La imagen aérea impactaba. Al menos siete cuadras de cabezas y banderas impedían ver la calle. Al nivel del suelo, los rostros jóvenes se mezclaban con los adultos y las banderas eran claras: “Defendamos la universidad pública” y “más presupuesto” eran las más repetidas. Hace 15 años que no se veía una marcha tan multitudinaria en defensa de la educación en Argentina. La imagen anterior evoca las de 2001, en la antesala de la gran crisis económica y política que terminó con el presidente Fernando de la Rúa abandonando la Casa Rosada en helicóptero. Entonces el ministro de Economía Ricardo Lopez Murphy había anunciado un recorte de 900 millones de pesos (unos 55 millones de euros) en el presupuesto universitario y otra cifra casi idéntica en sueldos docentes.
Desde que asumió la presidencia Mauricio Macri la tarifa de gas aumentó un 300% en promedio, la de agua un 375% y la de luz, un 500%.
Eran tiempos en que un peso valía un dólar y el desempleo afectaba a casi una de cada cinco personas. Ahora, paradójicamente, el presupuesto de las universidades nacionales aumentó un 30% desde el año pasado. Pero ya no hay más “convertibilidad” cambiaria. Desde que asumió la presidencia Mauricio Macri la tarifa de gas aumentó un 300% en promedio, la de agua un 375% y la de luz, un 500%.
Adicionalmente, la inflación de abril, según casi todas las encuestadoras privadas (no hay otra forma de medirla ya que el organismo estatal encargado de hacerlo aún no brinda datos oficiales), fue de un 6,5% y se convirtió en la más alta mensual en 14 años. Por eso fueron varias las universidades nacionales que anticiparon a fines del mes pasado que si no se otorgaban nuevas partidas presupuestarias deberían cerrar sus puertas antes del fin del ciclo lectivo.
Por primera vez en 15 años, además, todos los gremios docentes convocaron en conjunto a la manifestación de protesta. Al reclamo de las casas de estudios que no cuentan con dinero para hacer frente a los aumentos en los servicios se sumó el pedido de incremento salarial de los profesores, ya que la oferta estatal que recibieron fue de un 31% en tres cuotas que se terminarán de pagar en mayo de 2017, pero la inflación proyectada solo para este año es del 40%.
La combinación fue explosiva y a pesar de que las noticias no alcanzaron la tapa de ninguno de los medios de mayor alcance, el efecto sobre la población fue inmediato. La educación pública y gratuita constituye un valor fundamental del orgullo nacional. A tal punto que el Gobierno de Macri hizo todo lo posible para evitar la foto de anoche.
Primero convocó a varios rectores de universidades a la Casa Rosada y les prometió una partida extraordinaria de 500 millones de pesos (30 millones de euros) para pagar los aumentos en la tarifa de servicios. Pero ese aumento representó apenas un 1% del presupuesto total de las 55 universidades nacionales para 2016.
Entonces el miércoles, sin tener la posibilidad de hacer anuncios oficiales, le prometió a la Universidad de Buenos Aires (UBA), la más grande del país y la segunda de latinoamerica con 300.000 estudiantes (el 22% de todos los universitarios de la Argentina), unos 150 millones exclusivos y otros 500 para los hospitales que dependen de esta. Logró la conformidad del rector, Alberto Baribieri, perteneciente a la Unión Cívica Radical (UCR) que integra la alianza política Cambiemos que llevó a Macri a la Casa Rosada, pero sus declaraciones satisfechas tampoco lograron bajar la iniciativa. Hasta la Federación Universitaria Argentina (FUA), que integra la juventud de la UCR convocó a la marcha de protesta.
La marcha y la respuesta oficial
La movilización comenzó a las 16,30 horas en Plaza Houssay, nombrada así en homenaje a Bernardo Houssay, premio nobel de medicina en 1947 y primer latinoamericano laureado con ese reconocimiento en el área de ciencia. Precisamente esa plaza se ubica en entre las facultades de Economía y Medicina de la UBA, dos de las que reúnen mayor cantidad de estudiantes. Desde allí la columna partió hasta el Ministerio de Educación y luego a la Plaza de Mayo, epicentro de las manifestaciones políticas en el país, adonde llegó en medio de la noche.
En el Ministerio, los decanos y vicedecanos de las facultades de Filosofía y Letras, Sociales, Exactas, Psicología, Agronomía y Arquitectura de la UBA entregaron un petitorio con más de 42 mil firmas en defensa de la universidad junto a una carga dirigida al ministro de Educación Esteban Bullrich en la que las autoridades de más de una decena de facultades le manifestaron su preocupación por la falta de actualización de partidas adicionales del presupuesto y la ausencia de "una propuesta salarial" en el marco de la paritaria docente universitaria.
“Lamentablemente hay sectores que usan la universidad pública para hacer política partidaria, y buscan inventar una `crisis` donde no la hay”, se defendió a través de las redes sociales el ministro Bullrich. En una sucesión de mensajes en Twitter destacó que la crisis la encontraron al llegar al gobierno. “Se debían más de 3.000 millones, tres meses de gastos de funcionamiento y dos de becas!”, añadió continuando con la lógica discursiva del actual gobierno de responsabilizar a la gestión anterior.
“En estos meses no solamente hemos cubierto las deudas que nos dejaron, sino que también pusimos al día la inversión en las universidades”, agregó sin precisar más.
Las palabras seguramente no fueron suficientes, como tampoco los millones de pesos que el gobierno decidió enviar en el último minuto para intentar evitar lo que sucedió. Sin embargo, esto último al menos lo muestra reactivo ante lo que fue seguramente un golpe considerable a su imagen política en el mes más complicado desde el inicio de su gestión. Con el crédito inicial en caída al llegar al sexto mes de gobierno, la foto de las protestas lo obligará a replantear algunas cosas. Porque una imagen vale más que mil palabras y, probablemente, millones de pesos.