La Alemania de Michael Schlecht (Hildesheim, 1951) no es el paraíso laboral del que parecen hablar los datos macroeconómicos de la canciller Angela Merkel. Al flirteo del mercado de trabajo germano con el pleno empleo y al crecimiento del PIB de la locomotora económica de Europa Schlecht le concede poca relevancia. Él se centra, en calidad de diputado y portavoz de temas económicos para la formación izquierdista Die Linke en el Bundestag, en los problemas que tienen los millones de trabajadores menos favorecidos de Alemania.
La prioridad, para él y su partido, es conseguir el aumento de los salarios en Alemania, especialmente en este año con elecciones generales el próximo 24 de septiembre. Die Linke es la principal fuerza de la oposición, con 64 diputados, uno más que Los Verdes. Schlecht se muestra convencido al ser entrevistado por EL ESPAÑOL de que su país, si atraviesa una buena fase económica, se debe al dumping salarial que precariza a millones de empleados. A su entender, esa es la base del poderío de la economía de Alemania, país que este político izquierdista llama a las claras “imperio”.
La situación de Alemania resulta envidiable en Europa, con una tasa de paro en el 6,3% y un 1,9% de crecimiento económico en 2016. ¿Es difícil estar en la oposición cuando el Gobierno puede defender esos números?
En realidad, siempre es más difícil trabajar en el Gobierno. Es más fácil sentarse en la oposición, seguro (risas). El crecimiento económico del año pasado fue, efectivamente, de cerca del 2%. Pero para la población no significa gran cosa. Las personas tienen otras necesidades. Para muchos que el crecimiento sea del 1% o del 2% no afecta en sus vidas. En Alemania tenemos el sector de salarios bajos más grande de toda Europa. Tenemos alrededor de un 25% de las personas que se ajustan a esos parámetros.
Además, hay 10 millones de personas que trabajan en condiciones de precariedad. Me refiero, por ejemplo, a las personas con trabajos temporales o los autónomos. Las vidas de estas personas son cualquier cosa menos seguras. Esto ocurre especialmente con los jóvenes recién licenciados. Antes, alguien que salía con su título de la universidad no tardaba en encontrar un trabajo con un contrato indefinido. Hoy sólo encuentran trabajos temporales y ninguna seguridad que les permita hacer planes.
¿Es ese su electorado?
En Die Linke luchamos contra la precarización de la vida en Alemania. La mitad de la población alemana trabaja beneficiándose de un salario protegido por un convenio colectivo, pero la otra mitad lo hace fuera de un convenio colectivo. Esto último significa que el jefe de la empresa para el que trabaja un empleado puede decidir lo que el trabajador puede ganar. Esta situación se traduce en que, tras la evolución de los últimos quinces años, hay mucha gente que, en determinados trabajos sin protección de un convenio colectivo, ha perdido hasta un 20% en términos de salario. Es un escándalo.
Se lleva años hablando de la crisis de la socialdemocracia. Su partido, sin embargo, tiene raíces comunistas y a sus políticos los suelen designar como comunistas. ¿Cómo lidia usted con ese calificativo, asociado a un sistema político fracasado?
Queda muy poca gente del partido que estuviera haciendo política en la República Democrática de Alemania [DDR, la antigua Alemania comunista, ndlr.]. Gran parte del partido es deudora del movimiento socialista de la antigua Alemania Occidental. Para los jóvenes de ahora, que el partido tenga raíces comunistas no juega un papel en absoluto.
El 25% del mercado de trabajo tiene como perspectiva encaminarse a la pobreza cuando entre en la tercera edad
En Alemania, lo que parece preocupar actualmente es, sobre todo, la amenaza de la pobreza, ya sea la pobreza infantil o la pobreza en la tercera edad.
Mucha gente mayor está amenazada por la pobreza. Tenemos 20 millones de jubilados. Ahora mismo, la situación es estable, pero ese peligro es grande. Mucha gente que trabaja hoy en Alemania, que tienen 20, 30 ó 40 años, tendrán unas pensiones muy bajas. Le recuerdo que el 25% del mercado de trabajo que se identifica con trabajadores del sector de salarios bajos. Especialmente ese grupo tiene como perspectiva encaminarse a la pobreza cuando entre en la tercera edad, porque las jubilaciones dependen de lo que uno ha ganado en su vida laboral.
