El crecimiento del partido Alternativa para Alemania (AfD) resulta indudable. Para demostrarlo, ahí están los resultados de las pasadas elecciones en Mecklemburgo-Pomerania Occidental (noreste germano). Los comicios locales de este domingo en Baja-Sajonia y los previstos para el próximo día 18 de septiembre en la ciudad-estado de Berlín probablemente también reafirmen el incontestable auge de esa formación de ultraderecha. Este fenómeno político, sin embargo, genera incertidumbre por sus posibles efectos económicos para el país o, en todo caso, para Mecklemburgo-Pomerania Occidental, donde AfD ha protagonizado su la última demostración de fuerza.
Udo Horn, un empresario del sector turístico de la ciudad costera de Rostock, una de las poblaciones más importantes de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, dice a EL ESPAÑOL que no ha notado en su actividad ningún impacto tras el último éxito electoral de AfD. En su Land, AfD recibió el pasado domingo un 22% de los votos, en virtud de lo cual se erigió como segunda fuerza política, sólo por detrás del Partido Socialdemócrata (30,5%). “No me he visto confrontado a ningún problema derivado de las elecciones”, dice Horn, que se dedica a la oferta de actividades acuáticas para turistas en Rostock.
Por su parte, Beate-Carola Johannsen, presidenta de la asociación turística de la isla de Usedom, una institución que trabaja para el desarrollo del sector en Mecklemburgo-Pomerania Occidental, pone de manifiesto cierta preocupación. “No podemos cejar en nuestro empeño de trabajar para dar una imagen positiva de nuestra isla”, asegura Johannsen a este periódico. Poco después de las elecciones del pasado domingo, Johannsen hablaba de la necesidad “de evitar daños sobre la imagen” de todo el Land.
La inquietud de Johannsen viene dada por unos éxitos de AfD que son en realidad los de una formación que ha ganado influencia defendiendo posiciones críticas con la política de refugiados de la canciller Angela Merkel y utilizando planteamientos xenófobos. Esas ideas no son compatibles con la Mecklemburgo-Pomerania Occidental que describe Johannsen. “Somos un destino vacacional cosmopolita y tolerante”, asegura esta representante del sector turístico. Con su entrada en el parlamento de este Land del noreste germano, AfD ya está presente en nueve cámaras regionales.
Todavía parece ser pronto para evaluar el efecto que puede tener para este Land el 22% cosechado por AfD el pasado domingo. “No calculamos que vayamos a sufrir un daño económico sostenible” porque “los turistas saben que son bienvenidos aquí, y que somos buenos anfitriones”, afirma Johannsen. El turismo es un sector en expansión en este pequeño estado del noreste germano, cuya población no supera los dos millones de personas. Sólo entre enero y junio de este año se registraron 11,7 millones de pernoctaciones.
EL EXTREMISMO, NOCIVO PARA LA ECONOMÍA
Nikolaus Werz, profesor en la Universidad de Rostock, dice a este periódico que no ve en los resultados del pasado domingo efectos económicos negativos sobre la región a medio plazo. Pero “otra cosa muy diferente sería si AfD sigue creciendo a nivel nacional, lo que parece muy probable después de que Merkel dijera el miércoles que iba a mantener su política sin cambios”, precisa este politólogo.
En este sentido, otros observadores de la vida económica alemana han puesto de relieve la peligrosidad de que partidos radicales como AfD ganen en influencia en el país. “Ya sean de izquierda o de derechas, los políticos extremistas son dañinos para el desarrollo económico”, decía esta semana al diario generalista Tagesspiegel Clemens Fuest, director del instituto económico IFO de Múnich.
Desde un punto de vista económico, AfD ofrece no pocas ideas que, de aplicarse, podrían acarrear consecuencias muy negativas, no sólo para Alemania, sino también para toda Europa. En la formación de ultraderecha desean, por ejemplo, poner fin al euro a través de un referéndum. Además, se oponen a la Unión bancaria y tienen como objetivo que Bruselas devuelva competencias a los estados miembros de la UE.
AfD ofrece no pocas ideas que, de aplicarse, podrían acarrear consecuencias muy negativas, no sólo para Alemania, sino también para toda Europa
“Rechazamos unos 'Estados Unidos de Europa' al igual que una UE en forma de Estado federal”, pues “nuestro objetivo es una Alemania soberana”, se lee en los documentos programáticos de AfD. Hace unos días, en una reunión en Berlín con periodistas de la Asociación de la Prensa Extranjera en Alemania, Alexander Gauland, uno de los líderes prominentes de AfD y co-fundador del partido, daba cuenta de que, cuando “las fronteras en el espacio Schengen no funcionan, hay que volver a las fronteras nacionales”.
ACABAR CON EL EURO Y CERRAR FRONTERAS
“Estamos muy lejos de que pueda ocurrir, pero si AfD se convirtiera en el primer partido de Alemania, muchas cosas serían diferentes y habría consecuencias muy negativas, porque romper el euro sería un desastre para Alemania y para Europa, al igual que cerrar las fronteras”, afirma a este periódico Guntram Wollf, director de Bruegel, un prestigioso think tank especializado en asuntos económicos con sede en Bruselas.
Desde el IFO en Múnich recordaban recientemente que “la demanda de bienes de Europa es el principal impulsor” de las exportaciones germanas, el pilar básico de la economía alemana. La buena reputación internacional de la que gozan los productos alemanes –pese a escándalos como el de Volkswagen o las dificultades que atraviesa Deutsche Bank, dos emblemas del capitalismo germano– se traduce en unas exportaciones millonarias. Según el IFO, el superávit en la balanza comercial de Alemania alcanzaba el pasado mes de junio los 159.000 millones de dólares (unos 140.600 millones de euros).
Por el rendimiento de exportaciones, entre otras cosas, la economía germana es la envidia de sus pares en Europa. Incluso en el presente contexto de incertidumbre abierto por el triunfo del leave referéndum sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea, la economía de Alemania seguirá creciendo entre junio y septiembre, según ha apuntado el Bundesbank, el banco central alemán.
“La economía alemana se beneficia enormemente de estar integrada en la economía europea, aunque es verdad que las exportaciones, en términos relativos, se han movido más hacia Asia en los últimos años, los mayores socios comerciales de Alemania son los socios europeos”, expone Wollf. En definitiva, en Alemania abundan los argumentos para celebrar la Unión Europea y la globalización económica. La cuestión es si se puede convencer de esto a los electores de AfD.