El 15 de febrero, el gobernador del Banco de España (BdE) intervino en la comisión parlamentaria del Pacto de Toledo. Era una comparecencia prevista por Luis Linde. Para prepararla, instruyó personalmente a sus colaboradores para que elaboraran un informe de más de 50 páginas: El Sistema Público de Pensiones en España: Situación actual, retos y alternativas de reforma, que fue incluido el 13 de enero de 2017 en la serie Documentos Ocasionales de la web del banco. Sin embargo, el gobernador llegó a la comisión con apenas cuatro folios impresos que despachó leyéndolos en menos de 14 minutos.
Ni gráficos, ni tablas y apenas explicaciones. Cuando el popular Gerardo Camps, ex secretario de Estado de la Seguridad Social, le planteó una serie de cuestiones, Linde se acogió a sagrado e invocó el mejor conocimiento del diputado para no profundizar en sus respuestas.
El público -mayormente periodistas- se quedó muy sorprendido. Linde es un intelectual, un historiador capaz (ahí está su libro sobre el Duque de Osuna publicado en 2005), un técnico comercial del Estado con dilatada experiencia que difícilmente alguien en la sala podía tener un criterio mejor formado sobre el asunto que él. Sin embargo, Linde parecía noqueado, con la guardia caída.
Celia Villalobos al rescate
Celia Villalobos lo salvó tres veces de las ganas que tenía Pablo Iglesias de exhibir su renovado liderazgo a costa de que se viera dónde le apretaba el zapato al gobernador. Pero al salir de la comisión, ya no estaba Villalobos y la Prensa volvió a la carga con el caso Bankia. Y otra vez Linde dio la impresión de estar golpeado remitiendo “a un artículo muy bonito” publicado por él en El País el pasado 10 de febrero.
En su parte medular, el texto dice: “No tengo ninguna razón para pensar que el Banco de España no actuase en función del interés general y respetando la normativa vigente en cada momento. Pero esto no quiere decir, naturalmente, que acertase siempre… Pero creo que es obligado distinguir entre insuficiencias o, incluso, errores, y actuaciones susceptibles de reproche legal”.
Tan sólo tres días después de que el gobernador firmara que no hay reproche penal posible al BdE, la sección tercera de la Audiencia Nacional ordenaba al juez Fernando Andreu imputar al predecesor de Linde, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, y a otros cinco altos funcionarios (además de otros dos de la CNMV) ante los indicios “múltiples, bastantes y concurrentes de criminalidad” en relación con la salida a bolsa de Bankia en el verano de 2011.
Adormecidos en su elitismo
La decisión judicial fue un mazazo para el BdE que no se lo esperaba. Y no lo esperaba porque la entidad nunca ha aquilatado la gravedad y extensión del caso Bankia, siempre han mirado en menos a la acusación -dirigida por el tenaz ex dirigente de UPyD Andrés Herzog-, a la que consideran ignorante en cuestiones financieras.
Adormecidos en su elitismo, los responsables del banco han creído que la cosa no iba con ellos y ni siquiera se han molestado en reforzar sus Servicios Jurídicos con expertos. Pese a que el caso lleva abierto desde 2012, apenas han incorporado a una joven penalista, procedente de un prestigioso bufete, pero en clara minoría a la hora de marcar una estrategia frente a los miembros históricos del servicio. Estos saben mucho de derecho y finanzas, pero poco de bajar al barro del procedimiento y las tácticas penales.
¿Discreción u oscurantismo?
La lista de errores cometidos por el BDE en el caso va creciendo. A primera vista se mencionan dos: primero, sus responsable no buscaron la forma de contrarrestar el informe de diciembre de 2014 de los peritos judiciales Sánchez y Busquets porque les pareció que eso debían hacerlo otros implicados (Rodrigo Rato o Bankia) y cuando lo intentaron (en un juzgado de Navalcarnero) ya era tarde y, segundo, mostraron poca disposición a cooperar con el juez, mandándole evidencia fragmentada cuando los propios testigos citaban con exactitud los documentos omitidos.