Se estima que la población alemana bajará en casi 8 millones de personas, hasta los 74,5 millones, de aquí a 2050. ¿Hasta qué punto la demografía representa un problema económico para Alemania?
Desde hace 25 años se habla de la evolución demográfica y sus eventuales efectos económicos. En realidad, desde hace 150 años hay una evolución en Alemania, un cambio en la demografía que tiende a ver reducido el número de gente joven al tiempo que aumenta el número de personas mayores. La demografía es un factor a tener en cuenta en la economía del país, pero hay otro factor que resulta mucho más decisivo. A saber, la producción de riqueza de un país.
La gente está dándose cuenta de que el aumento en la producción de riqueza no les beneficia (…) La situación recuerda a la de finales de los años 20 y principios de los 30
¿Por qué?
En Alemania la producción de riqueza está aumentando cada año. Favorece a las empresas, pero los salarios se mantienen bajos, aunque en los últimos años la situación haya mejorado algo. Éste es el auténtico problema que tiene Alemania. La gente está dándose cuenta de que el aumento en la producción de riqueza no les beneficia en sus vidas. Esto genera emociones que pueden ser utilizadas en política. Cuando uno mira la historia, la situación recuerda a la de finales de los años 20 y principios de los 30.
¿Esta es una de las claves para entender los éxitos electorales de 2016 del partido xenófobo Alternativa para Alemania (AfD)?
Así es.
Atendiendo a la evolución demográfica del país, ¿No necesitaba Alemania la venida de inmigrantes que ha tenido lugar en los últimos años, tras la crisis económica en el sur de Europa y, especialmente, con la crisis de los refugiados?
La inmigración no es el primer problema del país. Actualmente tenemos esa situación, hay mucha gente, muchos jóvenes, que han venido a Alemania, por ejemplo, de España. Esto es culpa de la catastrófica situación que hay en sus países. No es porque sean especialmente necesarios para Alemania. Con los refugiados pasa lo mismo, pero ellos huyen de la guerra.
Si el problema de Alemania es que la riqueza aumenta pero no se reparte bien, parece lógico buscar soluciones en materia de justicia social. Esto es lo que señala como prioridad Martin Schulz, el candidato socialdemócrata a canciller.
En mi opinión, Martin Schulz está llevando una campaña en la que no dice lo que va a hacer. Apela en sus mensajes al sentimiento de la injusticia social, y dice que quiere enfrentarse a la injusticia social. Pero lo que no dice es cómo lo hará, como tampoco dice que su partido, bajo la dirección de Gerhard Schröder, a principios de la pasada década, instauró las reformas de injusticia social que hay instaladas ahora. Ahora cuenta Schulz con una buena aprobación en la población, porque está apelando a los sentimientos, pero falta una visión crítica sobre la oferta que está haciendo Schulz. Esto esconde el problema de los políticos que luego llegan al poder y no encarnan lo que se supone defienden.
Die Linke se formó de una manera similar a Podemos en España, como consecuencia de la destrucción del sistema social, surgió de la crisis
¿Se refiere usted a las reformas de la Agenda 2010?
Sí, nosotros somos contrarios a esas reformas. Die Linke, en su forma actual, se formó como consecuencia de la destrucción del sistema social planteado por esas reformas. Del mismo modo que, en España, Podemos surgió de la situación de crisis.
Schulz se ha acercado mucho en las encuestas de intención de voto al SPD de la Unión Cristiano Demócrata de Merkel. Los socialdemócratas se han puesto a tres puntos de los conservadores. A principios de año estaban a doce puntos. ¿No le parece un buen candidato?
Todo el mundo se alegra de que Sigmar Gabriel decidiera dejar su posición de líder del SPD hace unas semanas en beneficio de Schulz. Pero Gabriel era alguien mucho más comprometido con la idea de la justicia social. Lo era mucho más que Schulz, que está a la derecha del SPD. Es una situación rara. Está por ver el papel que jugará Schulz después de las elecciones de septiembre.
En Alemania se habla mucho de la posibilidad de que los socialdemócratas gobiernen tras las próximas elecciones generales con Los Verdes y Die Linke.
