En poco más de dos meses, el petróleo ha pasado de un escenario de extinción y desesperación para los principales productores del mundo a otro de esperanza en el que se vislumbra, de nuevo, algo de negocio en el sector. La guerra de suministro que inició Arabia Saudí para expulsar del mercado a los productores menos eficientes (como Brasil y Venezuela) o nuevos actores (fracking en EEUU o Irán) provocó que el petroleo se derrumbará en 20 meses cerca del 70%, de 100 a 27 dólares.
Ahora, desde aquellos niveles, el petróleo se ha revalorizado cerca del 60% y los operadores del mercado dan por bueno el suelo de precios marcado por debajo de 30 dólares. La depreciación del barril se ha trasladado a los países consumidores en forma de grandes ahorros en su factura energética (más de 15.000 millones en España), al tiempo que sus índices de precios de consumo se han colocado al borde del abismo de la deflación. Sin embargo, ese escenario parece tener ya una fecha de caducidad.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) confirmó este miércoles que la inflación española se movió en negativo por tercer mes consecutivo (-0,8%), si bien, el índice subyacente del IPC escaló hasta el 1,1%. Este diferencial alcanza su mayor distancia desde el verano de 2009, poco después del estallido de la crisis financiera y del anterior crash petrolero (el barril pasó de 140 a poco más de 40 en pocos meses).
Entre esas previsiones de resurreción para el IPC se encuentran las de la Fundación de Cajas de Ahorro (Funcas), que prevé que la tasa de inflación siga en negativo hasta julio, tras lo que volverá al terreno positivo y escalará hasta ritmos del 0,9%. Su previsión es que termine el año con una media anual del -0,2% y alcance el 1,7% en 2017. También se manejan en ese escenario desde el Gobierno.
El secretario de Estado de Economía en funciones, Iñigo Fernández de Mesa, se ha mostrado convencido de que se producirá en el IPC "una corrección que acabe en algún momento del año en tasas positivas". Para España, el crudo es un índice principal para su actividad económica por su dependencia energética y por eso ha sido un catalizador del crecimiento económico en 2015, cuyo PIB creció un 3,2% y ahora se moverá al 2,6% en 2016, según la última previsión lanzada desde el FMI.
Pendientes de la Arabia Saudí, Rusia e Irán
Pese a la reciente reacción alcista, la evolución de precios del mercado sigue pendiente de los movimientos de los grandes productos, que en las última semanas se han sentado a fumar la pipa de la paz, aunque sin éxito en sus conversaciones. Rusia, uno de los tres principales productores del mundo y gran consumidor, ha liderado los contactos para poner fin a la reciente guerra de productores entre saudíes e iraníes, quienes tras levantarse el embargo han aprovechado para producir al máximo.
De hecho, Irán se ha mostrado en rebeldía ante potenciales acuerdos para congelar la producción y, de hecho, se resiste a sentarse en la misma mesa con Arabia Saudí. En el desencuentro podría surgir un pacto en las próximas jornadas. Qatar, miembro de la OPEP, celebra a partir del viernes una reunión en Doha con los principales países productos, Rusia incluido pese a no formar parte del cártel.
Sobre la mesa estará un acuerdo para congelar la producción, pero de momento Irán ya ha anunciado que no asistirá hasta que no se acepte su principal demanda: recuperar sus niveles de producción anteriores al embargo internacional al país. Y todo, con un consumo a la baja del 'oro negro'. Según la última previsión de la OPEP, el consumo mundial de petróleo aumentará este año a un ritmo de 1,20 millones de barriles diarios, hasta una media de 94,18 millones de barriles al día. Son 50.000 barriles menos que en su anterior pronósitico.