El pasado viernes saltaron todas las alarmas cuando el Banco Central Europeo (BCE) le negó al Monte dei Paschi la prórroga de 20 días que había solicitado para conseguir una ampliación de capital de 5.000 millones. Sus acciones cayeron un 10% y el rescate se presentaba inminente. Pero entre el Consejo de Administración del banco y el Gobierno consiguieron salvar el primer match-ball.
En línea directa con el ministro de Economía, Pier Carlo Padoan, el presidente de la entidad, Alessandro Falciai, y el consejero delegado, Marco Morelli, le comunicaron al Ejecutivo que intentarían apurar todas las opciones para encontrar una solución privada antes del plazo inicialmente previsto del 31 de diciembre. El Gobierno ya tenía redactado el documento con su intervención, según publicó el diario La Repubblica, pero lo paró apurando los plazos.
Esa solución pasaría por un intercambio de acciones por obligaciones a los accionistas, con la que esperan captar 2.000 millones de euros; una segunda ronda de este procedimiento con el que podrían llegar hasta 1.500 millones; y retomar la inversión del fondo soberano de Qatar, Qia, que había prometido inyectar cerca de 1.000 millones de euros.
Se trata en cualquier caso de una operación poco menos que imposible y tras la que probablemente todavía faltarían cientos de millones que no podrían proceder de otro destinatario que no sea el Estado. El banco debería contar además con el visto bueno del órgano regulador del mercado italiano, Consob, que tampoco parece dispuesto a seguir con la huida hacia delante.
Una fuente cercana al Consejo de Administración del banco italiano ha indicado que si el plan de recaudación fracasa, el decreto que permitiría al Gobierno intervenir respetando el marco normativo europeo está listo, recoge económico Il Sole 24 Ore.
El Gobierno, preparado para actuar
Pier Carlo Padoan es quien se encuentra al frente de esta operación y seguramente ese sea el principal motivo para que se mantenga como responsable de Economía y Finanzas, pese a haber sonado como posible sustituto de Matteo Renzi para formar un Gobierno transitorio en Italia.
El elegido ha sido el hasta ahora titular de Exteriores, Paolo Gentiloni, que recibió el encargo del presidente de la República, Sergio Mattarella, en un tiempo récord. Mattarella mencionaba en un comunicado que hay “urgencias europeas e internacionales” que atender y el asunto del Monte dei Paschi es prioritario.
Una vez formado el Gobierno, entre el miércoles y el jueves, el Ejecutivo debería aprobar el decreto para el salvamento público del Monte dei Paschi, según adelanta también La Repubblica. Y de acuerdo con esta información, ya habría recibido el visto bueno de la Comisión Europea, que lo último que desea es una quiebra del Monte dei Paschi.
El principal obstáculo que debe salvar es adecuar el plan de salvamento a la directiva europea de resolución y recuperación de entidades (BRRD, por sus siglas en inglés), que establece que en caso de intervención sean los accionistas y poseedores de obligaciones quienes paguen. Italia podría intentar evitar esa opción acogiéndose a la cláusula que permite una intervención pública de forma “necesaria y proporcional” si existe un riesgo sistémico del sistema financiero. Otra opción sería que el Estado comprara bonos de los ahorradores para convertirlos en acciones.
El agujero de la banca italiana
Los bancos italianos acumulan una cartera de créditos morosos por valor de 360.000 millones de euros, por lo que nadie se podría dar por salvado ante un fiasco del Monte dei Paschi. En los próximos meses, el banco más grande de Italia, Unicredit, tiene previsto completar un aumento de capital por un valor de al menos 12.000 millones, que podría correr peligro.
El Popular de Vicenza y la Veneto Banca, próximas a su fusión y ya intervenidas gracias al fondo Atlante –de capital privado, aunque promovido por el Estado-, también podrían sufrir un problema de falta de capitalización similar a la del Monte dei Paschi. Y también las otras dos pequeñas entidades que acudieron al Atlante, Carige y Banca Etruria.
Con una rápida formación de Gobierno y un plan listo para ser activado en cualquier momento, Italia intenta evitar un duro castigo en los mercados. Pero la negociación con Bruselas no ha terminado, la intervención parece inevitable y un nuevo rescate bancario supondría más gasolina para el partido que mejor ha capitalizado el desencanto ciudadano, el Movimiento 5 Estrellas.