Ya veremos qué pasa después de las elecciones. Todo dependerá del resultado de Die Linke. Pero las perspectivas de formar esa coalición a tres bandas no han mejorado con Schulz. Porque él es más bien un político de derechas. Me temo que él ni pueda ni quiera satisfacer las necesidades de la gente. Lo que puede hacer aumentar las posibilidades de una coalición así es que salgamos con un buen resultado en las elecciones, estando por encima del 10%, porque así podríamos tener una influencia de verdad en el Gobierno.
La globalización no es el problema, sino los alemanes, tenemos que acabar con el superávit comercial, invertir en infraestructuras y subir los salarios
En AfD hay quienes compiten con ustedes en la crítica a la globalización económica. ¿Teme que le terminen robando a Die Linke el monopolio de la crítica a la globalización?
Todo depende de lo que se entienda por globalización y cómo se valoren los efectos de la globalización en la vida de las personas. El problema es que Alemania no está, en modo alguno, afectada negativamente por la globalización. Alemania es el país que, en el marco de la globalización, más agresivo se está mostrando. A través de la evolución de los salarios a la baja, la economía alemana, desde principios de los años 2000, comenzó a generar un excesivo superávit comercial que ha alcanzado niveles dramáticos.
¿Cómo cree que afecta esto a Europa?
Esto va en contra de los socios europeos, porque se consigue a través de una política de dumping salarial. Este problema se olvida siempre en Europa, empezando por Alemania, el país que es, de hecho, el causante de la crisis económica en Europa y que se comporta, desde un punto de vista económico, de un modo imperialista respecto a otros países europeos. El paro tan grande de los países del sur de Europa está relacionado con el sistema salarial que tenemos en Alemania. Todo esto hace que la globalización no se vea, en general, como algo negativo en Alemania. Este país se aprovecha de ese proceso.
Lo que Alemania no pudo conseguir en el pasado con medios militares, en los últimos quince años lo ha conseguido Alemania económicamente. Las crisis en Portugal, Grecia, España e Italia se deben a este imperialismo alemán. Desde un punto de vista español, puedo plantearme que la globalización no es el problema, sino los alemanes. Porque es aquí donde tenemos que acabar con el superávit comercial, donde tenemos que invertir en infraestructuras, donde tenemos que subir los salarios.
La crisis económica también se ha explicado a través de la defectuosa construcción del euro. Los hay que señalan que la moneda única se construyó sin una Hacienda paneuropea, algo tan esencial como la existencia de un banco central.
Yo no diría que el euro se construyó mal. La crisis en Europa no es un problema del euro. Alemania es un país que se saltó los acuerdos y las reglas económicas europeas [del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, ndlr.].
Tenemos que luchar contra la precariedad laboral y hacerla retroceder, fortaleciendo a los trabajadores y los sindicatos.
¿Y cómo cree usted que se puede corregir esta situación?
Haciendo que los salarios vuelvan a crecer en Alemania. Esto significa mejorar las posibilidades de lucha de los trabajadores en Alemania para que los salarios estén mejor protegidos. Es necesario, en este contexto, poder hacer huelgas. Para las personas que trabajan en precario, a tiempo parcial, por ejemplo, es difícil. Cuando se tiene un contrato a tiempo parcial es muy difícil o prácticamente imposible participar en una huelga.
Tenemos que luchar contra la precariedad laboral y hacerla retroceder, fortaleciendo a los trabajadores y los sindicatos. Ésta es la manera de acabar con las consecuencias del imperialismo económico alemán. Si queremos ser solidarios con países como España, tenemos que hacer algo más que decir muchas veces “solidaridad”. Tenemos que luchar aquí en Alemania para que aumenten los salarios.
La economía alemana se enfrenta a la digitalización de la economía, un proceso que puede hacer peligrar puestos de trabajo, por la sustitución de determinados trabajadores por robots y aplicaciones tecnológicas.
No creo que esto vaya a tener un impacto notorio. Esta cuestión, la de la tecnología y el trabajo, existe desde que existe el capitalismo. No hay que demonizar ese proceso. Lo que hay que hacer es mejorar la representación de los trabajadores, para que puedan estar protegidos. Hay que controlar el proceso teniendo en cuenta los intereses de los empleados.
¿Logrará Alemania mantenerse como líder económico europeo teniendo éxito esa digitalización?
En Alemania se implementarán nuevas tecnologías, la cuestión no es si se hará o no. La digitalización ocurrirá, habida cuenta el sistema que ha hecho posible el poder que tiene actualmente el capital alemán, un poder obtenido gracias, claro está, al dumping salarial.