Esto último revela cómo en la sede de Cibeles la discreción ha mutado con los años en puro oscurantismo. Es lo que ocurrió cuando el juez exigió el acta de una reunión de la comisión ejecutiva de diciembre de 2010 y se le remitió un certificado del secretario general de la entidad transcribiendo el acuerdo adoptado, pero se omitió toda la deliberación y el debate ocurrido durante la sesión.
Este es, también, el caso de los cuatro correos electrónicos del inspector José Casaus que llevaron a la Audiencia Nacional a ordenarle al juez que imputara a Fernández Ordóñez y a los otros altos cargos. El magistrado denegó inicialmente la imputación del ex gobernador basándose en “el carácter informal y espontáneo” de los mensajes.
La errata de la Audiencia
La cuestión de los correos tiene muchos matices, complejos de entender. La Audiencia, además, entra de manera descuidada en el asunto. Al describir el primer correo -el más alarmante y explícito de todos- dice que son todos los miembros del equipo de inspección de Casaus los que se dirigen a unos de sus jefes, Pedro Comín, cuando se trata de un correo de Casaus dirigido a los miembros de su equipo en el que pone en copia a Comín. Los otros tres correos sí se dirigen a Comín, pero, como sostienen algunos analistas, el contexto en el que Casaus formula sus objeciones tiene que ver con el debate que se desarrollaba en ese momento sobre la salida a bolsa de lo que era un doble banco -BFA-Bankia- que el inspector temía que pudiera acabar en una estafa al FROB. De hecho, Casaus propone vender la entidad a un banco extranjero, pero, si esto no es posible, se muestra de acuerdo con la salida a bolsa, pero bajo la forma de un banco único.
En torno a los correos se va a desarrollar una batalla de interpretaciones. Para Fernández Ordóñez, una línea de defensa es decir que él nunca los vio porque no iban destinados a él. El comité directivo no decide sobre la base de emails sino de informes. Así, el problema se trasladaría a Comín, que era el destinatario. La acusación, en cambio, tiene que empeñarse en demostrar, primero, que los correos no son comunicaciones informales y, segundo, que su espíritu (“suavizado” según admite su propio recurso) permaneció en los informes de seguimiento que sí llegaron a la cúpula del BdE.
“Los Pedros”
Los correos revelan las profundas discrepancias que se produjeron entre los equipos de inspectores que estaban desplegados en Bankia y sus superiores en temas como la viabilidad de la entidad, la salida a bolsa, las cuentas o la imputación de deterioros. En la mayoría de los casos, las opiniones que prevalecieron fueron las de dos de los altos cargos ahora imputados: Pedro González, entonces director del departamento de Inspección I y que hasta su dimisión el pasado lunes 13 era director del departamento de Inspección IV del BdE, y Pedro Comín, entonces jefe de grupo y ahora director general adjunto de Supervisión, un importante salto profesional.
La acusación particular cree que Comín y González, a los que en el proceso judicial han bautizado como “los Pedros”, eran los encargados de ahormar los informes de Casaus y su gente a los deseos de sus superiores. También son ellos los que argumentaron ante otras direcciones del BdE, como la de Instituciones Financieras, que Bankia era una “cuasi-fusión” de cajas y por eso debían imputarse sus deterioros contra reservas y no contra los resultados.
A Comín se le ha considerado hasta ahora el cerebro de una embrionaria estrategia de defensa de la actuación del BdE, pero que no ha sido asumida oficialmente. Algunas de las más convincentes explicaciones que contradicen las tesis de la acusación se le atribuyen a él.
La cultura del BdE: jugar con la ignorancia
El mismo día en que Luis Linde comparecía en el Congreso, la persona que lo promovió al puesto de gobernador -su exalumno Luis de Guindos- lo hacía en el Senado. “Decir que la salida de Bankia fue un error fue una de mis declaraciones más afortunadas”, subrayó el ministro de Economía quien se mostró dispuesto a someterse a una comisión de investigación parlamentaria sobre la crisis financiera.
Pese a su larga amistad, Linde y De Guindos tienen visiones distintas sobre el papel del BdE en la crisis y sobre la forma en que esta se desarrolló.
