Los impuestos sobre las labores del tabaco tienen un doble fin. Primero, como el resto de tributos, se utilizan con fines recaudatorios. Por otro, se persigue desincentivar su consumo. El pasado viernes, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, anunció lo que para las compañías tabacaleras era previsible: el Gobierno aprobó aumentar un 2,5% el impuesto sobre los cigarrillos y el de la picadura de tabaco un 6,8%.
Con la subida de los Impuestos Especiales al alcohol y el tabaco, para adecuar también la tributación a la que recomienda la Unión Europea, el Ejecutivo pretende recaudar 350 millones de euros.
Atendiendo a la estructura fiscal, el Impuesto Especial sobre las labores del tabaco en la legislación estatal española está formado por un componente Ad valorem, que en el caso de los cigarrillos se mantiene igual con un 51%; uno específico, que ha aumentado 60 céntimos por cada mil cigarrillos; y un mínimo, que ha subido 2,85 € también por cada mil.
Además, como cualquier otro producto que se vende en España, el tabaco también está gravado por el IVA, en este caso del 21%. Sumando todos los impuestos suponen cerca del 80% del precio final de una cajetilla de tabaco es para el Estado.
De lo que resta del precio final, la ley fija que la comisión del estanco es un el 8,5% del PVP en el caso de los cigarrillos y el tabaco para liar. Los fabricantes, por su parte, reciben un 11%.
"Entendemos que el aumento de los impuestos era algo que podía ocurrir después de tres años y medio sin que hubieran subido", señalan a EL ESPAÑOL desde el grupo Altadis. Concretamente, los impuestos especiales sobre las labores de tabaco no se suben desde junio de 2013, cuando supuso un alza del 10%, unos 15 céntimos por cajetilla.
Desde el grupo aseguran que siempre han defendido "subidas moderadas de impuestos", que no favorezcan el aumento del contrabando de tabaco, lo que "provocaría un efecto indeseado sobre la recaudación".
¿Afecta la subida al consumidor?
La pregunta inmediata tras el anuncio de la subida de impuestos es si esa subida afectará al consumidor final, aunque la respuesta depende de la compañía, que tendrá que decidir si incluye esa subida en el precio final del producto, en este caso de la cajetilla de tabaco, o si lo asume dentro de sus márgenes.
"Entramos en un fase de análisis del nuevo escenario en el mercado y adoptaremos la decisión oportuna, cuando corresponda, de acuerdo a nuestra estrategia de precios que contribuya a mantener la rentabilidad y competitividad de las marcas", señalan desde Altadis.
Entre los mayores consumidores
Según un reciente estudio de EAE Business School, el gasto en tabaco por persona en España en 2015 ascendió hasta los 353,81 euros, un incremento del 20% respecto a 2014, cuando se consumieron 294,64 euros. Esto supone que el consumo de tabaco por habitante vuelve a superar los niveles registrados en 2010.
El consumo de cigarrillos, de hecho, se sitúa en 1.046 unidades por habitante al año, lo que supone 52,3 cajetillas por persona o 2,86 cigarrillos al día. España se sitúa entre los diez mayores consumidores del mundo.