Gas Natural quiere evitar cualquier tipo de movimiento en su accionariado. Quiere fidelidad y, para conseguirlo, tirará de su hucha. La compañía energética ha prometido abonar 7.000 millones de euros vía dividendo hasta 2020. Es una de las medidas ‘estrella’ de su plan estratégico.
“Es un dividendo de confianza en nuestros accionistas, para darles tranquilidad, ya sean grandes o pequeños”, aseguró este miércoles el presidente del grupo, Salvador Gabarró, en la presentación de sus previsiones. Sin embargo, hay dos grandes beneficiados: CaixaBank y Repsol.
Ambas compañías, a través de Acción Concertada, controlan el 64,4% de Gas Natural Fenosa. CaixaBank lo hace mediante el holding Criteria. Posee el 34,4% de las acciones de la energética; y Repsol, el 30% restante.
Así, si se alcanza esa meta de 7.000 millones de euros de retribución, 2.380 millones corresponderán a la entidad financiera catalana y otros 2.100 millones a la petrolera. Por detrás de ellas, según los registros de la CNMV, sólo hay otro accionista de referencia. Se trata de Sonatrach, la energética argelina, que actualmente alcanza el 3,85%. Con ella mantuvo una sonada disputa por el suministro de gas a través del gaseoducto del Magreb.
Beneficio al alza, deuda estancada
Esa retribución se llevará buena parte del beneficio que la eléctrica/gasista prevé ingresar de aquí a 2020. En concreto, el 70%. Es el denominado ‘pay-out’, la parte del beneficio que se destina a dividendo. En el último año de su plan estratégico, su previsión pasa por alcanzar un resultado neto de 1.800 millones de euros, es decir, entre un 6% y un 8% más que en 2017. Para ese ejercicio, prevé alcanzar un beneficio de 1.400 millones.
Esta política hacia el accionista no le va a permitir reducir su endeudamiento. De aquí a 2020 se quedará como está, en 15.600 millones de euros. Entre medias, incluso, puede crecer y alcanzar los 15.700 millones.
No rebajará su deuda porque tampoco tiene previsto frenar sus inversiones. A ellas destinará 14.000 millones de euros. Entre el 45% y el 50% se concentrará en proyectos en el mercado español. Aquí, en su mercado doméstico, crecerá con energía ‘verde’ (eólica y solar) y busca nuevos emplazamientos. De los 2.500 megavatios (MW) que invertirá en renovables en estos cuatro próximos años, cerca de 750 se instalarán en España (y países adyacentes) y los otros 1.750 MW en mercados emergentes.
Su objetivo es aprovechar que los gobiernos europeos, ahora sí, acelerarán la apuesta por las energías renovables, sobre todo, tras la Cumbre de París. “No creemos que en los países desarrollados haya un aumento de potencia instalada, habrá renovación [de la existente] y transferencia a renovables”, argumentó el consejero delegado, Rafael Villaseca, durante la presentación.
No contempla, sin embargo, entrar en grandes operaciones corporativas. No habrá grandes compras salvo que sea algún proyecto concreto. Alguno de ellos puede llegar de dos empresas españolas en apuros: Abengoa e Isolux. “No estamos en nada, pero de aparecer [ese tipo de activos] lo estudiaremos”, indicó Villaseca.
Nuclear y recorte de empleo
Tampoco da de lado la energía nuclear. Gas Natural Fenosa controla casi el 20% de las centrales de Almaraz (Cáceres) y Trillo (Guadalajara), que se traduce en una potencia instalada de más de 600 MW. “Sería una pena que no se aproveche su capacidad de generación”, reconoció Villaseca. Insistió, “sería una lástima” no prorrogar su vida útil, “siempre que se garantice la seguridad de las mismas”, matizó. La de Trillo tiene permiso para operar hasta 2024; la de Almaraz hasta 2020.
El plan estratégico del grupo energético también conlleva apretarse, de nuevo, el cinturón. Algo que, reconoció Villaseca, el grupo viene haciendo desde que compró un Unión Fenosa en 2008. Esta vez tratará de ahorrar 220 millones de euros anuales hasta 2018. Después, estudiará medidas adicionales para los siguientes dos años, que aún no explica.
Esos ahorros se traducirán en un recorte de empleo. Ni Villaseca ni Gabarró explicaron a cuántas personas afectará. En total, la plantilla del grupo energético alcanza las 22.000 personas. “De ninguna manera se hará en términos traumáticos”, se limitaron a decir.
La salida que no está sobre la mesa es la de Salvador Gabarró. El futuro del directivo, que este año cumplirá 80 años, depende de si CaixaBank, su principal accionista apuesta por la sucesión. "Fainé no me ha mandado ninguna señal todavía". Señaló, directamente, al presidente de la entidad financiera.