El mercado asistía esperanzado a la reunión que celebraron este fin de semana algunos de los mayores productores de petróleo del mundo, liderados por Arabia Saudí e Irán. Las dos grandes potencias exportadoras de crudo parecían tener esta vez posturas muy próximas, lo que llevó al mercado a anticipar un acuerdo que reduciría el exceso de producción de petróleo y así estabilizaría los precios.
Nada más lejos de la realidad. Irán se negó a recortar sus niveles de producción, ahora que ha conseguido librarse de las sanciones internacionales y los ministros petroleros abandonaron la reunión con cara de circunstancias anticipando lo que ocurre hoy: el crudo se desploma un 5%. El barril de referencia en EEUU, el West Texas, vuelve a caer hoy por debajo de los 40 dólares hasta la zona de los 38,7 dólares. Por su parte, el Brent europeo cotiza en la zona de los 41 dólares, también con un desplome del 5%.
Vuelve la inestabilidad
La semana pasada fue de una gran calma en los mercados mientras los inversores descontaban un acuerdo de los países productores. Tanto que el Ibex vivió su segunda mejor semana del año con un avance del 5%, hasta superar los 8.850 puntos. Sin embargo, el revés de la reunión de Doha vuelve a traer los fantasmas de la inestabilidad a los mercados y de las dudas sobre la sostenibilidad de los países productores y de las empresas energéticas que tanto asustaron al inicio del año. Miedo y mercados nunca encajan bien.
¿Por qué los mercados se toman tan mal los desplomes del petróleo? La lógica invita a pensar que el descenso del crudo produce una transferencia de rentas desde los productores hacia los consumidores que para Europa es muy positiva y es cierto, este ha sido uno de los motores de crecimiento de los últimos dos años. Sin embargo, un desplome tan pronunciado puede generar desequilibrios que no les gustan a los inversores. Por ejemplo, los países exportadores son grandes inversores en Occidente con sus ‘petrodólares’, pero ahora que su situación se ha deteriorado tanto, están vendiendo esos activos para poder financiar sus déficits públicos.
Ante esta situación, las bolsas europeas amanecen a la baja ante una amenaza similar a la que vivió el mercado al inicio del año. El Ibex arrancó la sesión con una caída del 2% que se ha matizado en los primeros minutos de la sesión hacia la zona del 1,5%, lo que lleva al selectivo a perder el nivel de los 8.700 puntos. Fuertes pérdidas que están lideradas por las empresas de materias primas, en especial la petrolera Repsol, que se deja más de un 5% y que, como no puede ser de otra manera, arrastra a su accionista Sacyr a perder también un 5%.
El resto de plazas europeas también empiezan la semana en rojo. El Mib italiano y el PSI portugués se dejan ambos un 1,5%, mientras que el Dax alemán y el Cac francés ceden casi un 1%. Por su parte, el euro se mantiene plano en la zona de 1,13 dólares.