue una política distinta y no hace públicas sus propuestas, pero esa es una cuestión que EEUU tiene que decidir.

La UE puede hacer poco más a nivel de transparencia sin poner en riesgo el mínimo de confidencialidad necesaria en la negociación

 

El acuerdo está generando una gran oposición entre la opinión pública en países como Alemania. ¿Tiene sentido invertir tanto esfuerzo en un pacto que se está convirtiendo en algo tóxico y puede ser tumbado en cualquier estado miembro o en la Eurocámara?

 

El hecho de que haya mucho debate sobre un acuerdo comercial es bueno. Es una indicación de que estamos negociando un acuerdo importante y de que hay mucho interés en la opinión pública sobre la política comercial, lo cual nos parece que es positivo.

Yo creo que de lo que se trata es de negociar un buen acuerdo. Un acuerdo que sea equilibrado. Que esté muy claro que va a producir beneficios económicos, pero que no va a provocar ninguna de las inquietudes que se han planteado. Yo pienso que una vez que el acuerdo esté concluido y pueda ser examinado en detalle, habrá el suficiente apoyo en los estados miembros, en los parlamentos nacionales o en el Parlamento Europeo para asegurar su ratificación.

 

¿Es realista terminar las negociaciones en 2016?

 

Hay aún mucho trabajo que hacer y algunos de los temas que tienen que ser resueltos son difíciles. Es posible concluirlo y de hecho es nuestro objetivo y nuestro plan A. Hacer todos los trabajos necesarios para ver si se puede concluir antes de que haya el cambio de administración. Es difícil decir en este momento si será posible o no. Lo que no haremos es sacrificar la sustancia. No vamos a concluir un acuerdo que no sea satisfactorio desde el punto de vista de los intereses europeos simplemente para poder decir que hemos acabado antes de que haya el cambio de administración.

Es difícil en este momento decir si será posible terminar las negociaciones en 2016 o no. Pero no sacrificaremos la sustancia

 

¿Qué ocurrirá si no se cierra el acuerdo con el actual presidente Barack Obama? Ni los candidatos demócratas ni los republicanos parecen entusiastas con los pactos comerciales.

 

En el debate político en EEUU, el TTIP no es un tema de controversia. Sí se discute sobre el acuerdo con el Pacífico, porque es un acuerdo con países en vías de desarrollo que tienen una protección del medio ambiente y social menor que EEUU. Pero de momento ningún candidato se ha pronunciado en contra del acuerdo con la UE. Al contrario, no es raro que haya congresistas demócratas que indiquen que, aunque no estén de acuerdo con el acuerdo del Pacífico, piensan que un acuerdo con Europa es distinto.

 

¿Cuál será el impacto de este acuerdo en España?

 

España potencialmente tiene bastante que ganar en este acuerdo. Empezando por los aranceles. Muchos de los sectores en los que los aranceles en EEUU son altos son sectores en los que España tiene un potencial de exportación: el sector del textil y confección, el sector del calzado, el sector de la cerámica, el sector de las conservas de pescados, ciertos productos de la industria agroalimentaria. Son todos sectores en los que los derechos de aduana en EEUU son significativamente altos y en los que competidores de las empresas españolas tienen acceso al mercado americano sin tener que pagar un derecho de aduana.

 El sector textil, el del calzado, el de la cerámica o el de las conservas podrán beneficiarse del acuerdo con EEUU por la rebaja de aranceles

¿Qué otros sectores pueden beneficiarse?

 

Hay otros sectores donde los problemas principales para las empresas españolas no son tanto los derechos de aduana sino los costes de la divergencia reglamentaria, como por ejemplo el sector del automóvil. España tiene mucha potencialidad para exportar más automóviles a EEUU y el problema fundamental es que las reglamentaciones americanas en materia de seguridad son diferentes a las europeas. Y uno de los temas que estamos intentando ver es hasta qué punto se pueden armonizar o se puede reconocer la equivalencia de un número significativo de reglamentaciones que afectan al sector.

 

Otro tema importante para España son las compras públicas. España tiene compañías de construcción muy potentes que ya participan en el mercado americano pero que están sometidas a un número importante de restricciones. Ahí potencialmente también hay importantes elementos para ganar en esta negociación. Yo creo que potencialmente hay muchos temas en los que España puede ganar significativamente como consecuencia de este acuerdo.

Sabemos que para el sector ganadero hay preocupación sobre las consecuencias de una apertura ante EEUU

 

¿Y qué sectores podrían perder?

 

En el sector agroalimentario evidentemente hay sensibilidades y, por ejemplo, sabemos que para el sector ganadero hay preocupación sobre las consecuencias de una apertura ante Estados Unidos. Y somos perfectamente conscientes de la sensibilidad del sector. Pero también hay muchos sectores, las frutas, las verduras, los quesos, donde las posibilidades de exportación al mercado norteamericano son muy significativas y donde una mayor previsibilidad de la reglamentación americana puede ser muy útil.

Es evidente que dentro del comercio agrícola la mayor sensibilidad se refiere al sector ganadero, donde EEUU es muy competitivo. Y por eso en los acuerdos comerciales que hemos negociado, por ejemplo con Canadá, no hemos planteado una eliminación total de los aranceles sino una liberalización controlada, una eliminación de los derechos de aduana dentro de ciertos límites. Este es el enfoque que tenemos la intención de seguir en la negociación con EEUU.

Noticias relacionadas