El actual gobernador no puede renegar de lo que ha sido el principal patrimonio de su institución: la capacidad de jugar con la asimetría que supone conocer las cuentas de todos los actores del mercado para promover fusiones, adquisiciones y “colocaciones” mientras los demás ignoraban el percal. En el peor de los casos se intervenía una entidad, se saneaba con dinero público y rápidamente se devolvía al mercado.
Linde sabe que su predecesor no hizo nada que no hubieran hecho sus antecesores, desde Mariano Navarro Rubio en los años de 1960. Con el manual del BdE se enfrentó Fernández Ordóñez a la crisis de Caja Castilla La Mancha, por ejemplo.
El fin de una época
Sin embargo, el nacimiento de Bankia es el último acto de esta forma de hacer las cosas y su nacionalización, en mayo de 2012, el primero de un nuevo paradigma que trajo Luis de Guindos. El ministro se dio cuenta de que la crisis de 2008 tenía más calado de lo pensado e hizo de la necesidad virtud: como España no tenía dinero para seguir saneando a las entidades enladrilladas, acudió a Europa y fue bajo su paraguas que reformó el sector.
Resulta paradójico apreciar hoy cómo las debilidades de España se transformaron en uno de los acicates para crear la Unión Bancaria europea en 2012 y 2013, lo cual ratifica la fuerza del nuevo paradigma y es una lección de cómo en un escenario globalizado hasta un actor que aparece como un perdedor puede modificar el estado de cosas en su favor.
Pero el BdE de Linde no ha entendido el nuevo orden de cosas. La entidad nunca hizo una autocrítica con la profundidad que Guindos y otros actores esperaban. El caso del Banco de Irlanda, que tras la crisis financiera en su país sometió todos sus procedimientos a una auditoria del FMI y elaboró un libro blanco al respecto, se ponía como ejemplo a seguir.
Tres fracturas internas
Las inercias del banco de Cibeles son enormes. Desde hace muchos años están enfrentados los inspectores y la cúpula. Los primeros quieren mejoras laborales y que se les blinde legalmente al igual que los inspectores de Hacienda. A lo que aspiran es que, como éstos, ningún par o superior jerárquico pueda enmendar o juzgar sus expedientes como ocurrió con Bankia. Desde la dirección se argumenta que ese sistema no existe en otros bancos centrales de referencia.
Después, las diferentes direcciones generales del BdE funcionan como reinos de taifas. Y en ellos, la jerarquía no sólo es una función de dirección sino también de protección y de promoción. El relevo de José Luis Malo de Molina, que llevaba casi un cuarto de siglo al frente del Servicio de Estudios, le tomó tres años a Luis Linde. También tuvo problemas para sustituir a José María Roldán, director general de Regulación, hoy presidente de la Asociación Española de Banca.
El principal escollo con el que se topó Linde fue Fernando Restoy, su subgobernador, que abandonó la institución el 1 de enero de 2017. Restoy ha estado en todos los charcos financieros de los últimos años: en la CNMV, como número dos de Julio Segura (ambos imputados ahora por el juez Andreu), en el Frob, en el BdE… Y a Restoy, bien conectado con el PSOE, se le atribuye, además, la defensa de la continuidad de Malo de Molina y Roldán.
Por último, el banco también está amenazado por un quiebre generacional. Los empleados que se quedaron en Madrid miran con envidia a aquellos más jóvenes o más arriesgados, que manejaban idiomas, que aprovecharon el nuevo papel del Banco Central Europeo (BCE) para cambiar Madrid por Frankfurt. Los sueldos quizá no sean muchísimo más altos, pero los impuestos de los funcionarios europeos son más bajos y las pensiones, buenas.
A este banco trizado en tantas dimensiones, la Justicia le ha lanzado un torpedo bajo la forma de la imputación de su historia reciente. A Linde le gusta la historia. Heródoto, padre de la disciplina, decía: “De todos los infortunios que afligen a la humanidad el más amargo es que hemos de tener conciencia de mucho y control de nada".