Durante los peores años de la crisis fue la única ventanilla abierta, el último resorte de financiación para los proyectos emprendedores que rechazaban los bancos, por lo que recibió el apodo de ‘Santa Enisa’ por su permanente presencia frente a la sequía de crédito. La Empresa Nacional de Innovación (Enisa) es una desconocida para el gran público, incluso entre los actuales partidos políticos, pero su actividad es bien conocida por los nuevos empresarios, ya que ha permitido financiar a más de 4.200 empresas en toda su historia y más de 740 millones de euros en créditos.
Ahora la falta de financiación a quien golpea es a la propia Enisa, dependiente del Ministerio de Industria, que ha visto reducida en un 12,6%, hasta 83 millones de euros, la dotación que se aprobó en los Presupuestos Generales de 2016. Es una de las consecuencias del acuerdo de no disponibilidad de crédito que aprobó en abril el Gobierno bajo las directrices del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.
Son cifras reveladas ahora por el consejero delegado de Enisa, Bruno Fernández Scrimieri, en la presentación del balance de la agencia en el último año. Sólo en 2015, la agencia concedió 737 préstamos participativos por valor de 96 millones de euros y en lo que va de 2016, el ritmo se ha ralentizado sensiblemente, hasta 31 operaciones por valor de 2,7 millones. “Hay una caída en la demanda que es normal. Se está notando que se abre el grifo del crédito en los bancos, sobre todo, respecto a la crisis, cuando venían empresas que no tenían que haber venido, pero éramos la única ventanilla abierta”, señala Fernández Scrimieri.
Los reyes del préstamo participativo
En la actualidad, el saldo vivo de crédito por parte de Enisa se eleva a unos 500 millones de euros entre más de 3.000 empresas. Pese al componente de riesgo de sus préstamos, su tasa de morosidad está en línea, incluso, con la media de los bancos privados en España. Los créditos dudosos se sitúan en torno al 11% -llegan al 30% en la línea para jóvenes emprendedores- y los fallidos están entre el 8% y 9%. Estas pérdidas crediticias las compensan con los tipos de interés elevados que aplican a sus préstamos de riesgo. “No damos un préstamo y nos olvidamos, sino que sabemos siempre en qué estado está porque gestionamos recursos públicos. Somos más caros que los bancos pero más baratos que el capital riesgo”, explica Scrimieri.
El mundo del emprendimiento vende muy bien desde el punto de vista político. Los partidos políticos repiten lugares comunes cuando hablan de financiar pymes o startups
En este sentido, los tipos de interés de este tipo de préstamos se sitúan entre el 3% y 8%, muy por encima de los intereses que aplican los bancos actualmente, inundados de liquidez por los bancos centrales y en un escenario de financiación mayorista al 0%. ¿Por qué acudir entonces a su dinero? Las razones que esgrime Scrimieri son, primero, su función social y que son dinero de riesgo, pero también el sello de calidad para una empresa que tiene el tener concedido un préstamo de Enisa. “Aportamos un marchamo de calidad a los proyectos, abrimos más puertas porque somos un primer filtro a los proyectos y eso da confianza a otros inversores”, asegura.
También tiene otras ventajas, como por ejemplo, los años de carencia (entre cinco y siete ejercicios) o la capacidad de renegociar las cuotas. Sin embargo, tiene una comisión de cancelación leonina: para poder amortizar antes de tiempo uno crédito Enisa hay que pagar el tipo de interés máximo sobre el saldo pendiente. Esto tiene una razón, según Fernández Scrimieri: “Es una financiación de confianza, pero tampoco vamos a pecar de inocentes. No es justo hurtar a Enisa un éxito: si fuimos los únicos en financiar una empresa al empezar, cuando se genera caja suficiente no podemos quedarnos fuera. Ahí funcionamos un poco como un inversor. A las duras y a las maduras”.
Política y emprendimiento
El consejero delegado de Enisa subraya que su financiación es un préstamo, no una subvención a fondo perdido. De hecho, sólo conceden fondos al 50% de las peticiones que reciben. “Pero queremos que se nos devuelva. Buscamos proyectos en los que haya una apuesta de los socios, un ‘business plan’, un ejercicio de reflexión… Se nos critica también por los requisitos, no somos ‘Santa Enisa’. No damos a todos”, asegura.
Enisa se ha asociado históricamente al mundo del emprendimiento, especialmente, porque ha sido el financiador de empresas de base tecnológica de amplio impacto en los último9s años como Wallapop. Alienvault, La Nevera Roja o Buyvip, todas ellas casos de éxito porque fueron compradas por otras empresas o grandes inversores en operaciones multimillonarias. Esto ha provocado que los partidos políticos se acerquen habitualmente a las startups, en especial, en época de elecciones. “Los partidos políticos repiten lugares comunes cuando hablan de financiar pymes o startups. Creo que no saben ni que existimos. Vemos las propuestas de los partidos y en el sector siempre decimos, pero "si eso ya existe", "eso también existe"... El mundo del emprendimiento vende muy bien desde el punto de vista político”, concluye.