Los fondos de capital riesgo no pasan en balde por ninguna empresa. El trasiego de operaciones a las que ha sido sometida Telepizza durante la última década han dado un vuelco a su balance, pero no para bien. La cadena pizzera fue excluida de cotización hace casi diez años cuando ganaba dinero y tenía dinero en caja (lo contrario de tener deuda), pero vuelve con fuertes pérdidas y una deuda que pesa como una losa sobre su cuenta de resultados, así como a las posibilidades de crecimiento y remuneración al accionista.
La nueva Telepizza debutará este miércoles con una colocación de acciones viejas (OPV) y una ampliación de capital (OPS) con la que la empresa y sus accionistas pretenden captar unos 550 millones de euros en total. Su colocación valora el 100% de la empresa que dirige Pablo Juantegui en unos 800 millones de euros, casi la misma capitalización que tenía cuando fue excluida de bolsa en 2007 por el fondo Permira y la familia Ballvé. A partir de entonces, la historia de la compañía sigue el manual del capital riesgo a pies juntilla. Desde endeudarla para cobrar un dividendo extraordinario y así recuperar parte de la inversión; hasta intentar aligerar su estructura para volver a revenderla en bolsa a un precio mayor.
Telepizza vuelve a cotizar en 2016 con un estado financiero delicado. En ese camino, la empresa ha estado a punto de irse a pique. Primero, en 2012, la aventura con Ballvé al frente duró seis años y el empresario cedió el poder a Permira. Dos años más tarde tuvieron que pulsar el botón de ayuda para que alguien les rescatara a ambos. En 2014, de no ser por la entrada en juego del fondo KKR, la compañía hubiese entrado en quiebra, como ya ocurriera con Panrico participada por Oaktree.
La crisis, el cambio de hábitos de los consumidores y el exceso de presión financiera (deuda) por sus accionistas de riesgo están entre las principales causas de la debacle sufrida por la multinacional. La recesión en España fue la puntilla, ya que concentraba el 75% de sus ventas. Sólo en 2010, la caída de ingresos fue del 3,7%. Ese año facturó 367 millones de euros. Una cifra que aún no ha vuelto a recuperar.
El secreto está en la deuda
Con los ingresos a la baja, la deuda se convirtió en el gran problema. El origen de este endeudamiento está en 2009. Cuando se excluyó del parqué era prácticamente inexistente, sólo 2,1 millones. Tres ejercicios después, con pagos de dividendo de por medio, se disparó a 533 millones. Si en 2011, la empresa perdió 28 millones de euros, al año siguiente serían 40 y otros 84 millones en 2013. En 2014 ganó dinero fruto de un extraordinario por la conversión de préstamos en acciones.
En 2015 volvió a perder (-1,1 millones) y en 2016 volverá a cosechar números rojos, como advierte la propia empresa en su folleto de colocación. Por supuesto, no habrá dividendo en mucho tiempo. El regreso de Telepizza es considerado de “alto riesgo” y su colocación se ha producido al margen del pequeño inversor. No hubiera sido posible si dos de sus actuales dueños no fuesen dos de los fondos de capital riesgo más importantes del mundo: KKR y Permira. Superada la reestructuración de su deuda, la compañía opera en 15 países de Europa, Latinoamérica, Asia y África. Por ejemplo, en 2014, comenzó a operar a través de franquicias en Rusia y Angola. Tiene pendiente su desembarco en Estados Unidos, que ha llegado a estar sobre la mesa, pero cada vez depende menos de España.
Según los datos conocidos este lunes, el precio supone valorar a la compañía en torno a los de 800 millones de euros, y se sitúa justo en el rango bajo de la banda de entre 7,75 y 8,75 euros por acción que marcó la propia compañía. De lo que prevé captar con la colocación (equivalente a dos tercios del capital de la empresa), unos 118 millones de euros procederán de acciones nuevas (OPS) -que irán a reducir de 247 a 155 millones-.
Otros 431,5 millones se recaudarán con la venta de títulos ya existentes (OPV) que irán destinados al bolsillo de los actuales accionistas, que buscan una salida a toda costa después de años con su inversión congelada y sin visibilidad para hacerla líquida, caso de Permira y la familia Ballvé, que controlan en consorcio el 51% de las acciones.
Se cumplen dos décadas de su primer estreno en bolsa. Fue en 1996 y su salida al parqué causó furor entre los inversores españoles, tanto que su acción se multiplicó por cinco en menos de un año y un 1.000% en menos de dos ejercicios. Fue la época dorada del grupo pizzero -bajo la dirección de su fundador Leo Fernández Pujals-, que llegó a valer en bolsa cerca de 3.000 millones de euros y se erigió en una de las marcas principales de la Bolsa española en los primeros pasos del llamado capitalismo popular, cuando las grandes empresas públicas fueron privatizadas como Telefónica o Endesa, entre otras.
Detrás de aquella fiebre por las acciones de Telepizza estaba la masa popular de accionistas y al frente la capacidad de gestión y comunicación del empresario hispano-estadounidense, de origen cubano. Su modelo de franquicias triunfó. Su plan para convertir a sus pizzeros en mensajeros de la última milla en envíos logísticos inundó las expectativas de multitud de inversores. Los volvió locos y, como él mismo dice, se hizo rico.
La cuarta vida de Telepizza
Pocos años más tarde, Pujals se fue. En 1999 vendió el 30% de las acciones que todavía tenía en Telepizza por 300 millones de euros a un grupo de inversores españoles liderados por los hermanos Ballvé y la familia Olcese. El lema de Pujals -el secreto está en la masa- se hizo universal. Fue un éxito para él y una mala operación para los compradores, que acabaron por perder hasta un 88% del valor de su inversión en sólo dos años.
En 2001, Telepizza cotizaba a duras penas a los precios de su OPV en 1996. A partir de entonces, la empresa atraviesa una etapa de reestructuración, atonía y baño de realidad durante años, pero en 2006 estalla una guerra por el control de la empresa que pilla por sorpresa a sus propios dueños. Los hermanos Ballvé, principales accionistas, lanzan una OPA de 650 millones de euros sobre la empresa con intención de excluirla de cotización.
Recibieron la ayuda del fondo de capital riesgo Permira. Sin embargo, en ese mismo momento, se desata una guerra. Numerosos ‘hedge funds’ (fondos especulativos) comienzan a entrar en su accionariado a la espera de que los compradores elevaran su precio o llegase un nuevo postor. Estos fondos llegaron a acaparar el 20% del capital de Telepizza en cuestión de meses.
No solo llegó un nuevo postor, sino dos. El primero fue Grupo Zena, un consorcio que tiene las exclusivas de Burguer King y Foster’s Hollywood en España y Portugal. Detrás estaba otro fondo de capital riesgo, el británico CVC. A la fiesta también se sumó la portuguesa Ibersol, que presenta la histórica tercera OPA sobre Telepizza. Ninguna compañía española había vivido una subasta similar y con tantos pretendientes hasta entonces. Finalmente, los Ballvé y Permira se ven obligados a endulzar su oferta a los accionistas y se llevaron el gato al agua. En 2007, Telepizza quedó excluida de la Bolsa española. Una década después, las TPZ, las letras de su ticker, volverán a surcar la marquesina de la Plaza de la Lealtad.