Salir a bolsa justo cuando la Unión Europea (UE) se enfrenta a la mayor crisis institucional de los últimos años, al posible adiós de uno de sus estados, no parece a priori buena idea. Más aún cuando se trata de un salto al parqué que dará lugar a un gigante empresarial que valdrá, al menos, 20.000 millones de euros.
Eso es, precisamente, lo que le pasa a Coca-Cola European Partners, el nuevo grupo embotellador del refresco estadounidense en trece países europeos. Justo antes del verano, en junio, la futura compañía debe dar por concluida una megafusión, en la que participa la española Coca-Cola Iberian Partners. Un nuevo grupo que cotizará en España y que tiene previsto colarse entre los grandes del Ibex.
La compañía, a través de una de las sociedades que la integrarán, asume ante los inversores, en concreto ante la SEC (el regulador bursátil de Estados Unidos), que el referéndum sobre el ‘Brexit’ es un claro “riesgo”. Una inseguridad que se produce no sólo porque los ciudadanos del Reino Unido puedan votar a favor de dar la espalda al continente europeo, sino también por “la potencial incertidumbre que precederá y sucederá” a la cita de los británicos con las urnas el próximo 23 de junio.
A través de Coca-Cola Enterprises (la empresa que gestiona el negocio en Reino Unido, Países Bajos, Francia y Escandinavia), que ya cotiza, reconoce que en un documento al regulador el ‘Brexit’ es un “riesgo” y lo acompaña de una larga lista de consecuencias, ninguna positiva para su negocio. Sobre todo porque la sede central del futuro embotellador estará en Londres.
Existen preocupaciones acerca de la estabilidad a corto y a largo plazo del euro y su capacidad para servir como moneda única
“Si el resultado del referéndum es un voto a favor de que el Reino Unido abandone la Unión Europea, eso se puede afectar negativamente a la operativa, a la regulación, la moneda, los seguros y a los impuestos a los que está sujeto ‘Orange’. Así, naranja en inglés, es como denomina la empresa a la futura Coca-Cola European Partners en sus comunicados a los inversores. El negocio español se llama ‘Olive’, es decir, aceituna.
Y continúa. “También podría dar lugar a una incertidumbre prolongada sobre la economía británica y perjudicar a los consumidores y a la confianza de los inversores”. “El efecto de estos riesgos, si se materializan, puede conllevar un aumento de los gastos operativos de ‘Orange’ y restringir el movimiento de capital y la movilidad de la plantilla; y podría afectar a la situación fiscal de ‘Orange’, a su negocio, al resultado de sus operaciones y a su condición financiera”, resume.
La futura compañía ha conllevado un largo proceso de fusión, al que aún le quedan etapas por delante. Supondrá la integración de Coca-Cola Enterprises con sus homólogas de Austria y Alemania (Coca-Cola Erfrischungsgetränke AG) y la citada Coca-Cola Iberian Partners. La española tendrá el 34% de las acciones. La empresa presidida por Sol Daurella será la segunda mayor accionista, por detrás de Coca-Cola Enterprises (48%) y por delante del negocio germano-austriaco, que tendrá el 18%. La ejecutiva catalana será también la presidenta de la futura sociedad.
La nueva empresa tiene previsto cotizar en Londres, Nueva York, Ámsterdam y Madrid; y fabricará refrescos para 300 millones de europeos en 13 países, con un volumen de facturación previsto de 12.600 millones de euros y un beneficio bruto de explotación (ebitda) de 2.100 millones.
El proyecto, que se perfila como la mayor colocación bursátil del año, aún tiene que ganar el respaldo de una parte de sus accionistas y cerrar una emisión de deuda para financiar la colocación. Aún tienen que dar el ‘ok’ los propietarios de Coca-Cola Enterprises que deben votar a favor de la operación el próximo 24 de mayo. Precisamente, el documento en el que detalla el negocio, cómo será su fusión y sus posibles riesgos, es en el que asume los efectos dañinos del ‘Brexit’. Y va aún más allá.
Le preocupa la estabilidad del euro
No sólo le preocupa la estabilidad de su negocio en el futuro, también la moneda única y, en un escenario mucho más catastrofista, hasta la disolución de todo el proyecto comunitario. “Existen preocupaciones acerca de la estabilidad a corto y a largo plazo del euro y su capacidad para servir como moneda única”, indica a la SEC. “Estas preocupaciones pueden llevar a algunos países a volver, o amenazar con volver, a monedas locales; o, en el caso más extremo, a salirse de la Unión Europea, y el euro podría disolverse por completo”.
Si eso ocurriera, también asume un impacto en su negocio. “De ocurrir, los activos de ‘Orange’ en un país que reintrodujera la moneda local pueden estar sujetos a cambios en su valor cuando se exprese en euros”. Ahí es donde llega el peor escenario.
“Por otra parte”, señala, “la disolución total o parcial del euro, la salida de uno o de más estados miembros o la disolución completa de la Unión Europea, puede causar una significativa volatilidad y la interrupción de la economía mundial, lo que podría impactar en los resultados financieros de ‘Orange’, incluida su capacidad de acceder a capital a costes financieros aceptables”.
El peso del negocio español
Junto a la perspectiva a futuro, la embotelladora también retrata la situación actual de su negocio, incluido el español. Coca-Cola Iberian Partners opera en un mercado de, aproximadamente, 135 millones de consumidores, que incluye 78 millones de turistas en España, Portugal y Andorra. En el ejercicio 2015, esa actividad generó ingresos por valor de 2.920 millones de euros, con una plantilla de 4.600 personas.
La embotelladora española es fruto de la integración de ocho negocios regionales y conllevó un polémico ERE, que afectó a 840 personas y supuso el cierre de cuatro plantas españolas que Coca-Cola no consideraba estratégicas, situadas en Madrid, Baleares, Asturias y Alicante.
Una vez hecha la transformación, explica que su negocio tiene la exclusiva de transformar los concentrados y siropes de Coca-Cola o Fanta (entre otras marcas) en refrescos, en un contrato que tiene que renovar periódicamente. El embotellado corre a cargo de la empresa local, pero el marketing y la publicidad está en manos de la multinacional con sede en Atlanta.
Los actuales accionistas de Coca-Cola Iberian Partners, encabezados por la familia Daurella, podrían repartirse un dividendo de más de 100 millones de euros antes de que se complete la fusión, según reconocieron después de anunciar la fusión en agosto y según indican, de nuevo, en el último informe enviado a la SEC.